Invisibles a nuestros ojos, a través del aire y de prácticamente cualquier elemento viajan datos a corta, media o larga distancia. Lo hacen a velocidades de centenares de megabytes por segundo, los equivalentes a una película en alta definición o a la discografía completa de tu grupo favorito.

Y es que pocas tecnologías están tan implantadas en la sociedad como la telefonía móvil, internet o las conexiones Wi-Fi. En este último caso, su popularidad es tal hasta el punto de ser la opción más popular para acceder a internet desde ordenadores, dispositivos móviles, consolas de videojuegos, televisores, vehículos conectados, cámaras de seguridad y electrodomésticos inteligentes, con permiso de las tecnologías 4G y 5G, su principal rival.

La tecnología Wi-Fi es tan popular que los menos avezados a la informática no sabrían diferenciar internet del Wi-Fi, conceptos se han fusionado en la memoria colectiva hasta el punto de ser inseparables el uno del otro. Hoy en día cualquier dispositivo electrónico tiene conexión Wi-Fi y los routers que ofrecen las empresas de telecomunicaciones vienen preparados para explotar todo lo posible el acceso inalámbrico a internet, dejando el clásico cable Ethernet como un recuerdo del pasado.

Pero, ¿en qué consiste exactamente esta tecnología inalámbrica? ¿Qué la diferencia de las frecuencias de radio y televisión o de las conexiones móviles? ¿Cómo nació Wi-Fi y cómo ha logrado estar en todas partes?

Todo empieza con la radio

Seas o no consumidor de radio, este medio de comunicación anterior a la televisión e internet recibe el nombre del responsable de que puedas leer este artículo en tu smartphone o tablet vía Wi-Fi. Y es que las conexiones móviles, la tecnología Wi-Fi y las emisiones de radio y televisión tienen un mismo origen: la radiofrecuencia.

Ya hablamos largo y tendido del tema en un artículo anterior, pero para explicarlo brevemente: en la naturaleza nos encontramos con radiación electromagnética que se propaga en forma de ondas electromagnéticas. Está ahí, de manera natural, te guste o no. Parte de esa radiación, llamada radiofrecuencia o espectro de radiofrecuencia, permite enviar y recibir información con la tecnología adecuada.

A través de la radiofrecuencia hemos logrado crear las radiocomunicaciones, entre las que se incluye la ya mencionada radio (AM y FM), la televisión, la telefonía móvil o las conexiones Bluetooth o Wi-Fi, cada una en su propia frecuencia para que no interfieran unas con otras, y cada una con su propia historia.

Más allá de la radiofrecuencia, la tecnología Wi-fi debe su nacimiento a un protocolo estándar diseñado para permitir redes inalámbricas locales.

El protocolo 802.11

Su nombre no es muy atractivo a nivel comercial, pero el protocolo 802.11 es el responsable de que contemos con internet sin cables en hogares, lugares públicos, cafeterías, hoteles, oficinas…

Su nombre completo es IEEE 802.11, en referencia al Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos, en inglés Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE), una asociación profesional afincada en Nueva York, Estados Unidos, y que entre sus muchos cometidos intenta unificar criterios y otros aspectos técnicos para facilitar la integración entre tecnologías.

Pues bien. Mientras que el protocolo 802 estandariza las redes locales o metropolitanas, su derivado 802.11 se centra en este tipo de conexiones o redes locales (LAN) pero a nivel inalámbrico, lo que conocemos como WLAN o Wireless Local Area Network, en castellano Red Inalámbrica de Área Local. Creado en 1997, este protocolo ofrecía inicialmente unas velocidades de 2 Mbits por segundo. Su segunda versión, IEEE 802.11b, ya permitía 11 Mbits por segundo, y pasó a llamarse Wi-Fi, un nombre más comercial que 802.11b.

Como curiosidad, Wi-Fi, WiFi, Wifi o wifi en la actualidad, es un acrónimo de Wireless-Fidelity, un juego de palabras que surge de unir Wireless y Hi-Fi, High Fidelity o Alta Fidelidad. Te guste o no el nombre, la paternidad se la debemos a la norteamericana Interbrand, una consultora de marcas que fue contratada por la Wi-Fi Alliance, antes de tener tal nombre, obviamente, para encontrar un nombre más comercial que protocolo 802.11b. Así que, en parte, Wi-Fi viene a decir alta fidelidad inalámbrica.

La importancia de esta tecnología fue tal, por sus aplicaciones inmediatas y de futuro, que dos años más tarde se creó una asociación enfocada exclusivamente en apoyar y mejorar este protocolo inalámbrico. La asociación se llamó Wi-Fi Alliance y, de ahí, el nombre de la tecnología que ha llegado hasta nuestros días.

Sin ánimo de lucro, la Wireless Ethernet Compatibility Alliance o Wi-Fi Alliance controla la marca Wi-Fi y certifica que los productos que llevan su nombre sean totalmente compatibles, principal motivo este último por el que se creó esta asociación.

Varios ejemplos de la rápida implementación de la tecnología Wi-Fi en los dispositivos del momento. En 1999, Apple apostó por incluir compatibilidad Wi-Fi en su iBook. E IBM haría lo propio con su ThinkPad serie 1300 en 2000. En cuanto a teléfonos móviles, BlackBerry lanzaba en 2005 su modelo 7270, compatible con Wi-Fi. Por su parte, Apple lanzó su primer teléfono, iPhone, en 2007 con compatibilidad EDGE y Wi-Fi.

A diferencia de otras tecnologías o dispositivos, cuando hablamos de Wi-Fi no podemos dar un único nombre. Mark Zuckerberg es el fundador de Facebook, Steve Jobs fue uno de los padres de Apple, y a Tim Berners-Lee y Vinton Cerf les atribuimos el nacimiento de internet.

En el caso de la tecnología Wi-Fi estamos hablando de distintos proyectos, compañías e instituciones donde trabajaban decenas de ingenieros y técnicos. Se hace muy complicado atribuirle la paternidad a una única persona.

En constante evolución

Sobra decir que la tecnología Wi-Fi está muy bien diseñada. Todo es mejorable, y cada cierto tiempo surgen noticias alarmantes sobre su seguridad. Pero como medio de transmisión de datos sin cables, la conexión Wi-Fi es fácil de instalar y de ampliar, mediante puntos de acceso.

Además, una red Wi-Fi puede emplearse para dar acceso a una conexión a internet, ampliando su alcance, pero también para conectar dispositivos a nivel interno con la ventaja de no necesitar cables para transmitir datos o archivos.

Otra ventaja es que elimina el límite de conexiones, ya que a diferencia de los puertos Ethernet, que admiten un único dispositivo por puerto, una red Wi-Fi permite conectar varias computadoras y dispositivos. Algo a lo que estamos acostumbrados y que hacemos de manera natural, pero que hace dos décadas era más un deseo que una realidad.

En cuanto al alcance de una red Wi-Fi, dependerá de las antenas y repetidores. Las conexiones domésticas a través del router que facilitan las operadoras de telefonía alcanzan unos 25 metros, pero con dispositivos profesionales es posible llegar a 30 kilómetros de distancia.

Sea como fuere, Wi-Fi o estándar IEEE 802.11 ha ido cambiando con los años, perfeccionando el protocolo para que transmita más información en menos tiempo. El protocolo 802.11n (de 2009), por ejemplo, envía entre 72 y 600 MBits por segundo. Y si tus dispositivos inalámbricos cuentan con Wi-Fi 802.11ac (de 2013), enviar una película es cuestión de segundos, pues su rango de velocidad va de 433 a 6933 MBits por segundo.

Así pues, la nomenclatura de las versiones del mismo protocolo fueron alternando letras del alfabeto, de la A a la Z y combinaciones de una o dos. Pero a partir de 2009 se decide darle un nombre más comercial y menos confuso. En el caso del protocolo 802.11n, la Wi-Fi Alliance decide darle el nombre de Wi-Fi 4. Lo mismo ocurrió con Wi-Fi 5 (802.11ac) y con Wi-Fi 6 (802.11ax), la versión más reciente hasta la fecha. Se anunció en 2018 y verá la luz durante 2019.

A Wi-Fi 6 también se la llama High-Efficiency Wireless, y alcanza velocidades de hasta 11 gigabits por segundo. Para entendernos, un Blu-Ray contiene 25 GB de datos. En poco más de dos segundos podríamos transmitir su contenido vía Wi-Fi 6.

¿Cuál será el futuro de las conexiones inalámbricas? ¿Wi-Fi 6 o 5G? Sea como fuere, las redes Wi-Fi han democratizado el acceso a internet y lo han extendido a cualquier aparato o dispositivo electrónico. Fácil, barato y a gran velocidad, salvo excepciones. Sea cual sea su futuro, la tecnología Wi-Fi ha conseguido que cualquier gadget casero o profesional cuente con soporte Wi-Fi para que interaccionen entre sí en una red local. Y lo mejor, sin cables.