Los hermanos Coen han cosechado una reputación importante; fruto de sus largometrajes únicos y sorprendentes. Netflix lo sabe y por eso Ethan y Joel forman parte de su ambiciosa estrategia, en la cual ha fichado a destacados creadores tanto del cine como de la televisión. Así como con estos dos hermanos conocidos por El gran Lebowski (1998), O Brother, Where Art Thou? (2000), la multipremiada No Country for Old Men (2007) y la inolvidable Fargo (1996), la plataforma también está trabajando con el rey de las series de antología, Ryan Murphy, y en pocos días estrenará la esperadísima cinta Roma del director mexicano Alfonso Cuarón.

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La balada de Buster Scruggs es, como todas las cintas de estos hermanos, un título hilarante, integro de principio a fin, y, sobre todo, lleno de humor negro. Se trata de un largometraje conformado por seis relatos que no tienen nada en común excepto que se ubican en el viejo oeste estadounidense. Cada uno de ellos tiene su propio encanto y juntos hacen un florilegio que nos dejará en la desesperanza, en la ironía, en el miedo, pero siempre con una sonrisa en los labios, como bien saben hacer estos directores, maestros del humor negro.

El relato que abre la cinta es precisamente el protagonizado por Buster Scruggs, un peculiar forajido interpretado por Tim Blake Nelson —una cara conocida en las películas de los Coen— que así como es amable, incluso con el público pues rompe la cuarta pared desde que aparece a cuadro, es peligroso y mortífero. Sin más nos damos cuenta que estamos ante un psicópata encantador pero que encontrará "la horma de sus zapatos". Toda tragedia en manos de los Coen se vuelve una broma agridulce e irónica, y así es como cierra este primer cuento.

Tal como si se tratara de un programa clásico —como los de Disney, en donde se veís un libro en el que nos sumergimos— la antología de los Coen pasa la página y nos da cuenta de que estamos ante una colección de relatos brevísimos que son equiparables puñetazos que nos provocan dolor, amargura, tristeza y miedo, pero también risa.

El segundo relato, llamado "Near Algodones", es protagonizado por James Franco, en donde este hace de un asaltabancos con mucha o poquísima suerte, como quiera que se vea. El resto de los relatos tiene grandiosos protagonistas: Liam Neeson y Harry Melling en "Ticket Meal"; Tom Waits y Sam Dillon en "All Gold Canyon"; Bill Heck y Zoe Kazan en "The Gal Who Got Rattled", un cuento descorazonador que se cuece a fuego lento.

Como sucede con las antologías, algunos cuentos resultan mejor que otros, o simplemente unos gustan más o menos. El riesgo que corren los Coen es tremendo, sin embargo, parece que la experiencia y su toque único está pulido a la perfección. El último segmento, por ejemplo, llamado "The Mortal Remains", es como un chiste clásico tipo: "Estaban un inglés, una mujer, un francés y un irlandés en un carruaje cuando..." Y así, tan pronto como inicia, acaba y nos deja llenando los huecos de la narración, que son muchos, en donde encontraremos el gran tesoro de un cuento que dura de apenas unos minutos en lo no dicho, en el gran terreno que nos abren por delante en donde nos abandonan a nuestra suerte.

Como sucede con el terror y con el humor negro, el efecto completo no se da de inmediato. El sabor agridulce que nos deja La balada de Buster Scruggs se hace más ácido, implacable y oscuro al paso del tiempo. Es como un efecto retardado que hace que disfrutemos mucho la película más allá de las poco más de dos horas que duran los seis relatos. En fin, se trata de una entrega muy recomendable para todos los fanáticos del western clásico pero sobre todo de los hermanos Coen, que si bien exigen a su público paciencia, pagan con una hato de humor único e inolvidable. Por último, no sobra reconocer la gran calidad de producción y la espectacular fotografía a cargo Bruno Delbonnel, responsable en el mismo ámbito en Amélie, Across The Universe y en la cinta del 2013 de los mismos Coen, Inside Llewyn Davis.

La balada de Buster Scruggs se encuentra disponible para todos los suscriptores de Netflix.

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