Un equipo de investigadores del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA acaba de confirmar, con evidencias científicas suficientes, la presencia de hielo en la superficie de la Luna.

El equipo, liderado por Shuai Li, de las Universidades de Hawaii y Brown, ha llegado hasta el hallazgo gracias a los datos recopilados por el Moon Mineralogy Mapper (M3), un instrumento diseñado por la NASA que en 2008 viajó hasta el satélite a bordo de la nave espacial hindú Chandrayaan-1.

Hielo escondido a la sombra de los cráteres

El espectrógrafo M3 fue uno de los dos instrumentos con los que la NASA contribuyó al desarrollo de la primera misión espacial hindú con destino a la Luna.

La misión, que comenzó con el lanzamiento de la nave el 22 de octubre de 2008, duró un total de 312 días, tras los cuales el M3 había logrado mapear más del 95% de la superficie lunar. Ahora, gracias a los datos que recopiló, se ha podido confirmar la presencia de hielo, tanto en el hemisferio norte como en el sur.

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Según describen los investigadores responsables del hallazgo, que fue publicado el 20 de agosto en PNAS, la mayoría del hielo se encuentra en las sombras de los cráteres, cerca de los polos, donde las temperaturas nunca superan los -156ºC, al contrario que en otras regiones lunares, donde se pasa de los 107 grados de día a los -153 de noche. Esta era una de las razones por las que hasta ahora no parecía posible encontrar agua tan superficial, junto al hecho de que la Luna no cuenta con una atmósfera que proteja al agua del Sol, evitando que se evapore.

Por otro lado, también han podido observar que el hielo del hemisferio norte ocupa una extensión mayor que en el sur, pero también más disperso.

Se ha podido incluir que se trataba de hielo por la detección de las propiedades reflexivas características de esta sustancia, pero también gracias a la forma en la que sus moléculas absorben la radiación en el infrarrojo cercano. Este último dato permite diferenciar entre el agua y el grupo hidroxilo, dos conjuntos de átomos que, con las técnicas utilizadas anteriormente, se confundían entre sí. Además, permite discernir en qué estado de agregación se encuentra.

Gracias a este reservorio superficial de hielo se podría explorar la posibilidad de utilizar directamente el agua como recurso para futuras expediciones a la Luna, pudiendo permanecer en ella durante más tiempo. Sin embargo, aún quedan muchos datos por conocer, como de qué forma llegó hasta el satélite y cómo interactúa con él.

¿Cómo podríamos vivir en la Luna?

Será necesaria más investigación al respecto, pero al menos ya existen evidencias de que el agua en la Luna no está tan profunda como se creía y que las misiones de larga duración hasta nuestro satélite podrían convertirse en una realidad muy pronto.

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