La monogamia es un tipo de relación en la que la persona solo tiene relaciones sexoafectivas con otra persona, es decir, solo tiene una pareja a la vez. Sin embargo, es común que haya personas que no puedan ni quieran mantener solo una relación. Esto lleva a una pregunta que los investigadores llevan tiempo tratando de resolver: ¿Está el ser humano hecho para ser monógamo?

La respuesta no es ni sí ni no, es complicado dar una solución porque la realidad social es compleja. “Aún no hay estudios suficientes o pruebas fehacientes que permitan determinar si los humanos somos una especie con rasgos totalmente monógamos o más de otro tipo de relaciones que se ven en la naturaleza”, explica el psicólogo, sexólogo y terapeuta de parejas Ignasi Puig Rodas a Hipertextual. “Sobre todo porque una de las cosas que vemos es que en el mundo hay diferentes formas de relacionarse y encontramos distintos modelos. Si existen diferentes modelos, ¿es una cuestión biológica o cultural?”, se pregunta el experto en relaciones de pareja no convencionales.

¿Monógamos para evitar las ITS?

En 2016 la revista Nature Communications publicó un estudio en el que se relacionaba el abandono de la poliginia —relaciones sexoafectivas entre un hombre y varias mujeres— con el asentamiento de la población en ciudades que permitía que las infecciones (antes llamadas enfermedades) de transmisión sexual (ITS) se expandieran más rápido. Y que, por lo tanto, se trataría de una monogamia cultural.

La razón por la que nos volvimos monógamos

“Si todas las relaciones son cerradas y hay exclusividad sexual con tu pareja, entonces se frenaba más la expansión de la ITS”, explica desde el otro lado del teléfono Puig Rodas. “Esta es la hipótesis que los investigadores plantearon, pero no tenemos una máquina del tiempo para preguntarles si fue esta la causa de que se cerrasen las relaciones”, comenta el terapeuta.

Monogamia y religión

Uno puede pensar que con la llegada de determinadas religiones, como el cristianismo, también pudo ser una causa de que las relaciones se cerrasen y se convirtieran en exclusivas. “Muchas veces la religión se utiliza para justificar una decisión: a partir de ahora nos vamos a comportar así. Y si se le da un carácter sagrado la gente va a hacer más caso”, explica el sexólogo.

Un ejemplo controvertido, comenta Puig Rodas, puede ser el consumo del cerdo en el islam o en el judaísmo. “Es una cuestión cultural porque la carne de cerdo tenía muchos parásitos que no se conocían y era fácil que transmitieran enfermedades, así que se plantearon qué hacer para evitar esta situación”, señala. “No es más que una medida de higiene social, pero la gente hace más caso si se le da un halo sobrenatural, místico o de divinidad”, afirma el psicólogo.

No-monogamia, o las relaciones singulares

En el mundo hay diferentes modelos de relaciones y no hay que mirar en civilizaciones en medio del Amazonas para conocerlos. Últimamente se habla más de las no-monogamias, es decir, relaciones en las que participan más de dos personas. Un ejemplo es el poliamor, aunque dentro de este modelo tampoco todo el mundo actúa del mismo modo. Entonces ¿qué tipos de poliamor hay? ¿Es mejor el poliamor que la monogamia? ¿Somos todos poliamorosos?

Dentro de las no-monogamias hay relaciones abiertas —las dos personas tienen más de una pareja sexual, afectiva o ambas—, relaciones mono-poli —uno es monógamo, pero no le importa que su pareja esté con otras personas ya sea de forma sexoafectiva o sexual—... Y también están aquellos que, aunque no quieren a más de una persona a la vez, está abiertos a mantener sexo con otras personas, como es el caso de aquellos que practican el intercambio de parejas, pero siempre consensuado con la otra persona. “Hay multitud de tipos de relaciones. Tantas que en los últimos años se puede hablar, también, de relaciones singulares, que viene a decir que cada relación es diferente y tiene sus normas", explica.

Sin embargo, no hay que caer en la idea de que el poliamor es mejor que la monogamia. “Hay parejas monógamas que son geniales”, señala Puig Rodas. “Hay que evitar caer en la creencia de que las relaciones no monógamas son mejores que las que sí lo son”, comenta el sexólogo.

Por esto anima a que cada persona se conozca a sí mismo y busque su propia felicidad, ya sea con una sola persona a su lado o con múltiples. “Hay personas que son monógamas porque les encanta este modelo y cumple todas sus expectativas mientras que otras personas se meten en la monogamia porque es el modelo que viene dado por defecto por la sociedad y el que hay que seguir, no porque se ajuste a su manera de ser”, explica a Hipertextual. “Si a uno no le gusta este modelo es infeliz y puede buscar hacer pequeñas trampas, como engañar a su pareja, para encontrar la felicidad, que es lo que todos buscamos”.

Pero el problema se puede solucionar de otra forma: mediante la comunicación. “En terapia trabajamos con el pacto de pareja, es decir, establecer de qué forma quiero relacionarme con esta persona, desde si van a convivir juntos hasta si quieren tener hijos o, incluso, si uno de ellos dejará de trabajar cuando lleguen los niños”, comenta Puig Rodas. Y este pacto es el que aconseja utilizar este psicólogo tanto para las parejas monógamas como para las que no lo son. “La mayor parte las parejas no hablan de estas cosas, las dan por sentadas y piensan que el modelo de relación de nuestros padres o el que nos han enseñado en televisión es el estándar y que todo el mundo quiere lo mismo. Y no es así, hay otros modelos”, concluye el terapeuta.