Tonga encuentra experimentando el horror al que estamos expuestos todos: vivir sin internet. El archipiélago de 177 islas ha quedado desconectado debido a la avería que sufrió el único cable submarino que conecta al país con el resto del Pacífico.
El gobierno de Tonga presume que la causa de los dos cortes en el cable que conecta al país con Fiyi pudo ser el ancla de un barco que arrastró parte del mismo hasta dañarlo. El corte de internet afectó servicios como transacciones bancarias, envíos de dinero, reserva de vuelos, hoteles y por supuesto, el uso de redes sociales.
El gobierno de Tonga ha habilitado una conexión satelital para cubrir emergencias y se ofrece hasta 20 minutos de acceso a las personas que tengan paciencia para hacer fila.
La mala noticia para los habitantes de Tonga es que no existe una fecha estimada para reparar el cable. Se habla de una semana o dos como máximo. El gobierno del país incluso habló de bloquear el uso de redes sociales como Facebook o YouTube para priorizar otros servicios con el poco ancho de banda que provee la conexión satelital.
El incidente en Tonga nos recuerda a lo ocurrido en África en abril de 2018. Seis países se quedaron sin internet por culpa de un cable dañado. El mayor afectado fue Mauritania, quien quedó desconectado por espacio de 48 horas. Un año antes Somalia sufrió una suerte similar al quedar desconectado por semanas.
El mundo es dependiente de los cables submarinos
La página Submarine Cable Map nos ofrece un mapa detallado de los cables submarinos y sus rutas actualizadas al día de hoy. Pocos saben que estos cables son responsables de casi la totalidad de la transferencia de datos.
Empresas como Google han comenzado el desarrollo de cables submarinos privados como el Curie, que conectará California con Chile buscando optimizar la latencia y potenciando la plataforma Cloud. Un segundo cable llamado Dunant conectará a Estados Unidos con Francia y se apunta a ser el primer cable trasatlántico de la tecnológica.
Algunos ya anticipan que deberíamos preocuparnos por proteger estos cables, vulnerables a anclas de barcos, tiburones y todo aquel que desee sabotear las conexiones de un país enemigo.