A pesar del esfuerzo ejercido, buscar una justificación apropiada para el Mate RS Porsche Design ha sido un auténtico fracaso. Y no, queridos, no hablo de “razones para justificar su compra frente a otros modelos”; el problema nace aún más abajo en la escala habitual: ¿por qué se ha dignado a construir semejante broma?

Sí, entiendo perfectamente que se trata de un teléfono con cierto aire de exclusividad, que tiene detrás al equipo de Porsche Design y toda esa retahíla. El problema es que, ni siquiera en ese exclusivo contexto tiene razón de ser.

Hablamos de un equipo de 1.600 euros, con unas prestaciones parejas a las del P20 Pro y una estética que, aunque guste, no disrumpe con el status quo —tiene el rostro de un Galaxy S9 y la espalda de un Mate 10—.

A eso hay que sumar las clásicas “meteduras de pata” de Huawei, que si ya son criticables en un producto de 900 euros como el P20 Pro, imagínense en uno de 1.600 euros. La heterogeneidad de EMUI, el procesador de 2017 y el “no tan inteligente sistema de inteligencia artificial” también están presentes aquí, por desgracia.

La única bala que no es de fogueo es el lector de huellas dactilares bajo la pantalla, algo que ningún producto de consumo ha abrazado abiertamente. ¿El problema? Que la bala siempre se queda atascada en el cañón. O lo que es lo mismo: el lector de huellas dactilares bajo la pantalla falla más que una escopeta de feria —por seguir con los símiles de armas—. Para que se hagan una idea: el primer Touch ID montado en un iPhone (año 2013) funciona mejor que este sistema.

Lo peor de todo es que Huawei sabe el desastre biométrico que representa, y por eso montan un lector de huellas dactilares más avanzado en la zona posterior. Ese sí funciona como se espera, aunque no encubre el ridículo que hace su hermano mellizo —porque llamarlo gemelo sería demasiado elogio dadas las diferencias en rendimiento—.

Lujo no es solo un precio más alto

Cuando una persona adquiere un vehículo de alta gama como el Aston Martin DB11, lo hace con confianza. Sabe que el desembolso realizado será acorde a los componentes y las prestaciones del vehículo.

Sin embargo, si descubre que, después de invertir cientos de miles de euros, el producto rinde como un Renault Clio, tiene asientos de Peugeot 306 y una instrumentación del siglo XX, lo más probable es que caiga en un pozo de decepción tan profundo como el de Leónidas en 300.

El lujo, además de exclusividad y una etiqueta con más cifras, llega acompañado de altas prestaciones. Y, en el caso del Mate RS Porsche Design, la única casilla en la que Huawei ha hecho el tick es en la del precio.

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