La pediofobia es el miedo irracional a los juguetes y, más concretamente, a las muñecas. Su origen es desconocido, pero parte de la creencia de que el muñeco no es un ente inanimado, sino que finge serlo cuando está expuesto a las miradas ajenas. Multitud de libros, películas y series de televisión han explotado este temor con fines más o menos siniestros, pero el icono del terror por excelencia es el pelirrojo Chucky. El muñeco ataviado con camiseta de rayas y peto vaquero es la viva imagen de los miedos infantiles de toda una generación y ha conseguido llegar hasta nuestros días con un total de seis películas a sus espaldas.
Este año, el muñeco vuelve en su versión más actualizada, convertido en un asistente doméstico con la voz de Mark Hamill. Una importante compañía tecnológica saca a la venta una línea de muñecos Buddi ("amigo"), que pueden conectarse a la red y a todos los aparatos de la casa para controlar la luz, el reproductor de música o la televisión. Buddi se comercializa como el perfecto acompañante para los niños: "Un amigo para toda la vida". Así, la película se aleja de la idea original del asesino sanguinario que posee al muñeco —y también de los creadores del personaje, que rechazaron el proyecto—. Ahora, Chucky decide por sí mismo.
El juguete entra en escena gracias Karen (Aubrey Plaza), la dependienta frustrada de una juguetería que se lleva a un muñeco defectuoso como regalo para animar a su hijo Andy (Gabriel Bateman). Al principio, parece que el único fallo del juguete son unos intermitentes ojos rojos y su capacidad para decir palabras malsonantes, pero pronto descubrirán que su carácter no es tan amigable como anuncian en televisión.
La idea de un Chucky que aprende por sí mismo y desarrolla su propio instinto asesino resulta más perturbadora que la original, aunque no han sabido explotarla al máximo y no llega a ser terrorífica. Además, lleva el añadido de haberse convertido en una especie de androide con cobertura de plástico y un dedo luminoso al estilo E.T. *Este giro a lo Black Mirror*, que claramente pretende introducir al personaje clásico en la onda actual, nos hace pensar en Alexa. Por suerte, el asistente de Amazon no es ni de lejos una inteligencia artificial y, además, su inofensiva forma de cilindro impide que empecemos a mirarla con desconfianza. De momento.
¿Por qué nos atraen las películas sobre sublevaciones de robots?
Salta así la franquicia del puro terror fantástico al tropo de las máquinas que se revelan contra los humanos**. En este caso, Chucky tiene impulsos asesinos porque un trabajador disgustado desactivó su "inhibidor de violencia" —en otra ocasión hablamos de por qué iba a necesitar en primer lugar ese inhibidor un juguete infantil—. De modo que cuando el muñeco forja su "amistad" con Andy desarrolla un vínculo obsesivo que lo lleva a asesinar a todos aquellos que se porten mal con su dueño.
El estreno de Muñeco diabólico coincide con el regreso de otros juguetes muy vivos, pero menos sanguinarios, los de Toy Story 4. Tienen enfoques muy diferentes, pero Woody y Chucky no son más que caras opuestas de una misma moneda: todo lo que podría salir bien si los muñecos estuvieran vivos frente a todo lo que podría salir mal. De hecho, las dos sagas tienen mucho más en común de lo que podría parecer a primera vista: ambos juguetes forman un vínculo emocional muy fuerte con sus dueños que, casualmente, comparten nombre. Sin embargo, el Andy de Muñeco diabólico no tuvo tanta suerte con su regalo de cumpleaños.
Las dos caras de la misma moneda: Chucky versus Woody
El gran punto fuerte de la película es su autoconsciencia. Sabe que el público conoce al personaje y que no tienen grandes expectativas, de modo que se burla constantemente de sí mismo y da lugar a varios gags ingeniosos. La cinta es tan ridícula como predecible, pero ofrece exactamente lo que promete: "muñeco perverso desata cadena de asesinatos". No obstante, los sangrientos ataques no son tan explícitos ni espectaculares como podría esperarse de una producción de 2019.
Por otro lado, *Andy y su nuevo grupo de amigos forman una dinámica que recuerda a Stranger Things**, influencia tal vez de Caleb McLaughlin, Lucas en la serie de Netflix, que interpreta a uno de los niños. Parece que empieza a convertirse en costumbre que estos jóvenes actores participen en películas de terror, con Finn Wolfhard (Mike) en It e It 2*. Está claro que es un escenario que funciona y que ver a varios chavales con hachas y motosierras es bastante entretenido. Más aún si se enfrentan a un muñeco con la voz de Luke Skywalker.
Un divertido reboot con posibilidades de secuela
En definitiva, **Muñeco diabólico es una película poco memorable, pero ideal para los amantes de los slashers, con un nivel moderado de gore y muy divertida**. A pesar de no supone ninguna revolución dentro del género, cumple como lavado de cara del personaje y ofrece un producto entretenido con el que pasar la tarde. Ahora bien, este giro en la franquicia nos deja con la intriga sobre cuál será el sieguiente paso. Mientras que Don Mancini, creador original de Chucky, está trabajando en una serie del pequeño asesino para Syfy, el final abierto de esta entrega nos sugiere que podría haber continuaciones. ¿Sobrevivirán las dos versiones o el viejo Chucky está condenado al olvido?