“Cualquiera que tenga un coche eléctrico sabe que el único punto de recarga en el que puede confiar al 100% actualmente en España es el que tiene instalado en su plaza de garaje”. Así de tajante habla a Hipertextual Héctor Rodríguez, secretario de la Asociación española de usuarios de vehículos eléctricos (AUVE), pero para después rematar su afirmación con una puerta abierta a la esperanza: “Esta mala situación puede cambiar muy pronto si se cumplen todos los proyectos que están planificados”.
La implementación del coche eléctrico en España ha llegado en los últimos años con retraso. Apenas unos 30.000 vehículos eléctricos recorren las calles del país de los más de 23 millones que hay matriculados según la Dirección General de Tráfico, pero en los últimos tiempos se atisba un cambio de tendencia. Las ventas durante 2018 han crecido, a lo que se suman las distintas opciones que cada vez más fabricantes ponen encima del mercado, con una autonomía que ya supera la 'barrera del miedo' de los 250 kilómetros en muchos modelos o la creciente penalización sobre los diésel.
A día de hoy prácticamente no existe ninguna gran marca convencional que no haya lanzado su alternativa eléctrica. Pero si hay algo importante en esta 'primavera eléctrica' que se comienza a ver es que se ha desatado una especie de guerra por ver qué empresa dispone antes su red de carga para estos vehículos. Petroleras como Repsol o Cepsa junto con eléctricas como Iberdrola o Endesa quieren que sus enchufes lleguen a las carreteras, electrolineras y parkings del país antes que los de sus competidores. Un ecosistema de competencia hasta ahora no visto en el sector.
¿Por qué los primeros coches eléctricos modernos eran tan feos?
España, una isla sin apenas puntos de carga en la Europa occidental
Hasta ahora, España había destacado como uno de los países de Europa que, teniendo en cuenta su extensión, menor distribución de puntos de carga tenía. Según un informe publicado este año por ACEA, la asociación de fabricantes europeos, Holanda era el estado con más puntos de carga con 32.875, seguido por Alemania (25.241), Francia (16.311) y Reino Unido (14.256).
España se situaba en este ranking como la quinta con más 'enchufes' de Europa con 4.974. Sin embargo, esta posición tan noble tiene dos peros: La primera, comparando su extensión, Holanda tiene por ejemplo un enchufe cada 1,26 kilómetros cuadrados, mientras que en España esta relación se limita a uno cada 101,7 kilómetros, casi 100 veces menos. La segunda, que de estos puntos de recarga apenas 200 lo son de carga rápida.
“En España los primeros puntos de carga los hicieron ayuntamientos con muy buena intención hará ya más de 10 años. El problema es que estos puntos, además de quedarse antiguos y ser muy lentos, han quedado en la mayoría de los casos sin actualización ni mantenimiento”, comenta Rodríguez, quien valora que después de esto la administración “dejó de potenciar los puntos de carga, y la empresa privada no ha visto rentable ponerse con ello, al menos hasta ahora”.
El otro problema fundamental es que hasta ahora, aunque la red de casi 5.000 puntos pueda parecer amplia, esta se encuentra fundamentalmente en centros comerciales y parkings. Si hacemos un filtrado en Electromaps, una de las webs de referencia para planificar rutas en vehículo eléctrico, restringiéndonos a estaciones de carga rápida en autopistas, vemos que en España quedan sin electrificar buena parte de las rutas principales entre los grandes núcleos urbanos, con apenas un centenar de estaciones en las que poder cargar las baterías. Llama la atención especialmente el vacío en las conexiones desde Madrid a Andalucía y a Extremadura, así como de la capital a Galicia.
La 'guerra' por ver quién pone más puntos de carga comienza ahora
Por suerte, este vacío podría desaparecer si se llevan a cabo todos los planes que numerosas empresas han puesto encima de la mesa para abrir sus propios centros de carga para vehículos eléctricos. A algunas empresas energéticas como Endesa, que comenzaron abriendo las primeras electrolineras del país privadas y dotando de coches eléctricos a su parque interno, se han sumado en los últimos meses petroleras convencionales como Repsol y, más recientemente Cepsa, para situarse en un mercado que hasta ahora parecían haber dejado en un segundo plano.
Repsol es la empresa de estaciones de servicio que mayor red de carga tiene distribuida en España gracias a su alianza con IBIL, empresa en la que participa accionarialmente y que le ha permitido disponer de 1.200 puntos de carga (refiriéndonos a enchufes divididos entre estaciones de servicio, garajes y parkings) de los que 37 son de carga rápida, con intención de seguir ampliando la red constantemente. Su apuesta se bascula dentro de una estrategia mayor que ha hecho a Repsol hacer sus primeras incursiones en el mercado de la energía eléctrica y de apostar por nuevas formas de combustibles sostenibles como el GLP, el gas licuado del petróleo, hasta ahora muy poco usado en España.
Por su parte, Cepsa, que hasta ahora parecía no tener intención de entrar en el mercado eléctrico, también tiene un plan junto con Ionity, empresa europea dedicada a los cargadores rápidos, para instalar al menos 100 en un plazo corto de tiempo en la península Ibérica, todos ellos en autopistas en las estaciones de servicio del mismo grupo.
Pero como decimos, no solo las petroleras se han sumado al mercado. Eléctricas como Endesa tienen un plan que parte de la estrategia ya trazada por su matriz italiana Enel en el país transalpino. En total la empresa habla de instalar 4.000 puntos de carga en España que estarían distribuidos en estaciones de servicio, parkings y centros comerciales. Iberdrola, por su parte, también ha dado a conocer su intención de disponer 200 puntos de carga rápida en los principales corredores y que estaría activa, según la compañía, en 2019, a lo que se suma su idea de instalar también en parkings y centros de ocio. En este sector energético se suma también Naturgy, la antigua Gas Natural Fenosa, que quiere ganar su parte de terreno estableciendo puntos de carga en empresas y comunidades de vecinos.
Todo este despliegue del sector petrolífero-energético parece una clara intención por posicionarse antes que nadie en la movilidad eléctrica, una competencia que desde luego no vendrá nada mal para renovar la vetusta y escasa red de carga española. De cumplirse todos estos planes, España podría tener en el plazo de unos años una red de puntos de carga que pasaría de los menos de 5.000 enchufes actuales a más de 10.000. Sin embargo, como matiza Rodríguez, hay que ver muy bien cómo se trasladan estas ideas del papel a la carretera.
“La principal deficiencia que tiene España es la de los cargadores rápidos en autopistas y vías principales, y parece que se quiere atajar esto. Pero cuando se hablan de enchufes y planes con cifras redondas, como han dado a conocer hasta ahora las empresas, muchas veces se refieren también a la instalación en centros comerciales y parkings de particulares, unas mejoras que aunque también son señalables, no cambian la movilidad eléctrica como tal. Lo que requiere ahora el conductor medio de vehículo eléctrico, con una autonomía que ronda los 200 kilómetros, es poder salir de viaje sin miedo a quedarse tirado. Y para eso lo primero que hay que mejorar son estos puntos de carga en autopistas, su atención al cliente -porque muchos están desatendidos o en mal estado, señala- y el precio, que actualmente es muy elevado en comparación al precio por cargar el coche en el enchufe particular de cada uno”, valora el secretario de AUVE.