¿A quién no le ha pasado alguna vez eso de ir a abrir la cerradura del coche utilizando el mando inalámbrico y comprobar que este ha dejado de funcionar y que el problema persiste, aun cambiando las pilas? Esto es algo bastante común, especialmente en las ciudades grandes, pero también en otros lugares, si se ha decidido aparcar el coche cerca de un lugar susceptible de tener inhibidores de frecuencias, como comisarías o cuarteles militares.
Pero es mucho más extraño de forma persistente en buena parte del espacio de un pequeño pueblo, como ha ocurrido recientemente en una localidad de Ohio, en Estados Unidos. Fue a finales de abril, cuando los habitantes de North Olmsted comenzaron a experimentar problemas con los mandos de vehículos y puertas de garajes. En algunas ocasiones se solucionaba utilizando el mando de repuesto. En otras ni siquiera eso solventaba el problema, como tampoco lo hacía cambiar la batería o mover el coche a otro lugar dentro del mismo pueblo. Solo parecía arreglarse si se iba a otro lugar. El misterio fue puesto en manos de las autoridades locales, que finalmente lograron encontrar su origen, oculto en la casa de un solo vecino.
¿Cómo funcionan los mandos de un coche?
Aunque no todos los coches cuentan con estos dispositivos, en los últimos años se ha hecho muy frecuente que sus puertas puedan abrirse y cerrarse con mandos que permiten el bloqueo o desbloqueo de la cerradura desde una distancia no muy grande.
La mayoría de ellos funcionan a través de una señal de radio; aunque algunas marcas, como Mercedes, emplean infrarrojos en su lugar. De cualquier modo, tanto unos como otros utilizan esta señal para comunicarse con un receptor ubicado en el coche y sintonizado a la misma frecuencia empleada por el mando. Así, se envía el “mensaje” de que la cerradura debe bloquearse o desbloquearse, según la opción que se haya pulsado. En el caso de las puertas de garajes, el funcionamiento es exactamente el mismo.
La solución en un puerta a puerta
Después de que numerosos vecinos de North Olmsted se quejaran de los problemas con sus mandos inalámbricos, las autoridades locales emprendieron una investigación puerta a puerta, en busca de cualquier posible problema ubicado en los hogares de los habitantes del pueblo.
La magnitud del problema llevaba a pensar que su origen se ubicaría en un dispositivo de gran tamaño, según ha explicado a un periódico local el concejal Chris Glassburn. De hecho, pensaban que más bien provendría de alguna empresa de servicios públicos. Sin embargo, era necesario descartar también las casas de los vecinos.
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Y menos mal que lo hicieron, pues fue en una de ellas donde encontraron la respuesta a todo lo ocurrido. Se trataba de un dispositivo de elaboración casera que un habitante del pueblo había construido para detectar si alguien entraba en su casa mientras él trabajaba en el sótano. El inventor, un amante de la electrónica con necesidades especiales, no era consciente de que la señal de 315 megaherzios que emitía continuamente su aparato interaccionaba con las señales de radio utilizadas por los mandos inalámbricos de cerraduras de coches y puertas. Lógicamente, el hombre no tenía ningún tipo de intención negativa y no pretendía causar problemas a nadie, por lo que no tuvo inconveniente en retirar el aparato, consiguiendo que los mandos volvieran a funcionar con normalidad.