Esta está siendo una semana muy especial para los amantes de los dinosaurios. Hace apenas unos días se anunciaba el hallazgo en la Patagonia de los restos de Bajadasaurus pronuspinax, un dinosaurio muy peculiar, que utilizaba para defenderse las espinas que crecían sobre su cuello y su lomo. Ahora, muy lejos de allí, en Mongolia, se ha descubierto un nuevo dinosaurio, que ofrece a los científicos pistas muy interesante sobre la dieta de otras especies emparentadas con él.

Se trata de una nueva especie de oviraptosaurio, que ha sido bautizada como Gobiraptor minutus, según puede leerse en el estudio publicado hoy en PNAS por palentólogos dela Universidad Nacional de Seúl.

Una dieta de impacto

Los ovipraptosaurios eran dinosaurios con plumas que vivieron durante el Cretácico en lo que hoy se considera Asia y América del Norte. Se trata de un grupo muy heterogéneo, en el que había especies del tamaño de un pavo, como Caudipteryx, pero también otras mucho más grandes, como Gigantoraptor, que alcanzaba los 8 metros de longitud y las 1’4 toneladas de masa.

Aunque han aparecido fósiles suficientes para que pueda considerarse un grupo bastante estudiado, los científicos no tienen claro en qué consistía exactamente su dieta. Los hay que apuntan a que eran carnívoros, mientras que otros creen que se alimentaban de plantas únicamente. También puede ser que comieran moluscos o huevos, o incluso que se complementaran varias de estas opciones. De hecho, al ser un grupo tan diverso, podría ser que diferentes especies tuviesen distintos hábitos alimenticios.

Esta es precisamente la razón por la que este último hallazgo resulta tan interesante, ya que lo que estos investigadores encontraron en el desierto del Gobi fue el esqueleto incompleto de una especie que llamaba especialmente la atención por sus mandíbulas, inusualmente engrosadas. Esto podría indicar que seguía una dieta por aplastamiento, centrada en alimentos duros, como semillas, huevos o moluscos de concha dura.

Crédito: Do Yoon Kim (2019)

Más datos de interés

Aparte de su alimentación, los descubridores de este fósil pudieron extraer más información sobre la nueva especie, ya que se halló en una zona ocupada en el pasado por ríos y lagos, de modo que se deduce que podrían estar adaptados a ambientes húmedos.

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Esto es algo que contradiría las conclusiones extraídas del hallazgo de otros ejemplares del mismo grupo, aunque eso no quiere decir que estas estuviesen equivocadas. En realidad, según concluyen los autores del estudio, podría ser que la puesta en marcha de diferentes estrategias dietéticas podría explicar la amplia diversidad taxonómica y el éxito evolutivo de este grupo dinosaurios en la región en la que se han hallado los huesos.