Como si del Ave Fénix se tratase, el MacBook Air logró revivir de lo que, al menos desde fuera, parecían sus cenizas. La nueva versión es más poderosa, más compacta y muchísimo más atractiva. Este es nuestro análisis a fondo.Cuando Apple introdujo el MacBook de doce pulgadas hace unos tres años, todos intuyeron que aquel diminuto y vanguardista portátil sería, con el tiempo, el reemplazo perfecto para la afamada e importante gama MacBook Air. De hecho, creo que incluso en Apple lo veían así. Oficialmente nunca lo han llegado a reconocer, pero el abandono que sufrió la gama Air desde 2014, unido al progreso del MacBook de 12” durante los últimos tres años, parecía indicar que la estrategia subyacente era justamente esa.

Tres años más tarde, sin embargo, parece que algo no ha salido como esperaban. Apple ha presentado una importante renovación del MacBook Air, esa gama que parecía olvidada desde el año 2014. Y de forma simultánea, además, ha dejado sin actualizaciones al MacBook de 12 pulgadas, que aún se comercializa con microprocesadores de 2017.

MacBook de 12".

Los papeles parecen haberse intercambiado, y ahora es el MacBook de 12” el que, al menos durante unos meses, queda sin rumbo. No solo no ha recibido la actualización anual de microprocesador; también su identidad dentro del portfolio, la de “portátil ultradelgado”, ha sido suplantada por un equipo más capaz y completo como el Air.

Honestamente no sabemos si el MacBook de 12 pulgadas desaparecerá o mutará para cubrir un nuevo segmento del mercado. Lo único que sí podemos afirmar es que, a día de hoy, el MacBook Air ocupa su lugar. Y además lo hace mucho mejor.

El MacBook se queda sin rumbo

Más compacto, más atractivo, más Air

El nuevo MacBook Air es una máquina completamente diferente a la que conocíamos -y adorábamos- en 2014. La versión de 2018 abraza la línea de diseño ya implementada en el resto de MacBooks, reduce significativamente su grosor y, pese a mantener una pantalla del mismo tamaño (13,3 pulgadas), aminora la superficie total del equipo mediante un importante recorte de los marcos que flanquean tanto el teclado como la pantalla. El resultado es un equipo sumamente portable y, a la vez, el MacBook más bonito hasta la fecha.

En la mano, además, se siente realmente liviano. Y sí, la diferencia es de apenas 100 gramos respecto a su predecesor, pero su sólida construcción -apreciable incluso en detalles tan simples como la rigidez de la bisagra o el tratamiento del aluminio- engaña a nuestros sentidos y genera una especie de prejuicio por el cual esperamos un peso superior a los 1,25 kilogramos que certifica la báscula.

Esa sensación positiva también continúa en aspectos como el teclado o el trackpad, dos ámbitos en los que Apple continúa por delante del resto de la industria. Quien haya usado un MacBook de 12 pulgadas o un MacBook Pro de última generación, no encontrará diferencias sustanciales: sigue siendo el mismo trackpad con retroalimentación háptica y el mismo teclado con mecanismo de mariposa (3ra generación, en este caso). Sin embargo, quien venga de un PC con Windows o un Mac anterior a 2015/2016, encontrará en este Air una mejora sustancial.

Algunas apreciaciones al respecto:

- Este es el mejor teclado jamás montado en un Mac. Aunque la primera sensación es extraña -el recorrido de las teclas es menor y el sonido es más opaco de lo habitual-, el teclado con mecanismo de mariposa resulta sumamente agradable y cómodo. Y como en generaciones anteriores, está retroiluminado. Un gusto trabajar con él.

- **La superficie del trackpad aumenta y la retroalimentación háptica emula a la perfección el click físico.** El aumento de tamaño del trackpad y la retroalimentación háptica no son atributos nuevos para los MacBook de Apple. Sin embargo, sí lo es para la gama Air. Funciona a la perfección.

Pantalla retina, por fin

La pantalla Retina es ya una seña de identidad para cualquier producto de Apple. Dicho término -con enfoque marketiniano- hace referencia a pantallas con densidades de píxeles lo suficientemente elevadas como para hacerlos indistinguibles a simple vista. O dicho de otra forma: una pantalla se considera Retina cuando, a la distancia de uso habitual del producto, el cliente no puede diferenciar píxeles individuales.

La tecnología se lanzó por primera vez en 2010, y desde entonces se ha expandido y perfeccionado a través de las diferentes gamas de productos de Apple. Está presente en los iPhone, en los iPad, en los MacBook y hasta en los Apple Watch.

El MacBook Air, en un ejemplo más del estancamiento que ha sufrido desde 2014, ha sido el único gran producto de la marca que se ha mantenido al margen de dicha tecnología. Por suerte, eso sí, la nueva versión acaba con esa carencia e integra una pantalla retina de prestaciones relativamente parejas a las del MacBook Pro de 13 pulgadas.

En pocas palabras:

- Tiene un tamaño de 13,3 pulgadas. El más popular en ordenadores portátiles modernos.
- Tiene una densidad de píxeles de 227 ppp, haciendo los píxeles indistinguibles a la distancia de uso habitual para un portátil.
- Emplea la tecnología IPS.
- La relación de aspecto es 16:10, la misma que en el resto de portátiles de Apple.
- Carece de tecnología TrueTone, recién introducida en los MacBook Pro de 2018.

Por otra parte, los profesionales de la imagen (cineastas, fotógrafos, etc.) también deben considerar estos dos aspectos:

- El brillo máximo es de 300 nits, algo inferior a los 500 nits del MacBook Pro, aunque sigue siendo suficiente para trabajar con el equipo en entornos luminosos.
- El espacio de color no llega a ser DCI-P3, como sí ocurre en los MacBook Pro.

A día de hoy, nadie ofrece pantallas tan precisas y admirables como las de Apple. Año tras año, la compañía norteamericana establece nuevos estándares de calidad en todas las gamas de producto, y además lo hace manteniendo la homogeneidad y reduciendo la tasa de errores -algo sumamente importante cuando se trabaja a gran escala-.

La pantalla del MacBook Air no es una excepción a esa norma. Quizá no sea la más espectacular y vanguardista del mercado, pero sigue siendo un panel realmente bueno en todos los sentidos (precisión de la calibración, contraste, homogeneidad, distorsión desde diversos ángulos de visión…).

Buen rendimiento, aunque no brillante

El punto más crítico del nuevo MacBook Air es, sin lugar a dudas, el microprocesador que alberga en su interior. La elección de Apple, un Core i5 de octava generación y Serie Y es, cuanto menos, particular, pues la mayoría de equipos de la competencia optan por chips de la serie U.

En este sentido es necesario realizar una serie de apreciaciones importantes:

- El MacBook Air no busca satisfacer a los usuarios más exigentes. Apple asegura que su rendimiento es bueno en “tareas del día a día” como elaborar presentaciones en Keynote, navegar páginas web con Safari o editar vídeos en iMovie.

- La mayor diferencia técnica -y quizá la más evidente- entre la serie U y la serie Y es el número de núcleos. Mientras que los Core i5 de la serie U cuentan con cuatro núcleos, los de la serie Y cuentan con dos núcleos. Los procesadores de la serie Y, por lo tanto, son menos potentes que los de la serie U.

- Los chips de la serie Y, por lo general, generan menos calor cuando entran en funcionamiento. Esta virtud permite rebajar los sistemas de refrigeración -o incluso eliminarlos, como en el MacBook de 12 pulgadas- y, por consiguiente, adelgazar el chasis del ordenador.

- El MacBook Air, pese a su reducido grosor y al uso de procesadores de la serie Y, monta un pequeño ventilador que “oxigena” el interior del equipo. Su inclusión ayuda a que el procesador opere a frecuencias más altas durante un periodo de tiempo más prolongado.

Durante la última semana he utilizado el MacBook Air para un amplio abanico de tareas: redactar documentos, enviar correos electrónicos, retocar imágenes en Adobe Photoshop, revelar decenas de fotografías en formato RAW a través de Adobe Lightroom, etc. Pero solo hubo un único momento en el que realmente sentí que el MacBook Air comenzaba a tocar su techo: tras varias horas de edición fotográfica en Lightroom. Es decir: tuve que pasar toda una tarde revelando fotografías en un programa profesional como Lightroom para sentir cómo el equipo empezaba a alcanzar su límite.

Pongamos esto en contexto: Adobe Lightroom es un software fotográfico que, cuando se usa de forma intensiva -aplicando múltiples correcciones a archivos RAW de cierto peso-, requiere una gran capacidad de procesamiento. Y en ese escenario de relativo estrés, el MacBook Air cumplió las expectativas.

Afirmar que el MacBook Air es una máquina suficientemente capaz y veloz no sería, por lo tanto, ningún engaño. Ofrece un rendimiento más que positivo para la gran mayoría de situaciones. Y la contribución del ventilador, además, ayuda a mantener frecuencias más altas durante un mayor tiempo -algo que no siempre sucedía con el MacBook de 12 pulgadas-.

Entonces, ¿qué importancia tiene que este microprocesador sea un Core i5 de la serie Y en lugar de la serie U? Para el usuario medio, ninguna. La gran mayoría de personas que compren este MacBook Air encontrarán una respuesta rápida, transiciones suaves y un rendimiento más que aceptable bajo flujos de trabajo algo más complejos.

Sin embargo, echando la vista atrás y comparando este Air con otros Macs más antiguos, el salto prestacional de su CPU es menor del que uno podría esperar tras cuatro años de desarrollo. Mi ordenador personal es un MacBook Pro de 2014. Y aunque encuentro a este MacBook Air más rápido que mi viejo Pro, la diferencia no ha sido tan notoria como imaginaba antes de su presentación.

Esta situación no se produciría si Apple hubiese incorporado un procesador de la serie U, presente en equipos de precio similar (como Surface Laptop 2). Sin embargo, la decisión no resulta tan sencilla como “vamos a meter un procesador u otro”. Hay muchísimos aspectos que Apple ha tenido que valorar en su elección: la eficiencia térmica, el consumo energético, los costes de fabricación, la capacidad de producción, los retrasos evolutivos experimentados por las arquitecturas de Intel, etc.

Afortunadamente, la elección del Core Y no lastra precisamente el rendimiento del MacBook Air. Este equipo, gracias también al SSD de alta velocidad y las memorias RAM de mayor frecuencia, ofrece un rendimiento muy bueno en el ámbito en el que el que se espera que penetre. Y quien desee o necesite un extra de potencia, siempre puede elevar su vista hacia el MacBook Pro, con procesadores mucho más avanzados.

Últimos detalles

- Más y mejores puertos. El nuevo MacBook Air tiene dos puertos USB-C, a diferencia del MacBook de 12”, que solo presenta uno. Esto entrega una gran versatilidad cuando sea necesario recargar la máquina y conectar algún accesorio de forma simultánea. Además, ambos puertos son más veloces: trabajan con USB 3.1 Gen 2 (10 Gbps) y Thunderbolt.

- Mayor privacidad y eficiencia. Al igual que los modelos Pro, este Air integra el chip T2 de Apple, que gestiona las señales de imagen, el gestor de arranque, el cifrado del dispositivo y el acceso a elementos sensibles como la cámara FaceTime y el micrófono. Al estar aislado del procesador principal y el resto del hardware, el MacBook Air es significativamente más seguro que otros equipos.

- Touch ID. Junto con el chip T2 se integra un sensor de huellas dactilares, que permite iniciar sesión en la computadora y autenticar pagos mediante Apple Pay, entre otras cosas. Funciona a la perfección.

- Cámara FaceTime de mayor resolución. A diferencia del MacBook de 12 pulgadas, este monta una cámara FaceTime 720p. Esto, junto con los algoritmos de procesamiento de imagen realizados por el T2, mejora sustancialmente la calidad del vídeo capturado por el equipo.

- La mejor autonomía de la gama. Aunque no brille como su predecesor -que, en algunos casos, alcanzaba las 14 horas de uso-, la autonomía del MacBook Air 2018 es sumamente buena. Sin aplicaciones exigentes (como Lightroom o Photoshop), el equipo aguanta una jornada de trabajo (entre ocho y diez horas) con facilidad.

Conclusión

Para mi, como para muchas otras personas, este MacBook Air es el equipo ideal. Emplea materiales de primer nivel, su chasis es sólido, puede transportarse con extrema facilidad, tiene una pantalla de altísima calidad y su autonomía es lo suficientemente elevada como para cubrir una jornada de trabajo habitual.

También es rápido. Muy rápido, de hecho. La nueva generación de SSD, la mayor velocidad de la memoria RAM y el procesador Core i5 de octava generación hacen que este MacBook se comporte a las mil maravillas frente a un amplio abanico de situaciones.

Sin embargo, miro mi viejo MacBook Pro (2014) y veo que el salto prestacional, aunque perceptible, no resulta tan amplio como esperaba. Es una pequeña espina. La única, de hecho, que me queda tras trabajar durante una semana con este MacBook Air. Su rendimiento es muy bueno, sin duda. Y comprendo las limitaciones que Apple ha podido encontrar en el camino (eficiencia térmica, eficiencia energética, la ineficiencia de Intel en sus desarrollos, etc.). Pero tras cuatro años en barbecho esperaba que esta nueva versión del MacBook Air estuviese un pequeño escalón por encima (en lo que a procesador se refiere).

Pros

  • Pantalla retina, por fin.
  • El mejor teclado y trackpad de la industria.
  • Mayor seguridad gracias al chip T2 y Touch ID.
  • Construcción de primer nivel.

Contras

  • Procesador bueno, aunque no brillante.

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