Los koalas (Phascolarctos cinereus) son, probablemente, uno de los animales más adorables que existen —aunque pueden volverse muy agresivos en determinadas ocasiones—. Bajo su apariencia de peluche y su gran capacidad de descanso —pueden llegar a dormir hasta veinte horas al día—, se encuentra uno de los pocos mamíferos capaces de sobrevivir únicamente a base de hojas de eucalipto. ¿El problema? Los koalas llegan a consumir cerca de un kilogramo diario, una dieta extremadamente tóxica para el resto de seres vivos.
Hasta la fecha se pensaba que, para soportar este tipo de alimentación —rica en fibra y con un bajo contenido en nutrientes—, los koalas contaban con un metabolismo extremadamente lento, que le permitía retener la comida en su sistema digestivo durante un largo período de tiempo. Estos marsupiales australianos también minimizan sus requerimientos energéticos durmiendo muchas horas al día. Dos estrategias que les permiten soportar una alimentación que podría convertirse en un veneno mortal para cualquier otro animal.
Descifrado el genoma del koala
Un nuevo estudio, publicado hoy en la revista Nature Genetics, da a conocer el genoma del koala más completo logrado hasta la fecha. Un equipo internacional de científicos ha secuenciado los 3.400 millones de pares de bases o letras de su ADN, que cuenta con algo más de 26.000 genes en total —una cifra mayor que la obtenida en anteriores investigaciones por el mismo consorcio—.
Los resultados muestran que el koala cuenta con un genoma más amplio que el del ser humano y nos ofrecen nuevas pistas moleculares sobre las características del marsupial, incluida la capacidad de alimentarse únicamente a base de hojas de eucalipto. Estos mamíferos cuentan con dos grandes expansiones de un conjunto de genes clave a la hora de desintoxicarse (detoxify, en inglés) de su dieta habitual.
En particular, los científicos han observado que los koalas presentan unas secuencias genéticas que contienen las instrucciones para fabricar unas proteínas muy importantes, pertenecientes al citocromo P450. Esta familia de enzimas, también presentes en la especie humana, ayuda a metabolizar compuestos para que las células puedan sobrevivir.
Según los resultados publicados en Nature Genetics, estos genes se expresan en muchos tejidos de los koalas y, especialmente, en los del hígado, lo que sugiere que cuentan con una función muy importante en la desintoxicación de las hojas de eucalipto. "Probablemente les ayudó a encontrar un nicho para sobrevivir, ya que podían mantenerse con una fuente de alimentación por la que tendrían que competir menos con otras especies, que no son capaces de desintoxicarse de manera tan efectiva", explica en un comunicado Rebecca Johnson, primera autora del estudio y directora del Instituto de Investigaciones del Museo australiano.
"El koala ha evolucionado hasta tener una excelente caja de herramientas para poder alimentarse con eucaliptos altamente tóxicos", añade su compañero Will Nash, del Instituto Earlham de Reino Unido. La secuenciación del ADN del eucalipto mostró en 2014 que cuentan con genes para fabricar más terpenos que otras plantas y que también son capaces de producir metabolitos secundarios muy tóxicos para la mayoría de los mamíferos.
Según defiende el Consorcio del Genoma del Koala, conocer las secuencias de ADN que ayudan a estos marsupiales a desintoxicarse es importante para su cuidado veterinario. Estos genes les permitirían metabolizar fármacos utilizados para aliviar el dolor y antibióticos contra la clamidia, una enfermedad de transmisión sexual producida por una bacteria que afecta a los koalas.
La investigación publicada hoy también ha mostrado por primera vez los genes relacionados con el sistema inmunitario de estos marsupiales. Además, los científicos han descubierto que un solo ejemplar puede contar con más de un centenar de inserciones del retrovirus del koala en su genoma. Estos agentes infecciosos atacan las defensas de los marsupiales, de forma similar a la acción del VIH en los seres humanos. Según defienden los autores, estos hallazgos nos permitirán conocer qué cepas son más agresivas y ayudarán a la conservación de una especie vulnerable a la extinción.