Solo hay una enfermedad infecciosa erradicada: la viruela. Y no fue hasta 1980 que la Organización Mundial de la Salud (OMS, por sus siglas) afirmó que la habíamos vencido. Desde entonces no hemos conseguido deshacernos de ninguna otra, aunque el fin de la polio parece estar cada vez más cerca.

No obstante, el uso de las vacunas ha hecho que los casos de enfermedades como la varicela, la poliomielitis o el sarampión desciendan drásticamente. Al fin y al cabo, los avances en materia de medicina son los que han conseguido alargar la esperanza de vida del ser humano. Sin embargo, ni siquiera estos hechos convencen a determinado sector de la población para vacunar a sus hijos.

¿Por qué hay personas que se resisten a creer en los beneficios de las vacunas?

Los llamados antivacunas están poniendo en peligro no solo al resto de personas sino también a los que no tienen un sistema inmunitario activo. Es decir, las personas inmunodeprimidas, aquellos pacientes con VIH, cáncer o que han recibido un transplante, de este modo también quedan protegidos ante estas enfermedades gracias a que la sociedad está vacunada y no se propagan. Y es justamente el efecto de inmunidad de grupo lo que ha fallado en un condado de Estados Unidos cerca de Nueva York con el sarampión.

En Estados Unidos ha fallado el llamado efecto de inmunidad de grupo, pero ¿qué es esto? La vacunación no solo sirve para evitar que el que se vacuna se ponga enfermo sino que contra más personas la tengan puesta, menos opciones de que la infección se propague. De esta forma, las personas que por motivos de salud no pueden vacunarse también quedan protegidas. Las personas inmunodeprimidas, es decir, pacientes con VIH, cáncer o que han recibido un transplante, de este modo también quedan protegidos ante estas enfermedades gracias a que la sociedad está vacunada y no se propagan. Sin embargo, los pensamientos y acciones de las personas antivacunas pueden poner en peligro la inmunidad de grupo y, en ese caso en particular, así lo han hecho.

En Rockland County, un condado de Nueva York, se declaró el pasado martes el estado de emergencia debido a un brote de sarampión que lleva azotando la zona desde el pasado otoño. Todo comenzó con varios casos dentro de la comunidad de judíos ortodoxos que vive en el condado y que son abiertamente contrarios al uso de vacunas. Ahora, la enfermedad ha ido más allá y se ha extendido por todo el condado llegando al punto de que se han sacado a los niños sin vacunar de las escuelas y desde este mismo martes tampoco pueden ir a sitios públicos por el estado de emergencia.

¿Qué es el sarampión? ¿Puede ser peligroso?

Wikipedia

El sarampión es una "enfermedad infecto-contagiosa producida por un virus, el Virus del Sarampión", explica a Hipertextual el doctor Julio García Rodríguez, miembro de la SEIMC y Jefe de Servicio de Microbiología del Hospital Universitario La Paz. "Es una enfermedad de las que llamamos típicas de la infancia que se produce cuando una persona susceptible (no vacunado o que no ha pasado el sarampión) entra en contacto con secreciones respiratorias de un enfermo infectado. Cuando este tose, estornuda o habla, las gotas infectadas con partículas víricas quedan en el ambiente o en las superficies donde otras personas pueden adquirirlo", indica.

Los síntomas tardan entre 10 y 14 días en aparecer una vez el enfermo ha estado en contacto con el virus y se trata de fiebre, tos seca, resfriado, dolor de garganta, conjuntivitis, manchas de Koplik (manchas blancas diminutas con centro blanco azulado y fondo rojo dentro de la boca, en el revestimiento interno de las mejillas) y sarpullido constituido por manchas grandes y planas que generalmente se funden entre sí, según informa la Clínica Mayo en su portal online. Aunque lo normal es que la enfermedad pase sin ningún tipo de problemas, "en algunas ocasiones (no muy frecuentemente) puede complicarse con cuadros de otitis, bronquitis, neumonías, encefalitis...", indica el doctor García.

Es importante saber cuándo una persona con sarampión es infecciosa para el resto del mundo. Por desgracia, la fase de infección empieza cuatro día antes de que comiencen a salir los sarpullidos, por lo que hay que avisar a todas las personas que en ese tiempo han estado en contacto con el paciente para que, si no están vacunados, sepan que pueden haberse contagiado. Desde el momento en el que aparecen los sarpullidos, el paciente sigue siendo contagioso durante cuatro días más. En total son ocho los días en los que una persona puede trasmitir el virus. Además, teniendo en cuenta que entre los síntomas está el resfriado y la tos, hay que tener mucho cuidado ya que las infecciones se producen de nariz o garganta entre personas, así que el propio aire que expulsa el enfermo puede ser infeccioso.

A pesar de las vacunas, el peligro para los más pequeños sigue siendo real ya que el sarampión puede llegar a ser una enfermedad grave e, incluso, mortal para los más pequeños. Por eso, es muy importante que los menores se inmunicen a través de las vacunas y así evitar cualquier tipo de riesgo. No hay que olvidar que gracias a las vacunas enfermedades como el sarampión, la rubéola o la varicela producen cada vez menos contagios e infecciones. Porque sí, las vacunas salvan vidas. Y el movimiento antivacunas, como ha pasado con estas comunidades de judíos ortodoxos, no se salva del contagio ya que no existe inmunidad de grupo en sus barrios.

Por otra parte, las personas que sí están vacunadas, en principio, no corren riesgo de poder infectarse. "La vacuna es muy segura y los datos de eficacia ofrecen cifras del 93% de eficacia para sarampión, rubeola y parotiditis y del 100% con una segunda dosis", afirma el doctor García. "Además, la vacuna del sarampión ofrece protección durante toda la vida, por tanto es muy poco probable que una persona vacunada se contagie", concluye.

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