Algunos odian esa transición, otros se muestran indiferentes y, otros, incluso prefieren los giros que aporta el mundo del cine a sus textos preferidos. Muchos ni se han asomado a la versión en papel.

No es una historia nueva; grandes sagas de fantasía y ciencia ficción han probado suerte con lo audiovisual. Harry Potter, con algunas idas y venidas. El Señor de los Anillos y sis costosas superproducciones. The Martian que superó la expectativas de muchos con la propuesta de Ridley Scott y, próximamente, Ready Player One probará suerte de la mano de Spielberg.

Mientras llega uno de los estrenos más esperados de 2018 para el sector de la ciencia ficción, ya se ha abierto boca con uno de los propios de Netflix. 'Annihilation', o 'Aniquilación' en su traducción, se estrenaba hace unos días en la plataforma de streaming. Muchas expectativas para un largometraje protagonizado por Natalie Portman y dirigido por Alex Garland que ha terminado dejando como resultado una largometraje complejo y potente. Con el beneplácito de la crítica, la mayor parte de ella, la realidad es que el estreno de Netflix tiene su origen en una novela de 2014.

Annihilation, ciencia ficción tan compleja como potente

Parte de la trilogía de 'Southern Reach', 'Aniquilación' supondría la primera entrega seguida por 'Autoridad' y 'Aceptación'. La adaptación cinematográfica, que no tiene los visos de continuar con próximas entregas, correspondería a la primera de ellas.

Un sueño del libro

Garland explicaba en varias entrevistas que, para la redacción del guión, se basó en una suerte de "un sueño sobre el libro" original. Y no le falta razón: una vez leído el texto de VanderMeer y vista la película de Garland la realidad es que, aunque parecidas, son de universos diferentes. Hay que entender el el texto original se desarrolla como un libro de campo, mientras que la película va dando giros a los hechos de una forma diferente.

Era complicado, sin duda. Con un texto poco comercial y poco orientado al público mayoritario, el director se enfrentaba a varios retos. El primero de ellos era el trasfondo filosófico del libro. Resuelto con más o menos pericia, la realidad es que el fondo intimista de la tinta es difícil de traspasar; la capacidad que tiene VanderMeer de afectar la conciencia del lector se disipa en la celulosa. En otras palabras, la adaptación de Netflix, aunque sorprendente, no deja la misma huella que el texto y, sin embargo, sigue creando ese halo filosófico que tanto se ha alabado. Una de las razones principales, y más criticadas, ha sido la inclusión de un alto grado de violencia y sangre por parte de Garland. El impacto que el escritor creaba con una situación de suspense continuo, pero la mínima acción, ha sido sustituido por acción. Y no es de extrañar realmente. Salvo en contadas ocasiones, la versión escrita de Aniquilación se perdía en los pensamientos y vivencias de la protagonista, más que en la realidad del momento.

En cualquier caso, es un hecho ausente en prácticamente las 200 páginas del libro que, en su lugar, dejan hueco a un personaje principal mucho más profundo que el de la película. Lena, la protagonista de la saga, aparece como una joven demasiado metida en su mundo interior, alejada de las realidades sociales y, en ciertos momentos, profundamente infeliz. Una serie de sentimientos que, de una forma u otra terminan encaminándola a la Zona X y que dibujan a un personaje muy afectado por su vida pasada. La Lena (Natalie Portman) de la película olvida en ciertos momentos ese papel e, incluso, parece feliz de su situación. Es decir, misma historia pero un curso totalmente diferente de los hechos que, en prácticamente el 100% de la película, hacen plantearte una cuestión: ¿se han basado en el mismo libro que dicen?

Felicidades Garland por el ser luminoso

Sin duda, hay un sentimiento que se repite mientras se sigue la lectura del texto. Independientemente de la consecución de los hechos, que no tienen parecido alguno entre uno y otro, hay que reconocerle a Garland un hecho: la buena adaptación de ciertas secuencias del libro. En diferente contexto, tiempo y localización cierto, pero igualmente complejas.

Es el caso de El Rastreador y la Torre, representado al final de la película como aquel ser luminoso que replica la imagen de Lena saliendo del túnel bajo el faro. Tras un texto muy complejo en el que apenas es posible imaginar las ambiguas descripciones de VanderMeer, la realidad es que Garland (aún dejándose cientos de detalles por el camino, puesto que el mencionado túnel , o torre, se aplica como la trama principal del libro y no de la película) ha hecho un gran trabajo con la adaptación visual.

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