Ilustración de Dougal Dixon. Un conejo evolucionado que ha desarrollado altura se enfrenta a varias ratas gigantes.

Imaginemos que el ser humano desaparece de la Tierra dentro de unos (esperemos que varios millones) años. Ahora echemos el reloj aún más hacia delante, cuando todo rastro de nuestra presencia se haya borrado casi por completo. ¿Cómo se desarrollará la vida animal y vegetal sin la presión humana? ¿Qué nuevos mecanismos pondrán en juego la selección natural para cambiar algunas especies tan comunes como los conejos, los más pequeños invertebrados o la fauna marina?

Esta premisa tan intrigante es la que recorrió la mente de Dougal Dixon (Escocia, 1947) cuando publicó en 1981 el primero de su serie de libros: After Man. Dixon, paleontólogo pero sobre todo artista imaginativo, recorría a lo largo de decenas de ilustraciones, argumentos y descripciones cómo podría ser el mundo 50 millones después de la extinción del hombre.

En esta Tierra del futuro Dixon imagina la evolución de algunas especies en base a su rama de estudio, la zoogeografía; esto es, cómo se distribuyen los animales en la superficie terrestre y cómo esto influye en su biología. Pero a ello añade buenas dosis de imaginación, convirtiendo su obra es una rara avis a caballo entre la ciencia-ficción más desatada salpicada de algunas bases científicas. After Man, reeditado este 2018 aunque de momento solo publicada en inglés, abría una nueva rama de entretenimiento e investigación a partes iguales para zoólogos y paleontólogos que con el paso del tiempo y sobre todo el auge de internet ha ido encontrando su propio nicho. Estamos hablando de evolución especulativa.

Dixon se lanza a describir distintos tipos de especies que podrían evolucionar de los seres vivos actuales. Algunas son hasta cierto punto realistas, como un castor de mayor tamaño que ha aprendido a trepar por los árboles, conejos que han crecido en tamaño y han alargado sus patas, ratas del tamaño de un perro pequeño, sapos que imitan a las flores o mamíferos que han diseñado zancos como las grullas para pescar en embalses de agua. Otros sin embargo parecen monstruos sacados de una película de terror, como el Night Stalker, un murciélago que ha cambiado sus alas por patas y garras, o los flooer, unos seres descendientes de pequeños roedores que han desarrollado en su cabeza una simulación de flores, imitan el olor del néctar, y se alimentan de los insectos que atraen. El imaginario de Dixon vuela aún más alto en las criaturas marinas, donde por ejemplo describe la idea de un pingüino de importantes dimensiones que ha subido escalones en la cadena alimentaria marina.

Ilustraciones del flooer y el Night Stalker en After Man. Dougal Dixon

“La mayor parte de mi trabajo especulativo implica dar ejemplos ficticios de posibilidades objetivas. En general, comencé por el empuje de la zoogeografía para dar veracidad a mis descripciones, pero a menudo me pregunto si con estos libros las personas simplemente ven imágenes de animales divertidos”, explicaba Nixon en una entrevista con Scientific American, quien después continuaría su obra con The New Dinosaurs (1988) -una especulación sobre cómo habrían evolucionado de no extinguirse- y Man After Man (1990) -sobre el futuro del hombre, ya completamente entregado a su imaginación-.

Esos “ejemplos ficticios de posibilidades objetivas” que dice Dixon son algunos detalles que deja en el libro. Por ejemplo, no aparecen especies en peligro de extinción en la época de su publicación porque se da por hecho que no serán capaces de prosperar aunque el hombre desaparezca, y algunas evoluciones, como el murciélago que va por tierra, se basa en algunos comportamientos descritos en vampiros de Nueva Zelanda, cuyo capacidad locomotora a ras de suelo ha sido objeto de estudio y se especula si, en ausencia de depredadores, podrían hacer del suelo su medio natural.

Con todas las reservas, la evolución especulativa ha sido vista por muchos expertos como un mero pasatiempo sin pretensiones y sin ninguna base científica, y es más que posible que sea así. Sin embargo, el paso del tiempo también ha hecho que zoólogos más modernos hayan abrazado su imaginación como fórmula, ya no para pensar en la evolución futura, imposible de pronosticar a efectos prácticos, sino para abrir nuevas perspectivas sobre el resto de animales actuales o cómo interpretamos las recreaciones que por ejemplo hacemos a partir de fósiles de dinosaurios.

Un origen que emana de H.G. Wels

Aunque el libro de Dixon sea la piedra angular sobre la que luego han seguido trabajando otros autores -muchos ya con mayor poso investigador-, el propio autor refiere a la novela La Máquina del Tiempo de H.G. Wells como el disparador de sus ideas. Esta novela de 1895 cuenta la historia de un viajero en el tiempo que, tras dos saltos temporales a un futuro muy lejano no aclarado, acaba viendo un mundo donde nuevas formas de vida similares a cangrejos gigantes y otras especies se han desarrollado. La novela de Wells, en contraposición a otros relatos futuristas de la época como los de Verne, no destacaba por sus descripciones técnicas o científicas.

Esta idea de imaginar fauna evolucionada quedó también marcada por la obra de Gerolf Steiner, un zoólogo alemán que en 1957 publicó bajo pseudónimo un libro descriptivo sobre la orden de animales Rhinogradentia, una serie de mamíferos que habían desarrollado una nariz especial que cumplía diversos objetivos. El único problema es que los Rhinogradentia, lógicamente, no existían. Steiner los inventó para su libro como un ensayo de ficción sobre cómo podría evolucionar un ser vivo en ambientes aislados. Según su escrito, los Rhinos vivían en una pequeña isla del Pacífico que fue hundida durante unas pruebas nucleares. Su ensayo sigue colándose a día de hoy en algunas publicaciones científicas durante el día de April Fools', los Santos Inocentes norteamericano.

Una especie de Rinhogrado, descrita e inventada por Steiner. Museo de Estrasburgo

¿Tiene alguna base útil para la ciencia esta imaginación?

Otra visión distinta de la zoología del futuro es la que aporta Peter Ward, paleontólogo y divulgador que ha participado en varios documentales. En su libro Future Evolution (2001) plantea un futuro lejano pero en el que el hombre sigue vivo y que se ha convertido en una Tierra superexplotada por la necesidad de generar alimentos por la sobrepoblación. En ese contexto, el ser humano ha provocado la extinción de miles de especies, y solo algunas como ratas, cerdos o cuervos, adaptados a la vida con humanos, siguen existiendo con algunas evoluciones.

Sin embargo la zoología especulativa también ha funcionado para predecir o ayudar en la descripción de algunas especies antiguas y presentes de la mano de nuevos investigadores que le han dado un mayor sentido crítico. En el libro All Yesterdays (2012) el zoólogo Darren Naish, apasionado de este tema y que por ejemplo intentó describir la biología de un ser como Godzilla intenta describir junto con ilustradores otra visión de los dinosaurios. Así pues, en vez de ver un Tyrannosaurus fiero, lo representan durmiendo, dando una perspectiva pocas veces planteada en sus representaciones pero que nos acercan más al animal que fue en todos sus sentidos. A ello suman un compendio de algunas ilustraciones de animales imaginados, entre los que se encontraba un especie de ser mezcla de tiburón y nautilo prehistórico que se alimentaba por filtración de plancton. Lo llamaron 'Ceticaris', y dos años después de su publicación, un fósil descubierto reveló una especie similar. Su clado, que aún sigue en investigación, recibió en honor al libro el nombre de Cetiocaridae.

“La evolución especulativa está llena de posibilidades, ideas locas, especulaciones y cosas que los zoólogos desearíamos ver pero nunca sucederán. Pero algunas de nuestras especulaciones sobre la evolución animal implican hipótesis posiblemente válidas”, explicaba Naish después del hallazgo, quien defiende que todas estas conjeturas ayudan a abrir nuevas miras a la comunidad científica, y en especial a la astrobiología, la rama que intenta suponer molecular y biológicamente cómo podrían ser las formas de vida fuera de la Tierra.

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La evolución especulativa ha dado lugar después a documentales, algunos desarrollados por Discovery Channel donde se ponían en CGI algunas de las ideas aportadas durante este tiempo, y por supuesto también al cine. Producciones como el remake King Kong (2005) y la fauna de la isla Skull tomaron como referente algunas de las obras Dixon y sus sucesores, y también Avatar, donde James Cameron recurrió a varios artistas para pensar cómo podría ser la fauna y vegetación de su mundo.