YouTube y el contenido problemático, tóxico, falso o conspiranoico son conceptos que han estado unidos recientemente más veces de las que debiera. Pese a las constantes declaraciones por parte de la compañía propiedad de Google de estar haciendo todo lo posible para evitar la presencia de este tipo de vídeos en la plataforma, nuevas informaciones apuntan que durante años habría sido la propia firma quien habría evitado una mayor regulación para beneficiarse de ello.

Lo recoge Bloomberg en un artículo en el varios empleados manifiestan actitudes y decisiones de directivos de la empresa destinadas a evitar que el contenido potencialmente tóxico fuese eliminado de YouTube. ¿El resultado? Los constantes escándalos que hemos ido viendo a lo largo de los tiempos recientes en los que conspiradores, ultraderechistas, antivacunas, creadores de bulos y tantos otros cuyos vídeos han logrado una enorme difusión en la plataforma, incluso llegando a mantenerse durante largo tiempo en la sección de recomendados por la misma.

Ignorando lo evidente

La postura de la compañía ante todos estos vídeos, que no pasaban desapercibidos, habría sido clara: no añadir controles adicionales que pudieran limitar su impacto. Ni retirarlos de la pestaña de recomendaciones, ni realizar un seguimiento de los mismos para ver su tracción real ni, en definitiva, intervenir de modo alguno con el algoritmo que clasificaba y daba importancia a unos contenidos u otros.

Uno de los ejemplos que rescata el citado medio es aquel en el que, tras el tiroteo en una escuela de secundaria de Estados Unidos el pasado año, decenas de vídeos inundaron la plataforma acusando a aquellos estudiantes que se manifestaban a favor del control de la venta de armas en el país de ser actores pagados. Uno de ellos, incluso, llegó a posicionarse como el primero en las tendencias del momento.

El absurdo de YouTube, Wikipedia y las teorías conspiranoicas

Poco después, los encargados de la moderación en YouTube sugirieron que únicamente los canales de noticias verificados pudieran ser elegibles para aparecer como contenido destacado. La respuesta por parte de los directos fue negativa en lo que todo apunta a una actitud para aumentar el número de visualizaciones de los vídeos relacionados con sucesos y noticias.

Las interacciones son la ley

"Escándalo equivale a atención", manifiesta Brittan Heller, miembro del Centro Carr de la Universidad de Harvard. "Cuanto más escandaloso es el contenido, más visitas". Esta es la que parece haber sido una de las máximas de YouTube en los tiempos recientes, algo que deriva en un mayor número de usuarios, creadores de contenido y, a la postre, de ingresos para la plataforma.

A tanto llegó el afán de la firma por hacer esto meridiano para sus empleados, que incluso los abogados de la empresa advirtieron a aquellos trabajadores que no formaban parte del equipo de moderación que se abstuvieran de tener relación alguna con vídeos tóxicos –buscarlos, reportarlos, hacerlos notar–. La razón de esta norma, nunca puesta por escrito, era que "si YouTube sabía que estos videos existían, su defensa legal se debilitaba", según un antiguo ejecutivo.

El niño Gabriel, tierraplanistas y conspiraciones: el gran problema de YouTube y sus videos recomendados

No es la primera vez, no obstante, que se tiene conocimiento de la inclinación de YouTube por los vídeos polémicos o de contendido de dudosa veracidad. Un antiguo empleado de la empresa que trabajó originalmente en el algoritmo de recomendación ya expresaba en marzo del pasado año que este se encontraba diseñado para ofrecer a los usuarios aquello que propiciaba un mayor tiempo de visualización.

Las respuestas más recientes de la plataforma, que parece haber tomado un papel más activo de manera reciente en lo que al control de sus vídeos y contenido se refiere, continúan siendo tibios y destacando por su aparente poca efectividad. Incluso se ha comenzado a hacer uso de Wikipedia y otras fuentes para añadir información veraz a posibles vídeos de bulos.

El reto que queda aún por delante no es pequeño, e implica un cambio profundo en la manera en la que YouTube se entiende a sí misma como servicio a la hora de lidiar con contenido que reporta un gran beneficio pero que perjudica a los usuarios en distinta forma y grado. Y es precisamente esto último, el entrar en conflicto con los intereses monetarios de la firma, donde se encontrará el motivo último para ver un mayor o menor compromiso a la hora de solventar una situación cada vez más compleja.

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