El pasado 19 de marzo me enteré de la concesión del Premio Abel a Karen Uhlenbeck gracias a una llamada de la responsable del área de sociedad de Euskal Telebista. Quería conocer mis impresiones para complementar la noticia que saldría en los informativos de la noche. Debo reconocer que no dejé de sonreír hasta un buen rato después de colgar el teléfono. Me pareció una fantástica noticia que dedicaran unos minutos a Uhlenbeck en los informativos que, en general, consagran poco espacio a temas relacionados con la ciencia.

El nombre de Karen Uhlenbeck no me era desconocido, pero enseguida empecé a buscar más información sobre ella. No fue difícil porque muchos medios se estaban haciendo eco de la magnífica noticia. Y, efectivamente, es una magnífica noticia. Diecisiete años después de la primera concesión del Premio Abel, y tras diecinueve hombres premiados, por fin una mujer recibía el preciado ‘Nobel de las matemáticas’. Este galardón reconoce las aportaciones esenciales y relevantes en investigación de destacadas personalidades matemáticas.

La concesión del premio Abel es siempre una noticia esperada y celebrada en el entorno matemático. Pero este año, para muchas personas, ha sido un año especial. Al día siguiente, tras observar la repercusión en los medios de comunicación, algunos de mis compañeros se sorprendían de que la concesión de un premio a una mujer fuera una noticia.

Los falsos mitos de por qué no hay Nobel de Matemáticas

En mi opinión, no tienen razón. Creo que hoy en día es una noticia que debe destacarse y, de hecho, es de agradecer que medios no especializados se hayan hecho eco de ello. No sería noticia si viviéramos en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, pero los números indican que, lamentablemente, aún estamos muy lejos de esa situación ideal.

Referente para hombres y mujeres

Karen Uhlenbeck será a partir de ahora un referente científico extraordinario para mujeres y para hombres. Para tenerla como modelo no hace falta intentar entender sus matemáticas. Son complejas, muy especializadas y difíciles de comprender incluso para quienes nos dedicamos a ellas.

Como cualquier persona galardonada con un Premio Abel, Uhlenbeck posee una visión profunda y amplia de diferentes áreas de las matemáticas. Sabe combinar técnicas diversas y complejas y utilizarlas en variados problemas. La mayoría de las personas que nos dedicamos a las matemáticas nos especializamos en una pequeña parte de un área concreta y trabajamos conociendo, en el mejor de los casos, unos pocos métodos.

Una matemática como Karen Uhlenbeck es capaz de abordar cada problema de múltiples maneras. Para ello se necesitan grandes conocimientos que requieren tiempo y esfuerzo, y habilidades especiales que permiten afrontar los retos planteados de maneras inusuales.

Los avances relevantes en matemáticas precisan de miradas diferentes, atrevidas y expertas. Y pocas personas poseen la capacidad de mirar de esta manera y de hacer conexiones entre materias aparentemente poco relacionadas. Algunas de ellas reciben el Premio Abel.

Mujeres científicas fascinantes que están cambiando el mundo

Karen Uhlenbeck no solo es una científica brillante. También se ha atrevido a denunciar públicamente las dificultades que ha tenido en su trayectoria profesional por el simple hecho de ser mujer. Es cierto que Uhlenbeck empezó su carrera hace unos cincuenta años y la situación ha mejorado. Es cierto, pero ella reconoce que, hoy en día, las mujeres siguen enfrentándose a mayores dificultades que sus compañeros varones. Uhlenbeck habla sin complejos y con conocimiento de feminismo, y reconoce lo mucho que le debe a la lucha feminista, aunque admite haber sido consciente de ello tardíamente.

Feminismo en la academia

Insisto: Karen Uhlenbeck es un referente científico extraordinario para mujeres y para hombres. ¿Por qué? Porque es una persona “normal”. Porque habla con pasión de su investigación en matemáticas. Porque rezuma entusiasmo cuando habla de los retos que ha abordado. Porque cuando ella denuncia las discriminaciones que ha sufrido, nadie puede argumentar que se queja por victimismo. Porque agradece al movimiento feminista la lucha que ha permitido a tantas mujeres, como ella, mejorar sus condiciones laborales y sociales. Porque se considera “imperfecta” y con estas sencillas palabras ayuda a derribar el mito de que las matemáticas solo está destinadas a personas con especiales dones.

Supongo que Uhlenbeck está fuera de sospecha: nadie puede pensar que le han concedido el Premio Abel por cuota. Pero quizás podrían habérselo otorgado algunos años antes.

Quizás los pequeños pasos que se están dando para incorporar a las mujeres a distintos comités de decisión están empezando a dar sus frutos. Aquí, en los lugares de decisión, sí que han sido precisas las cuotas para tener representación femenina. Quizás sin las reivindicaciones del movimiento feminista, en particular en el ámbito de la academia, un hombre habría recibido el Premio Abel en 2019… quizás.

Karen Uhlenbeck ha hecho historia. Su modelo puede abrir el camino a muchas mujeres que se ven imperfectas, como ella. Precisamente, en su Elogio a la imperfección, la premio Nobel Rita Levi-Montalcini afirmaba que la imperfección es lo que más se ajusta a la naturaleza humana. No hace falta ser una persona perfecta para dedicarse a la actividad científica. No hace falta ser genial. Solo es preciso tener ganas de aprender, de trabajar, de compartir y no perder la pasión a pesar de las dificultades.

La historia invisible de la mujer en la ciencia: un viaje trepidante

Gracias, Karen, por recordar que hay mucho talento femenino que ha trabajado y trabaja en matemáticas hoy en día. Gracias por ser un espejo cercano e imperfecto en el que mirarnos.

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