La adaptación cinematográfica de la archiconocida saga literaria Harry Potter tiene incontables elementos positivos que los aficionados guardan con cariño y, entre ellos, destaca el titánico trabajo del equipo creativo detrás de las ocho películas para llevar al mundo real el fantástico e imaginativo universo plasmado por J.K Rowling en las páginas de sus novelas.
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Pero aunque algunos elementos eran más fácilmente trasladables de la hoja a la pantalla, gracias a las profusas descripciones de J.K Rowling o a tratarse de algo más palpable, definir a qué y cómo debería sonar la magia en las películas de Harry Potter supuso un arduo trabajo. El último vídeo de Nerdwriter, un fenomenal canal del que ya os hemos hablado, se centra precisamente en eso, el diseño de audio de la saga cinematográfica.
Ver el vídeo, de apenas 7 minutos, ya es suficiente para valorar algo que a muchos nos pasaría totalmente desapercibido y que damos por hecho, el arduo trabajo de diseño de sonido detrás de un elemento tan nuclear en la franquicia como la magia y sus hechizos. Y no fue un trabajo definido al milímetro desde la primera película: Chris Columbus apostó en La Piedra Filosofal por sonidos más juguetones, de corte algo más infantil y, sobre todo, más cercanos a elementos palpables y ya conocidos: papeles, explosiones, fuegos articiales e incluso animales.
De igual manera, aquellos hechizos que se pueden asociar a elementos del mundo real como el agua, la electricidad o el hielo se ligan a sonidos producidos por dichos elementos. Lo complicado viene en la magia más intangible y, por lo tanto, todavía más fantástica: ¿cómo debería sonar el Lumos? ¿Y el Expelliarmus? ¿Y Avada Kedavra? El vídeo explica los motivos de la mayoría de decisiones detrás de esos hechizos pero remarca la importancia de una película en concreto.
Y es que además de hacer la que para muchos, entre los que uno se incluye, es la mejor película con diferencia de la franquicia, Alfonso Cuarón y su equipo creativo dieron un giro de 180 grados en la representación con El prisionero de Azkabán. Al tiempo que viraron la historia hacia tonos más oscuros y elevaron el nivel cinematográfico y de dirección varias escalas, optaron por hacer de la magia y los hechizos algo más misterioso y melancólico, si cabe. Por ello, esas explosiones y ese explosive-whoosh tan característico de los primeros filmes son sustituidos, en muchos momentos, por ligeras melodías de flauta y tonos mucho más neutros y, en cierto modo, tensos.
En películas posteriores, los hechizos y los combates mágicos tendrían una importancia mucho mayor y los realizadores apostarían por una expresión muy física a la hora de invocar cada hechizo, ligándolos, además, mediante sonidos, colores y expresiones al mago o maga que los realizara. Ahora, habiendo pasado ya muchos años desde el final de la saga de Harry Potter, podemos afirmar sin miedo que el a buen seguro arduo y complejo trabajo dio sus frutos.