En un futuro lejano, dentro de aproximadamente 700 años, los hombres viven afligidos ante un régimen tiránico. El gobierno les permite subsistir dándoles trabajo, comida e incluso una pensión para su retiro, lo que hace que la mayoría de ellos continúen con sus vidas sin un ápice de protesta. Nadie se queja, incluso las mujeres, que viven apartadas de los hombres y son consideradas "animales parlanchines" cuya única función es procrear. En ese mundo, solo hay una verdad que valga, la de una religión en cuyos templos se erige la figura de su Dios. Un ser alto, de más de dos metros de altura, con una larga cabellera rubia... y al que todos llaman Hitler.
Ese es el poderoso argumento que nos plantea Swastika Night (La Noche de la Esvástica), una novela de la escritora británica Katharine Burdekin, cuya mayor fuerza no obstante es que se publicó en 1937. Dos años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, e incluso unos meses antes de que la comunidad internacional comenzara a ver en Adolf Hitler el origen del periodo más triste por el que ha pasado la humanidad.
En tiempos en los que las distopías y las ucronías han reverdecido de la mano de series que nos vuelven a contar novelas de la segunda mitad del siglo pasado como The Man in the High Castle (serie de Amazon basada en la novela de Phillip K. Dick de 1962) o The Handmaid"s Tale (basada en el libro de Margaret Atwood publicado en 1985), sorprende que el argumento propuesto por Burdekin haya tenido tan poca transcendencia. Aunque esto tiene una explicación.
Katharine Burdekin, nacida en Inglaterra en 1896 con el apellido Penelope Cade, fue una escritora semiamateur que nunca fue reconocida en vida. Nacida en una familia acomodada, sus padres no quisieron que estudiara en la Universidad de Oxford como habían hecho sus hermanos. Se casó con el piragüista olímpico Beaufort Burdekin y se mudó a Australia, donde vivió con su marido hasta separarse de él. De vuelta a Inglaterra consiguió que le publicaran varias novelas, ninguna con demasiado éxito. Entre ellas se encontraba La Noche de la Esvástica, que prefirió firmar bajo el pseudónimo masculino de Murray Constantine dado que sus historias cada vez se volvían más políticas.
La Noche de la Esvástica se escribió cuando el mensaje de Hitler comenzaba a llegar por la prensa de la época al Reino Unido con un tono amenazante, aunque aún sin atisbar todo el odio que contenía y que dramáticamente explotaría poco después. En los discursos del dictador nazi Burdekin pareció ver algunos de los temas que más le habían preocupado ya en sus novelas anteriores: el peligro del totalitarismo, la posición de las mujeres en la sociedad y, sobre todo, la falta de empatía.
El mundo de la novela se desarrolla dentro de siete siglos, cuando tras ganar Alemania la llamada "Guerra de los Veinte Años" (recordemos que la II Guerra Mundial aún no se había iniciado en el momento de su publicación), la ideología nazi se ha expandido en forma de religión.
El recuerdo de todo lo que pasó antes del conflicto se ha borrado, y se ha formado directamente una fe que adora a Hitler como dios creador. De él se cuenta que no nació de una mujer, sino que fue creado a partir de la mente de un ser todopoderoso primigenio. Se le representa, como decíamos, como una persona alta, rubia y con los ojos azules, en definitiva, como un referente de la raza aria.
La sociedad del relato es tremendamente clasista. El mundo está controlado por una sociedad llamada "Los Caballeros", mitad sacerdotes mitad militares, que son descendiente de un grupo de 3.000 alemanes que fueron elegidos por Hitler antes de morir. En la siguiente escala están los alemanes considerados arios, a los que se llama directamente "nazis", y por último el resto de la población de otros antiguos estados, denominados hitlerianos en base a fe que profesan. Tras la eliminación de los judíos, de los que apenas quedan recuerdos, los cristianos también fueron perseguidos al ponerse en un primer momento en contra de la deidad hitleriana.
Pero quien más sufre en esta distopía son las mujeres, convertidas en una especie de fantasmas. A pesar de vivir en guetos y solo tenerse en cuenta su presencia en la sociedad para procrear, ninguna de ella protesta lo más mínimo. Tanto es así, que el concepto de violación ha desaparecido. En este mundo patriarcal el hombre es el centro de toda la sociedad, hasta el punto de que las únicas relaciones afectuosas son las homosexuales entre el género masculino. El amor, y cualquier tipo de afecto, ha sido separado por completo de la mujer.
En este contexto adormecido aparece la figura de Alfred, el protagonista de la novela, un operario británico de una base aérea que inicia un viaje de peregrinación a Alemania para visitar los puntos clave del camino de Hitler, como quien va al Muro de las Lamentaciones o a La Meca. Allí, sin embargo, su vida cambiará cuando conozca a un alemán que tiene su propio pensamiento y que le entrega un manuscrito que cuenta parte de lo sucedido de forma fidedigna durante el siglo XX y el alzamiento de Hitler.
Será precisamente una foto del dictador nazi, con su reconocible bigote y de pequeña estatura en contraposición a las figuras rubias y apolíneas que adoran, lo que hará que Alfred inicie su particular aventura.
La Noche de la Esvástica: una novela distópica olvidada durante muchos años
La Noche de la Esvástica no ha sido traducida al castellano, al igual que ninguna de las obras de Burdekin. La figura de la escritora y sus libros desaparecieron durante años sin recibir grandes reconocimientos antes de su muerte, en 1963. De hecho durante mucho tiempo la novela fue atribuida a su pseudónimo Murray Constantine. Solo a mediados de los 80 una investigación de la profesora de Literatura de la Universidad de Massachusetts Daphne Patai consiguió identificar que Burdekin era la autora original.
En otras de sus novelas Burdekin también plantea mundos distópicos y situaciones que nos invitan a pensar en el peligro de las ideologías totalitarias y el papel del género, en ocasiones de forma radicalmente adelantada a su tiempo. En Proud Man (1934) plantea la visita de un ser hermafrodita llegado del futuro para criticar las diferencias por género de la época. En The End of This Day's Business, un manuscrito recuperado tras la investigación de Patai y publicado en 1989, se da la vuelta a los roles asignados en La Noche de la Esvástica, esta vez con una sociedad dominada por mujeres y con hombres completamente sumisos.
No existen pruebas bibliográficas que indiquen que otras grandes ucronías basadas en una supuesta victoria del nazismo o la opresión de la mujer como El Hombre en el Castillo, El Cuento de la Criada o Patria (1992, de Robert Harris) se hayan inspirado en el relato de Burdekin. Tampoco hay por qué buscarlas, dado que el argumento de una victoria alemana en la IIGM ha sido uno de los más recurrentes en la ciencia-ficción de revisión histórica.
El mérito de Burdekin fue, en gran medida, hacerlo incluso antes de que se revelaran todos los horrores de aquellas ideas, y poner también en el foco de los años treinta debates tan vivos actualmente como la igualdad de género. Hoy la Enciclopedia de la Ciencia-Ficción, editada por el escritor y crítico John Clute, recoge Swastika Night como "uno de los mejores libros distópicos de los años 30, y la primera gran obra que e speculó sobre el alzamiento del régimen nazi".