Good Omens, la nueva serie de Amazon Prime Video, es una sátira del Apocalipsis bíblico. La historia de Neil Gaiman y Terry Pratchett coge elementos de la tradición cristiana –los cuatro jinetes, el Anticristo, la lucha entre el cielo y el infierno– y construye un divertido relato en el que un ángel y un demonio frenan el fin del mundo. En esta versión, el Apocalipsis está en manos de un niño de once años llamado Adam, que no está motivado por ningún designio maléfico, sino por la convicción de que la Humanidad es corrupta y merece ser destruida.
‘Good Omens’, la aguda sátira apocalíptica de Terry Pratchett y Neil Gaiman
Adam está empezando a descubrir el alcance de las guerras, de la estupidez y la crueldad humana y, sobre todo, del cambio climático. "Creen que todo se arreglará así, sin más, porque sí; no tiene sentido", afirma en el cuarto capítulo. Su análisis no necesita más complejidad que esa para ser uno de los más acertados que podemos escuchar hoy en día. La comunidad científica lleva años advirtiendo de las fatales consecuencias de no cuidar el planeta. Las cumbres de medioambiente se suceden y las naciones firman pactos, como los Acuerdos de París, que no se cumplen. Y mientras, el tiempo se acaba.
Las películas sobre el fin del mundo han pasado de ser como 2012, una simple cinta de acción basada en la profecía maya de que ese sería el último año de la Tierra, a ser como Years and Years. Esta serie de HBO explora posibles caminos para el ser humano en el futuro próximo y también hace hincapié en las consecuencias del cambio climático: “Seguimos diciendo que tenemos diez años para solucionar lo del cambio climático, y luego diez más para las inundaciones y para los bosques, y llevamos treinta años diciéndolo. Ya es tarde, no queda tiempo”, reflexiona uno de los personajes. ¿Tan inútil es preocuparnos ahora por el futuro del planeta?
El fin de la humanidad llegará en 2050
Los Acuerdos de París se propusieron contener el calentamiento global por debajo de los 2ºC a través de una guía de actuación básica para los países de la Unión Europea. Sin embargo, estas medidas no son suficientes. Al menos, no a largo plazo. El estudio sobre el panorama climático del Programa de Ciencia y Políticas de Cambio Social del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) asegura que la temperatura global del planeta habrá ascendido entre 3,1 y 5,2°C para el año 2100. Aún suponiendo que los países de los Acuerdos de París cumplieran sus programas, para 2050 ya habríamos superado esos 2ºC que se ponían de límite.
Pongámosle algo de contexto a estos datos. Según el Avance del Centro Nacional de Restauración Climática (NCCR) de Melbourne, el calentamiento por encima de los 4ºC es “incompatible con la comunidad global, devastador para la mayoría de los ecosistemas” y, además, “muy poco estable”. Superar los 2ºC de calentamiento global podría llevarnos a un punto de no retorno, en el que la Tierra se convertiría en un “invernadero autosostenible”. Es decir, la temperatura seguiría aumentando de forma natural.
https://apo.org.au/node/239741
Los expertos del NCCR se preguntan si parte de la culpa es de la propia comunidad científica, al ponerse de parte del "menor dramatismo". Para estos científicos, el cambio climático no puede adherirse a las mismas fórmulas de “contención, objetividad y escepticismo” que el resto de investigaciones porque llevan a subestimar la situación.
Lo cierto es que las consecuencias que preveen en su estudio son tan alarmantes que resulta difícil incluso tomárselas en serio. Su análisis habla del “fin de la civilización humana” para el año 2050. Por supuesto, no se refieren a un exterminio global de nuestra especie, sino al fin de la sociedad tal y como la conocemos.
Consecuencias desiguales
Los efectos del cambio climático sobre el ecosistema son también efectos económicos, políticos y sociales. El estudio de la NCCR afirma que los “sucesos no lineales masivos en el entorno global dan lugar a sucesos no lineales masivos en el entorno social”. Si las consecuencias de la situación climática llegan al extremo que prevé esta investigación, muchas regiones de la Tierra dejarían de ser habitables durante algunas épocas del año, lo que nos llevaría a migraciones masivas y tensiones internacionales. Más allá del drama humano que supondría este escenario, la comunidad científica advierte de un posible aumento de los conflictos armados.
Así es como el cambio climático puede aumentar los conflictos armados
No obstante, los efectos del cambio climático no son iguales en todo el planeta. El calentamiento global afecta notablemente más a los países en vías de desarrollo, como apunta el estudio de la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences. Según este equipo de investigadores, los países más fríos, como Noruega, han salido beneficiados con la situación. Sin embargo, las naciones más empobrecidas y con temperaturas medias más altas sufrieron una “disminución de su riqueza per capita de entre el 17 y el 30%” directamente derivada de la situación climática.
Ninguno de estos escenarios nos resulta del todo extraño, porque llevamos toda la vida viéndolos en la televisión. Por ejemplo, la serie ’3%’ establece una sociedad postapocalíptica en la que aseguran la sostenibilidad de los escasos recursos naturales permitiendo su acceso solo a un 3% de la población, que debe enfrentarse en distintas pruebas para demostrar su valía. Mientras, el resto de la sociedad vive en condiciones de extrema pobreza.
En Los 100, un grupo de delincuentes retenidos en una estación espacial son llevados a la Tierra cien años después de un desastre nuclear para comprobar si las condiciones medioambientales siguen siendo peligrosas para la vida humana. Incluso Los Juegos del Hambre se basan en un futuro distópico en el que la escasez de recursos y la desigualdad económica ha transformado por completo la sociedad.
Prevenir el fin del mundo
En Good Omens, los protagonistas solo necesitan convencer al Anticristo de que frene el Apocalipsis. Hablan con él para defender a la Humanidad y convencerle de que merece una segunda oportunidad. En la vida real esto no es tan sencillo. Para evitar las desastrosas consecuencias de alcanzar una situación extrema no podemos pedirle a la madre naturaleza que nos dé otra oportunidad: hay que tomar acciones drásticas. Los investigadores del estudio del NCCR proponen un plan de actuación que se asemeje al Plan Marshall en su alcance y ponga en marcha medidas efectivas para reducir a cero las emisiones de dióxido de carbono. Si no, podemos ir apostando qué escenario distópico es más posible que termine ocurriendo.