"Si te quiero es porque sos / mi amor mi cómplice y todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos". Con versos como estos, Mario Benedetti es reconocido como uno de los grandes poetas en castellano. Un escritor que hablaba del amor, pero también del mundo que le rodeaba. ¿Es acaso este poema un reflejo de la pasión que el uruguayo sentía hacia la mujer querida? ¿O refleja por contra que había mucho más que dos en la pareja? Más allá de la literatura, la elección de la monogamia como "régimen familiar que no admite pluralidad de cónyuges", según la Real Academia, sigue siendo polémica. ¿En qué momento el ser humano decidió abandonar la tendencia de escoger varias parejas simultáneas? ¿Qué razón explica que nuestra especie se volviera monógama?
Las enfermedades de transmisión sexual pudieron jugar un papel más relevante de lo que se pensaba en el origen de la monogamia social
Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature Communications, aporta una nueva hipótesis sobre el origen de la monogamia social. Una vez que se desarrolló la agricultura y las tribus se volvieron sedentarias en lugar de nómadas, muchas sociedades abandonaron la poliginia -que el hombre tuviera varias esposas al mismo tiempo- por la monogamia. Esta transformación supone un "rompecabezas evolutivo" que ha sido explicado con diversas teorías. En 2013, por ejemplo, un trabajo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences postuló que el infanticidio podría estar detrás de la elección de la monogamia. El riesgo de que varones ajenos a una familia mataran a la descendencia provocó que los humanos y otros primates optaran por una única pareja. De este modo se compartiría el cuidado de los críos, reduciendo el peligro para los infantes.
Pero esta no es la única razón que podría explicar la monogamia. Una investigación liderada por científicos de la Universidad de Waterloo apunta ahora que las enfermedades de transmisión sexual (ETS) podrían haber promovido el cambio de la poliginia a la monogamia. Según los autores, cuando apareció la agricultura y las sociedades fueron haciéndose más grandes -de hasta trescientos individuos-, los brotes de ETS persistían más que en las tribus más pequeñas. En estos grupos reducidos, el hecho de que aparezca una enfermedad de transmisión sexual no es demasiado relevante, puesto que dichas infecciones no persisten. Este es el motivo por el que en este tipo de sociedad la poligamia no está en desventaja con la monogamia.
La situación cambia cuando se estudia a grupos más grandes, formados por trescientos miembros. En este segundo caso, las enfermedades de transmisión sexual sí persisten en la tribu. Por ello los hombres que practicaban la poliginia tenían menos ventajas evolutivas que los que eran monógamos: por un lado, era más fácil que se infectasen y, por otro, las ETS también afectaban a su tasa de fertilidad. En otras palabras, las enfermedades ETS se volvían endémicas en las sociedades con un mayor número de individuos, por lo que era recomendable, al menos desde la perspectiva evolutiva, optar por ser monógamos.
Las conclusiones de este nuevo modelo sobre la elección de la monogamia deberán ser confirmados en el futuro, especialmente con datos de poblaciones modernas. Entender qué ocurrió en el pasado resulta complejo, pues disponemos de un limitado registro histórico y poquísima información sobre la prevalencia de las ETS en las sociedades prehistóricas. Pero este nuevo trabajo en Nature Communications propone una hipótesis alternativa sobre el origen de la monogamia volviendo la vista atrás hacia el papel que las enfermedades de transmisión sexual pudieron tener sobre nuestra evolución cultural.