Aunque la mayoría de métodos anticonceptivos de los que se dispone hoy en día tienen un altísimo porcentaje de eficacia, en algunos casos pueden fallar, normalmente por un error humano, aunque en otras ocasiones por la presencia de lotes defectuosos. Por ejemplo, el preservativo se puede romper o salirse accidentalmente y se pueden producir olvidos aislados a la hora de tomar la píldora anticonceptiva. En esos casos, es necesario recurrir a lo que se conocen como anticonceptivos de emergencia o, más comúnmente, pastilla del día después.

Existen muchas opciones, que pueden variar de unos países a otros, aunque en España las más comunes son el levonorgestrel y el acetato de ulipristal. Para el segundo es necesaria receta médica, mientras que el primero puede comprarse directamente en la farmacia, por lo que es al que se recurre normalmente. ¿Pero cómo funciona exactamente?

La importancia está en la dosis

El levonorgestrel es una progestina de segunda generación, que se usa como anticonceptivo convencional en bajas dosis y como anticonceptivo de emergencia en una dosis más elevada. ¿Pero qué quiere decir exactamente que sea un progestágeno de segunda generación?

Para empezar, las progestinas son progestágenos sintéticos; que, por lo tanto, tienen efectos en el organismo similares a los de la progesterona. El término “segunda generación” hace referencia al momento en el que empezó a comercializarse. Los primeros anticonceptivos, conocidos como “de primera generación”, comenzaron a comercializarse en los años 60 y estaban compuestos principalmente por estrógenos. Aunque algunos se comercializan todavía, con el tiempo han ido siendo desplazados por los de generaciones posteriores. Los de segunda, por ejemplo, llegaron a las farmacias en los años 70 y 80 y comienzan a recurrir a progestinas como, efectivamente, el levonorgestrel. Este cambio supuso una disminución en los efectos secundarios de este tipo de fármacos, aunque aportan un riesgo mayor de padecer trombosis venosa. Finalmente, en los años 90 surgieron los de tercera generación y, recientemente, los de cuarta. Todos estos han ido perfeccionando su composición, recurrriendo a nuevos progestágenos, que intentan minimizar los efectos adversos de generaciones anteriores, pero de nuevo sin lograrlo totalmente.

Volviendo al levonorgestrel, en dosis diarias muy bajas, de unos 30 microgramos, se usa como píldora anticonceptiva convencional. Incluso es la sustancia empleada en anticonceptivos que se encuentran actualmente en investigación, como los parches de microagujas. Sin embargo, en dosis mucho más elevadas, de 1’5 miligramos, actúan de un modo muy diferente, impidiendo el embarazo en situaciones de emergencia.

El parche de microagujas: el nuevo anticonceptivo de acción prolongada

Esto se debe a que actúa retrasando el momento del ciclo menstrual en el que es más fácil que se produzca la fecundación. Este ciclo, que normalmente dura unos veintiochos días, consta de varias fases, caracterizadas por la aparición de picos en los niveles de las diferentes hormonas sexuales femeninas. En el caso de la progesterona, su disminución da lugar a la ovulación, iniciando así la ventana temporal en la que aumenta la fertilidad. Por lo tanto, si en el momento en el que esta etapa está a punto de empezar se administra un chute de progestágenos, se altera el ciclo, impidiendo que comience y que se produzca correctamente la fecundación. Es importante tener en cuenta que no es un método infalible y que en algunos pocos casos puede producirse el embarazo de todos modos. Además, como bien se especifica en el Vademecum, debe tomarse en las 72 horas posteriores al coito, pues en caso contrario podría ser demasiado tarde. No es una pastilla abortiva, de modo que no tendrá ningún efecto si el proceso de fecundación ya ha comenzado.

Solo para situaciones de emergencia

El consumo de una dosis tan elevada de progestágenos puede dar lugar a efectos secundarios como sangrados no relacionados con la menstruación, retraso en la menstruación de más de siete días, hemorragia irregular y manchado, dolor uterino, mareos, cefaleas, diarrea o vómitos. Es por este motivo que se recuerda siempre que no es un método anticonceptivo al uso, por lo que no es una buena idea mantener relaciones sin protección de forma consciente con la tranquilidad de tomar después la píldora.

Solo debe administrarse en situaciones de emergencia, como las mencionadas anteriormente, de modo que una mujer no tenga que tomarla muchas veces en su vida. Además, es importante recordar que el único método anticonceptivo que previene las enfermedades de transmisión sexual es el preservativo y de estas infecciones ni siquiera el levonorgestrel puede salvarnos.