Mientras construye coches sostenibles y que esperan conducirse solos algún día con Tesla, idea naves espaciales retornables con Space X, sueña con llevar al hombre a Marte, piensa en agujeros por debajo de las ciudades para eliminar atascos en Boring Company o imagina sistemas de transporte a través de tubos de vacío con Hyperloop, Elon Musk también lee. Y lo hace como muchos otros amantes de la tecnología dejándose embelesar por los futuros que plantea la ciencia-ficción, un género que en algunas de sus historias más elevadas, parecen haber moldeado hasta su propio pensamiento e ideología, según ha comentado -como no, en Twitter- el propio empresario.

“Si debes saberlo, me considero un anarquista utópico del tipo mejor descrito por Iain M. Banks”, tuiteaba Musk en junio, queriendo dejar patente su forma de pensar. ¿Pero a qué se refiere Musk con ese "anarquismo utópico"? El CEO de Tesla se refiere a la sociedad descrita por el autor escocés Iain M. Banks en su serie La Cultura, una saga de diez libros, el primero publicado en 1987 y el último en 2012, donde se nos plantea una sociedad en la que humanos -o mejor dicho seres humanoides- conviven con Inteligencias Artificiales superpotentes hasta el punto de haber superado cualquier tipo de escasez.

Ningún ciudadano de la Cultura debe hacer nada, ni trabajar, ni preocuparse, ya que todo lo hace la tecnología. Incluso la muerte, lejana porque se ha superado cualquier enfermedad, es reparable si descargas tus pensamientos y recuerdos para después reinsertarlos en otro cuerpo artificial en un momento dado, aunque realmente, a los ciudadanos de la Cultura, no les preocupa morir.

Banks murió de forma prematura en 2013 a los 59 años debido a un cáncer, pero le dio tiempo a describir una sociedad que ha inspirado buena parte de los pensamientos y la visión de futuro de Musk y otros pensadores tecnológicos. La primera cita de Musk en los libros se encuentra en Twitter en 2014, cuando dijo que estaba leyendo una novela que esperaba “que no fuera demasiado optimista con respecto a la IA”.

Una sociedad controlada por Inteligencias Artificiales, para el bien de la humanidad

La Cultura nos plantea una sociedad intergaláctica compuesta por varios pueblos descritos como pan-humanos, similares a los humanos en apariencia, aunque no se aclara qué ligazón tenemos con ellos. En los libros se recorre su historia a lo largo de varios siglos, y se cuenta también que llegaron a contactar con la Tierra alrededor del año 2100.

Iain M. Banks, autor de la saga de 'La Cultura'

En un momento de su historia, varias civilizaciones extraterrestres decidieron unirse por un bien mayor: formar una especie de utopía perfecta dejando todas las labores a la tecnología que habían conseguido desarrollar. Así pues, en la Cultura los individuos biológicos no tienen de qué preocuparse, siendo su mayor problema el aburrimiento, lo que hace que algunos se inserten por medio de genética órganos que segregan drogas o hayan desarrollado también la capacidad de cambiar de sexo de forma sencilla también mediante edición genética, todo con el único fin de experimentar nuevas sensaciones y tener una mayor libertad.

Si los ciudadanos de la Cultura viven tan despreocupados es porque han entregado todas las labores a inteligencias artificiales. Para las labores más mecánicas cuenta con los zánganos (drones en inglés, témino ideado por Banks antes de que se extendieran las naves no tripuladas actuales, traducidos como obreros según la edición), y para la administración y sostenibilidad de su sociedad han dejado todo en mano de unas súper inteligencias artificiales a las que llaman "Mentes". Las Mentes controlan todo para que a los ciudadanos de la Cultura no les falte de nada. Generan recursos, comida, controlan naves e infraestructuras, en incluso no hay leyes, ya que cada ciudadanos sabe cómo obrar de forma adecuada. Es en cierto modo lo que describe Musk, una utopía sin gobierno, casi una anarquía perfecta, donde las IA se encargan de que todo funcione.

Musk ha demostrado su amor por esta saga de una forma que solo su excentricidad puede hacerlo. Por ejemplo, puso el nombre de Just Read The Instructions (Solo lee las instrucciones) y Of Course, I Still Love You (Por supuesto, te sigo queriendo) a dos de las barcazas de Space X en las que deben retornar sus cohetes reutilizables. Estos nombres que parecen canciones de The Beatles, son los que también ha puesto La Cultura a algunas de las naves con las que controla la Galaxia.

'La Cultura' se divide en 10 novelas, la primera: 'Pensad en Flebas'

En la Cultura la confianza en la IA es tal que a los ciudadanos biológicos se les inserta de pequeños un "cordón neuronal" con el que crecen para estar integrados con las máquinas y la sociedad, y que también acentúa todas sus capacidades, incluido el sexo o su capacidad para entretenerse (que es el mayor problema en este mundo). Este "cordón" es algo comparable a lo que Musk quiere crear con Neuralink, una de sus últimas startups, con la cual quiere crear mediante nanotecnología una unión cerebro-ordenador que en primera instancia sirva para mejorar la vida de personas con discapacidad, pero que a la larga funcione como un amplificador de las capacidades humanas.

Una utopía no tan idílica

Sin embargo, si Banks consiguió escribir y tener éxito durante diez novelas lógicamente no lo pudo hacer relatando únicamente la vida de una comunidad donde todo funciona a la perfección y sin problemas. Banks consigue en La Cultura explorar todos los problemas que supone este modo de vida tan hedonista y confiado mediante la presentación de contrarios.

Buena parte de los personajes de sus novelas no son en realidad miembros de La Cultura, sino de otras civilizaciones galácticas que no han querido pertenecer a ella o con la que han entrado en guerra. Y es que, aunque los ciudadanos de La Cultura seguramente no se enteren de nada mientras están inmersos en sus juegos de placer, en las novelas las Mentes, esas superinteligencias artificiales, toman sus propias decisiones por el bien de su sociedad, entre las que se incluyen declarar la guerra a otras razas no tan evolucionadas con el fin de convertirlas. Como si se tratara de una cruzada evangelizadora llevada a cabo por una máquina.

Así, por ejemplo, en la Cultura vemos el punto de vista de los Idiranes, una sociedad también avanzada pero que entró en guerra con la Cultura cuando esta quiso considerar ciudadanos a las inteligencias artificiales. Para los Idiranes, al igual que para los Chelgrians, en la Cultura la religión sigue estando presente, aunque no por medio de dioses clásicos, sino por el control total que ejercen las Mentes, que como decimos se dedican a servir a sus ciudadanos y no presentan ninguna "rebelión" del tipo Yo, robot, pero sí que toman sus propias decisiones sobre lo que creen que es bueno -entre las que se incluye matar y extorsionar a otras sociedades- y que tratan a los humanos y las IA menos avanzadas como una especie de dios benevolente, o en el peor de los casos, como un dueño a su simpática pero dependiente mascota.

Es por esto que buena parte de las tramas de las novelas vistas desde dentro de La Cultura se vean también desde el punto de vista de un "biológico básico", como se define a aquellos ciudadanos que han decidido renunciar a su cordón neuronal y al control de la IA, en una búsqueda por nuevas sensaciones o mantenerse alejado de tanta tecnología. Eso sí, estos ermitaños son descritos por Banks de una forma cínica, no tanto como aquel que ha tomado una decisión heroica, sino como un hipster que se ha comprado un Nokia 3310 en los tiempos del iPhone X por destacar, aunque sabe que volverá al smartphone en cuanto le haga falta.

¿Es Elon Musk un ingenuo al pensar en esta utopía? Desde luego que no

Al ver el entusiasmo con el que Musk se ha declarado fan de esta saga, y conociendo su visión muchas veces optimista del futuro, hay quien ha planteado si el empresario ha sido tan ingenuo como para no ver el poso crítico de esta utopía que envuelve toda la obra de Banks. Algunos incluso han cuestionado que llegara a leerse las novelas. Sin embargo, parece claro que el CEO de Tesla y Space X, al escucharlo hablar de IA, ha tomado buena nota de este universo literario.

Además de fundar Neuralink, Musk ha apoyado la fundación Open IA, que trabaja para que el desarrollo de la Inteligencia Artificial no genere nuevas brechas de oportunidades. Del mismo modo, también es conocido su visión esperanzada pero no puramente positivista sobre esta tecnología. Conocido fue su desencuentro con Mark Zuckerberg después de que el dueño de Facebook declarara apostar de forma optimista y sin reservas por la IA. Musk, por el contrario, en una de sus divagaciones sobre el futuro de Neuralink y su misión última, habló de impulsar con ella un aumento de las capacidades de los humanos para poder estar siempre un paso por delante de las máquinas.

Lo que sí parece claro es que en la visión de futuro de Musk es tremendamente alargada y en ella tiene mucho peso el posible influjo que pueda tener la IA sobre la sociedad, aunque son muchos los investigadores que rechazan que algún día las máquinas puedan igualar la inteligencia humana, o que al menos esto es aún remotamente lejano. “No me encanta la idea de ser un gato doméstico”, dijo Musk en 2016 también en una de las presentaciones de Neuralink en referencia a la supuesta cualidad que puede tener la tecnología para controlar todo en pos de buscar la comodidad absoluta de los humanos. Un posicionamiento que tiene mucho que ver con la cara B de la utopía descrita por Banks, donde la sociedad se ha entregado por completo al cuidado de unos dueños -las Mentes- que cuidan de que a sus alegres mascotas nunca les falte de nada.

Por cierto, Amazon está trabajando en una serie para su servicio de streaming en el que llevar a la pequeña pantalla este mundo tan afablemente utópico-distópico de Banks.