Crédito: ESO

El pasado miércoles el fotógrafo estadounidense Paul Smith se encontraba inmortalizando los rayos que rasgaban el cielo de Oklahoma durante una tormenta eléctrica cuando una especie de medusa roja gigante se dibujó sobre su cabeza.

No era una aparición alienígena. Tampoco un OVNI, ni ningún tipo de alucinación. La mancha rojiza estaba ahí, aunque en un abrir y cerrar de ojos desapareció de su vista. Pero no era la primera vez que Smith se encontraba algo así, por lo que fue lo suficientemente veloz para captar lo sucedido con su cámara. Así fue como consiguió una nueva instantánea de un rayo sprite, un fenómeno que ha fascinado al fotógrafo desde que lo divisó por primera vez en 2017.

Crédito: Paul Smith

¿Qué es un sprite?

Corría el año 1730 cuando el teórico legal alemán Johann Georg Estor aseguró haber visto durante un paseo a caballo en un día de tormenta una serie de flashes que se alzaban sobre las nubes y salían disparados hacia la Tierra, justo antes de desaparecer. En su momento no se dio especial importancia a lo que había visto, que siguió siendo un misterio hasta 1989, cuando el físico de la Universidad de Minnesota John R. Winckler volvió a observarlos, por una simple casualidad. El científico, especializado en auroras boreales, se encontraba probando con poca luz una cámara de vídeo que se usaría para grabar el próximo lanzamiento de un cohete, cuando captó accidentalmente un destello, similar al que Estor había descrito 259 años atrás. La grabación permitió que tanto él como otros científicos de la misma universidad pudieran analizar a fondo lo ocurrido, iniciando así la investigación en torno a este curioso fenómeno.

A día de hoy se sabe que se generan por encima de las nubes, a más de 50 kilómetros de altura, y que son el resultado de una interacción entre las tormentas eléctricas y la ionosfera, que es la parte de la atmósfera donde la radiación del sol hace que los átomos se carguen.

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Según explicaba el pasado mes de febrero a ABC Australia el astrofísico de la Universidad Nacional de Australia Brad Tucker, el proceso es similar al que tiene lugar dentro de los letreros de neón, ya que el gas en su interior no se ve, pero cuando se hace incidir sobre él una carga eléctrica se consigue que brille. En el caso de los sprites, esta electricidad parece provenir de un rayo positivo, en el que los electrones fluyen desde el suelo hasta una nube. Estos son unos rayos mucho menos frecuentes, pero también más potentes que los negativos, en los que la corriente electrónica hace el recorrido contrario, de la nube a la superficie terrestre.

De la medusa a la zanahoria

Generalmente, los sprites constan de grandes destellos rojizos en su parte superior, con “zarcillos” azules colgando hacia abajo. Según el tamaño y la disposición de estas dos regiones, pueden ser de tres tipos: medusa, columna o zanahoria. Los primeros son quizás los que más imponen, pues son de un gran tamaño, que alcanza los 48 kilómetros de largo y ancho. Esto supondría una mancha similar a una medusa roja de tentáculos azules, con un tamaño aproximado a la distancia entre Madrid y Aranjuez.

Pueden ser igualmente alargadas, pero mucho más estrechas, las columnas, que de tener los zarcillos más alargados de lo normal pasan a llamarse zanahorias.

Aunque no son fenómenos muy frecuentes, tampoco son tan extraños como parecen. El problema es que permanecen muy poco tiempo en el cielo, por lo que son especialmente difíciles de captar. Para ello es necesario estar ante una tormenta distante con fuerte descarga eléctrica. Entre esta y el observador no debe haber muchos obstáculos, por lo que los fotógrafos cazadores de sprites suelen buscarlos en lugares llanos, con poca contaminación lumínica.

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El mecanismo que lleva a la aparición de estos destellos es similar al de las auroras boreales; pero, al contrario que estas, puede verse en muchas zonas del planeta, sin necesidad de acercamiento a los círculos polares. Es por esto que quienes consiguen captarlo quedan tan fascinados que no dejarán de intentar repetir la hazaña, obteniendo fotos preciosas de estos magníficos fuegos artificiales de la naturaleza.

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