Cuando Apple lanzó el iPhone en 2007 planteaban un cambio de modelo tan radical a la telefonía móvil que la industria completa no se creía que fuese posible. En aquella época, lo que diferenciaba e identificaba a los smartphones de la época no era el sistema operativo o sus funciones, era el hardware y su forma física. BlackBerry se identificaba por "tener el mejor teclado", Nokia hacía dispositivos que parecían una cámara de video o una consola móvil y Palm insistía con el stylus como forma de interactuar con la interfaz gráfica.

El iPhone proponía la invisibilidad del hardware como característica principal, que el software y la pantalla sean el centro de atención, que las posibilidades se multipliquen al permitir que sea la app, no el dispositivo, lo que de termine qué se puede hacer y qué se puede lograr. Más de diez años después todo esto suena obvio. La revolución del smartphone llegó, lo cambió todo y hoy nos resulta difícil concebir la vida sin ellos.

Apple irrumpió en un mercado estático, dominado por tres o cuatro actores y cambió el mundo a punta de innovación. Tesla pretende hacer exactamente lo mismo, pero en la automoción. De lograrlo será una revolución mucho más lenta, que tiene que pasar por muchos más procesos, con un grado de adopción menor, gradual, mucho más extendida en el tiempo, pero con impacto medioambiental y de seguridad de gran escala.

Los cuatro ejes de innovación de Tesla: software, impulso eléctrico, piloto automático y experiencia de conducción

Tesla ha planteado cuatro ejes fundamentales en una estrategia de innovación que se aleja mucho del resto de la industria automotriz, abordando los retos de fabricar coches desde el punto de vista de una empresa tecnológica. Los Tesla Model S, Model X y Model 3 son coches que dependen mucho del software, que están siempre conectados a internet, que reciben actualizaciones de forma periódica, como un smartphone o un iPad, para corregir problemas y agregar nuevas funciones.

Es el primer pero probablemente más importante eje de innovación y el punto que más se diferencia de cualquier otra marca de coches en la actualidad. Mientras que un Audi, Mercedes-Benz o BMW, por muy alta gama que sean, tiene un sistema de entretenimiento limitado a unas cuantas funciones, cualquier Tesla tiene una pantalla de 17 o 15 pulgadas que es un verdadero centro de comandos donde se puede controlar cualquier aspecto relacionado con el coche.

La pantalla y el software de un Nokia fabricado antes de 2007 era un simple componente más y en un iPhone el software lo es todo, la misma comparativa se puede hacer entre un cualquier vehículo y un Tesla. Y si en un teléfono el cambio fue radical, en un coche lo es más aún.

Desarrollar un coche alrededor del software permite ir incrementando su valor a medida que pasa el tiempo, permite mejorar su eficiencia, arreglar fallos —la distancia de frenado del Model 3, por ejemplo, se redujo significativamente con una actualización de software, algo que nunca se había escuchado antes en la industria— pero sobre todo, nuevas versiones del "sistema operativo" traen grandes funciones nuevas. Es así como dueños de un Model X o Model S han visto que de un día para otro sus coches pueden ser "invocados" desde un comando en el smartphone, saliendo automáticamente del garaje o moviéndose de manera autónoma de un puesto de parking para facilitar la entrada. Lo mismo con el Autopilot, que ha ido mejorando gradualmente con el tiempo, haciendo cada vez más segura su conducción.

Actualizaciones de software también han incrementado la autonomía de los Tesla, la eficiencia de las baterías y reducido el tiempo de aceleración. Es un coche que, con el tiempo, se hace mejor.

Y sí, se siente magia sobre el hecho que salte una notificación en el smartphone avisando que esta noche el Tesla que está ahí afuera, aparcado, va a recibir una actualización de software, sin necesidad de alguna otra interacción, simplemente pasará.

Tesla, por otro lado, ha sido la primera y por el momento única empresa capaz de plantar cara a uno de los argumentos más persistentes de la industria automotriz: los coches eléctricos no son prácticos. Autonomía de 400, 500 y 600 kilómetros es lo habitual y una red de carga rápida ha acabado con la ansiedad generalizada que había detrás del dejar de depender de gasolineras para completar recorridos.

El obvio beneficio a largo plazo de los coches eléctricos es la inmensa reducción en contaminación que significaría dejar de usar motores de combustible en todo el mundo. Sería ingenuo pensar que los coches fabricados por la marca en la actualidad por la marca tendrán un efecto generalizado, considerando que un Model S cuesta más de 70 mil dólares/euros y un Model X está por encima de los 100 mil. Pero el Model 3 es un paso hacia adelante en la fabricación de un automóvil más accesible con las mismas ventajas.

La innovación en el mundo automotriz es mucho más lenta que la tecnología de uso personal como un smartphone o un portátil y el camino a recorre es larguísimo, pero aunque son coches caros, el efecto de presión en otras empresas del sector por los avances de Tesla es grande y seguirá aumentando en el tiempo. Diez años atrás veíamos improbable una adopción general de motores eléctricos en nuestras vidas, hoy se siente probable, alcanzable.

El otro beneficio de un coche eléctrico es menos obvio pero no menos interesante: la experiencia de conducción es significativamente diferente a un vehículo con motor eléctrico. La aceleración es mayor, la respuesta general del acelerador es diferente, es inmediata al haber muchos menos componentes entre pedal y ruedas, menos peso, más espacio para almacenamiento, y el centro de gravedad es distinto porque la transmisión eléctrica está asentada en su propio subchasís, debajo de la celda de los ocupantes, reduciendo riesgos de vuelco.

Luego están las funciones de conducción autónoma en las que Tesla está trabajando. Todos los coches de la marca tienen de serie los componentes de hardware que en teoría permiten que se puedan conducir completamente solos. Usa ocho cámaras que ofrecen visión 360º con alcance de hasta 250 metros, además de doce sensores ultrasónicos para la detección de objetos y un radar delantero para ver através de la lluvia intensa, neblina, polvo y el vehículo delantero. Estos están activos para análisis pero no para uso, a falta de regulación y pruebas. Por el momento lo que sí se puede hacer es activar la conducción asistida, que ofrece una serie ayudas como:

  • Capacidad de determinar cuál es el carril en el que el coche debe estar en una autopista y cuando, también es capaz de salir de una autopista, desacelerar y devolver el control.
  • Autogiro por calles estrechas y complejas.
  • Summon, que es el invocar un coche dentro de estacionamientos, que viene particularmente bien en parkings estrechos.

Aún sin tener conducción autónoma total, experimentar el sistema de conducción asistida del Autopilot es como estar en el futuro y es una vista previa del día en que los accidentes de coche podrían ser cosa del pasado.

El viajar largas distancias por autopista con el Autopilot activo es, curiosamente, una de las mejores experiencias de conducción que he tenido. Reduce el estrés de forma significativa y una vez que dejas atrás la sensación extraña de que el coche es capaz de acelerar, desacelerar y girar el volante por su propia cuenta y entiendes que lo hará mejor que tú, todo se simplifica.

Model 3 y el futuro

En 2006 Elon Musk publicó el plan maestro de Tesla:

  1. Construir un coche deportivo, pocas unidades y precio alto
  2. Usar las ganancias para fabricar un coche de producción media a precio más asequible
  3. Usar esas ganancias para construir de alta producción con un precio aún más asequible

Tesla se encuentra, actualmente, en el punto tres, al inicia la producción masiva del Model 3, el coche de entre 35.000-55.000 dólares que llevaría toda la carga de innovación de la compañía a mucha más gente, compitiendo en gama media con un precio mucho más accesible que los Model X o Model S.

Pero la producción a gran escala ha resultado un reto que la compañía todavía no ha sido capaz de resolver, teniendo que ajustar significativamente sus promesas de producción semanal y retrasando la entrega de coches al medio millón de personas que han reservado uno.

El cálculo original era lograr una producción de 5.000 coches semanales al terminar el último trimestre de 2017, pero en noviembre de mismo año la compañía ajustó el objetivo y prometieron lograrlo al finalizar el primer trimestre de 2018, que tampoco se alcanzó, con una producción estimada de 2.000 coche semanales, menos de la mitad. Finalmente, en enero de 2018 Tesla anunció un nuevo cambio en las estimaciones de producción: alcanzarían la cifra de 5.000 coches fabricados cada semana al finalizar el segundo trimestre de 2018, el cual, de hecho han cumplido.

También se prometió el inicio de producción del Model 3 más económico —que tiene un costo de 35.000 dólares y menor autonomía— en noviembre de 2017, lo cual no sucedió y todavía no ocurre. Los mercados internacionales también experimentarán más retrasos: se prometió el inicio de entregas para la segunda mitad de 2018, pero quienes estén fuera de Estados Unidos y reservaron el coche ya han recibido emails comunicando que tendrán que esperar aún más.

Gráfico original de Tesla con previsión de fabricación del Model 3

Aún con retrasos y críticas, algunas de las personas que han tenido la oportunidad de probar el Model 3 lo describen como una experiencia muy superior, como el mejor coche jamás hecho y sorprendidos con que la experiencia general de un coche de 100.000 dólares/euros es igual en uno de menos de 50.000.

Sea culpa de Tesla o no, el presente de los automóviles está cambiando muy rápido: con competidores, desde Detroit, Alemania, Corea o China compitiendo lo más rápido posible para ofrecer experiencias similares de conducción, autonomía y recarga eléctrica y "alcanzar" a la compañía de Elon Musk. El problema es que se sienten como el Nokia de 2003, grandes, poderosos, pero lentos y faltos de visión.

Vamos a tener que esperar unos cuantos años más para entender si Tesla logra su particular revolución de la misma forma en que en su momento Apple lo hizo con el iPhone. Por el momento, y con los modelos de alta gama disponibles, subirse a un Model X o un Model S definitivamente se siente definitivamente como estar en el futuro.

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