Un aborto involuntario supone un duro golpe para las parejas que esperan un hijo, y aún más si se repite dos, tres o incluso más veces. A partir de tres, y si ocurre antes de las 20 semanas de gestación, hablamos de aborto espontáneo recurrente, un fenómeno muy común, que sucede al menos al 1% de las mujeres, y que puede deberse a causas muy variadas. Por ejemplo, entre las razones más frecuentes se encuentran las anomalías anatómicas o cromosómicas, trombofilias o trastornos endocrinos. Sin embargo, buena parte de ellos se dan por causas desconocidas, aumentando aún más el desasosiego de los profesionales sanitarios y las pacientes, ya que no pueden atajar el problema para evitar una futura interrupción del embarazo.

Por eso, muchos investigadores se centran en estudiar este tipo de sucesos, desde diferentes áreas de la ciencia, como la inmunología. Es precisamente en esta área en la que trabaja el equipo de científicos del Centro Médico de la Universidad de Leiden, que ha publicado recientemente en Journal of Reproductive Immunology un estudio sobre el papel del sexo oral en este desgraciado fenómeno. Suena un poco descabellado y en realidad no hay una causalidad clara demostrada, pero lo cierto es que estos investigadores describen una posible explicación lógica detrás de este hábito que, según ellos, podría tener cierto papel protector frente a los abortos espontáneos.

Tolerancia hacia el feto

Cuando una mujer se queda embarazada, el feto se comporta como un injerto u órgano trasplantado, pues tiene un material genético diferente al de la madre. Por eso, al igual que ocurre en los trasplantes, en ciertos casos puede darse un rechazo, consistente en el “ataque” del sistema inmunitario materno hacia el feto, dando lugar a consecuencias como abortos espontáneos o un trastorno gestacional, llamado preeclampsia, que puede tener consecuencias muy peligrosas tanto para la embarazada como para su bebé.

Esto puede ocurrir cuando la madre tiene Rh negativo y el hijo positivo y previamente ha gestado a otro feto con Rh opuesto al de ella. Sin embargo, también pueden darse anomalías que conduzcan a este rechazo incluso en igualdad de Rh. Hasta ahora parece ser que todo se debe a una “disputa” entre el sistema inmunitario materno y el feto, ¿pero hay algo que pueda hacer el padre en todo esto?

En 2003 dio respuesta a esta cuestión un equipo de investigadores de la Universidad de Adelaide, en Australia, tras plantear que la exposición previa al semen paterno puede prevenir la preeclampsia, ya que el líquido seminal contiene factores inmunomodoladores que favorecen la tolerancia materna hacia el feto.

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La hipótesis propuesta en este estudio se unía a otra, elaborada por otro equipo del Centro Médico de la Universidad de Leiden, que en el 2000 observó que la exposición del semen ingerido a través del sexo oral parecía reducir los casos de preeclampsia.

Ahora, algunos de aquellos investigadores, junto a otros del mismo centro, han llevado a cabo un nuevo estudio en el que dejan de poner la vista en la preeclampsia para centrarse en los abortos espontáneos. Y los resultados son muy similares.

Para llegar a esta conclusión entrevistaron a 97 mujeres menores de 36 años, que habían padecido al menos tres abortos involuntarios antes de la semana 20. Además, hicieron el mismo tipo de encuesta a un grupo control formado por 137 participantes que habían desarrollado embarazos a término sin ninguna complicación. Al preguntarles sobre sus hábitos sexuales, el 56’9% de las que abortaron afirmaron practicar el sexo oral, mientras que en el grupo control fueron muchas más, un 72’9%. Esto podría indicar cierta protección del sexo oral frente al aborto, aunque es imposible asegurarlo con la información disponible.

Limitaciones en el estudio

Los propios autores del estudio advierten que esta correlación no tiene por qué indicar causalidad, especialmente teniendo en cuenta que desarrollaron su trabajo con un número reducido de participantes y que, además, los resultados se basaron simplemente en respuestas autoinformadas por parte de las pacientes.

De cualquier modo, sí que consideran que aporta información suficiente para plantear que el sexo oral pueda contribuir incluso más que el vaginal a la tolerancia materna hacia el feto. Por eso, en investigaciones futuras esperan analizar si este tipo de exposición al plasma seminal modifica el sistema inmunitario materno, hasta el punto de ayudar a prevenir este triste fenómeno. Hasta que lo demuestren y sin ningún tipo de seguridad, siempre que las dos partes estén de acuerdo, como excusa no está nada mal.