La llegada a los cines de Godzilla: King of Monsters, nos ha entregado una nueva cinta del monstruo por excelencia y uno de los personajes que más se ha prodigado en las pantallas, con más de una treintena de películas.
Esta nueva aproximación, incluida dentro del llamado MonstruoVerso de Legendary/Warner, no ha recibido las mejores críticas, aunque sí que nos ha dado por primera vez en una versión occidental la oportunidad de ver al monstruo creado por Toho peleándose con el resto de kaijus del universo japonés. O lo que es lo mismo, una dosis en vena de monstruos luchando hasta el fin mientras destrozan ciudades como quien pisa sin querer un hormiguero.
La nueva franquicia, que ya tiene planeado juntar al reptil radioactivo con King Kong en 2020 es más allá de las opiniones novedosa en su intento por cambiar el origen y el trasfondo del monstruo. Y es que Godzilla -hoy reconocido oficialmente como embajador cultural de Japón, ahí es nada- siempre ha sido mucho más que una especie de dinosaurio que destruye todo sin mayor razón aparente que su tamaño y su voracidad. Desde sus inicios hasta hoy, el significado de Godzilla ha evolucionado como metáfora del temor nuclear hasta la seguramente desdibujada función que parece que le quieren dar en el MonstruoVerso. En las siguientes líneas hablaremos de cómo su historia y valor se ha ido adaptando hasta hacerse más grande que el propio reptil, y lo haremos con algunos spoilers de Kings of Monsters.
‘Godzilla: Rey de los monstruos’: mucha acción pero poco memorable
Godzilla, el monstruo de la naturaleza ante la amenaza nuclear
El contexto del estreno de la primera película de Godzilla en 1954 es tan vital que sin él seguramente no se hubiera dado. Tras la Segunda Guerra Mundial, Japón quedó rendida por los lanzamientos de las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Pero eso no fue todo. La ocupación de Estados Unidos continuó en el archipiélago de facto hasta 1952, y en ese tiempo la potencia norteamericana utilizó sus posiciones en el Pacífico como campo de pruebas para sus nuevas armas.
Además de las pruebas en el atolón Bikini con bombas nucleares -pasado que se deja ver en las primeras escenas de la película de 2014-, el ejército norteamericano lanzó en 1952 en la isla de Eugelab la primera bomba de hidrógeno de la historia, la cual se calcula que tenía 1.000 veces más potencia que la que fue lanzada en Hiroshima. Una de estas explosiones afectó por sus efectos en el entorno a un pequeño atunero japonés, afectando la radiación a su tripulación y llevando a la muerte al jefe de radio del barco, Aikichi Kuboyama. El impacto de la noticia sobre la compungida población nipona no pudo ser mayor.
Hoy es conocido que esta ansiedad ante el temor atómico fue lo que inspiró al productor Tomoyuki Tanaka a pensar en el personaje de Godzilla. En la primera película, Gojira -su nombre original- es un lagarto prehistórico que ha sobrevivido en una pequeña isla de Japón, donde sus apariciones esporádicas llevan a sus pobladores a considerarlo como una especie de dios. Todo, claro está, hasta que las pruebas atómicas y las bombas de Hiroshima y Nagasaki lo alteran y le hacen salir a la superficie. Una metáfora perfecta del terror y la masacre que podían desatar las armas nucleares que acababa con la moraleja directa del Doctor Yamame, el descubridor del monstruo, diciendo que “otro Godzilla podría surgir si seguían las pruebas atómicas”.
En Estados Unidos, las película original también fue un éxito, aunque en sus cines la película se censuró, eliminado escenas para descargar de culpa a las pruebas nucleares y dejarla como un simple ataque de un monstruo marino enfurecido.
Este carácter de advertencia sobre el riesgo que la humanidad puede suponer sobre sí misma se mantuvo durante buena parte de las primeras películas de Toho, aunque con el descenso de la amenaza nuclear y la mejora del país el tono se fue relajando. Es ahí donde comienza Godzilla como producto, enfrentándose a numerosos monstruos como en la actual película en exhibición, y volviéndose en algunas versiones no una fuerza destructora que actúa sin razón, sino en un aliado del pueblo japonés ante otras amenazas.
La corta visión occidental de 1998 y la vuelta a los orígenes
Según siempre han manifestado los críticos japoneses, occidente nunca ha conseguido entender del todo el mensaje que se esconde tras el monstruo. Hidetoshi Chiba, profesor de la Universidad Digital Hollywood de Tokio, explicaba al respecto a la BBC que las películas occidentales siempre se han acercado desde un punto de vista equivocado.
“Godzilla puede entenderse como una metáfora del peligro nuclear pero no solo es eso, sino algo más amplio”, señalaba Chiba, sosteniendo que el kaiju está de fondo más relacionado con la ira de la naturaleza, la arrogancia humana y las fuerzas oscuras inmutables. El mensaje, simplemente, de que el ser humano no puede permanecer nunca a salvo de catástrofes incontrolables por mucho que mejore su manejo de la técnica y la tecnología, algo que hunde sus raíces directamente en un país tan azotado por los tsunamis y los terremotos como Japón.
Por eso quizá fue tan criticada la ambiciosa primera versión occidental del monstruo que vimos en la película de Roland Emmerich (1998). En esta historia, Godzilla era el resultado de una iguana -una iguana normal, sí- que se había visto alterada por pruebas atómicas en el Pacífico y que se dirige a Nueva York para desovar, dando una visión del monstruo restringida a su lado animal y despojándolo en gran medida de su vertiente sobrenatural.
En las versiones japonesas más recientes el mensaje antibélico ha vuelto a recuperarse. En la película de 2001 GMK se juega con la idea de que Godzilla está poseído o alimentado por las almas de todos los muertos que causaron los japoneses en la Segunda Guerra Mundial. O lo que es lo mismo, no solo era una metáfora andante del terror nuclear o las fuerzas de la naturaleza, sino que era un castigo directo sobre el lado más perverso del pueblo japonés, el cual sometió hasta la barbarie varias regiones asiáticas hasta su declive en la Guerra, durante el conocido como Holocausto asiático.
Más reciente es Shin Godzilla (2016), para muchos la actualización del monstruo que necesitaba el cine japonés. En ella vemos a un Godzilla cambiado en sus habilidades y presencia física, pero que vuelve a ser un lagarto enorme que destruye sin motivo aparente, simplemente porque es grande y ha acabado en mitad de una ciudad demasiado pequeña para él. El argumento se vio en Japón como una crítica a la actuación del gobierno durante el desastre de la central de Fukushima, una muestra más de que el terror al peligro atómico sigue vigente y de cómo la burocracia y los intereses partidistas también suponen nuestras propias barreras.
El Godzilla del MonstruoVerso: cambio Climático... ¿para bien?
Y llegando a la película que está actualmente en los cines, el MonstruoVerso parece habernos aclarado cuál es la naturaleza que nos propone para sus kaijus. En él Godzilla o Mothra son llamados Titanes, seres vivos que llevan en la Tierra desde mucho antes de que fuera poblada por el ser humano y que parecen reaparecer cuando hay una amenaza para la sostenibilidad del Planeta.
Los titanes, seres que se alimentaban de la radiación de la Tierra y a los que reactivan de nuevo las pruebas nucleares, son simplemente animales colosales que nos señalan lo poco importantes que somos geológicamente para el planeta los humanos. Ellos estuvieron antes que nosotros, y estarán después.
Los monstruos son la "única garantía de que la vida continuará", como dice Emma Russell, el personaje de Vera Farmiga. Todo ello se une a las escenas que vemos por televisión de continuas noticias sobre desastres naturales o la concienciación de la propia hija de Russell (Millie Bobby Brown) por el Cambio Climático. Godzilla y sus compañeros parece que tendrán una función de restauración del equilibrio en el planeta, al igual que hizo Kong en la Isla Calavera en su propia película.
‘Godzilla: Rey de los monstruos’: mucha acción pero poco memorable
Pero la película nos deja con la duda de si Godzilla actuará en la franquicia como una especie de redención del ser humano al doblegar a todos los Titanes de nuevo (y por lo tanto librarnos del castigo por machacar tanto a la Tierra) o si al final se volverá contra nosotros. Seguramente esa decisión la tendrían muy clara si el film fuera japonés. Veremos qué ocurre en la franquicia norteamericana.