Cuando DJI desveló todos los detalles correspondientes al Mavic Air, he de reconocer que no sabía cómo sentirme al respecto. 24 horas más tarde, en cambio, todo era diferente. Estaba sentado en la sala de espera del aeropuerto de Niza con una idea tan firme y clara como mi existencia: el Mavic Air es el mejor dron que he probado en mi vida.
Por partes:
- Es una auténtica belleza tecnológica. El Mavic Air, tanto en blanco como en negro, es íncreíble. El chasis adopta una forma aerodinámica que, de una forma muy inteligente, hace que sea más bello y, a la vez, mejore la estabilidad y el manejo de la aeronave.
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Tan compacto que roza lo absurdo. El Mavic Air es más pequeño que el Pro e igual que el Spark (cuando está plegado). En cambio, monta muchísima más tecnología que ambos productos. Lo que DJI ha hecho a nivel tecnológico tiene un nombre muy sencillo: arte.
- Ágil, veloz y divertido. Con casi 70 km/h de velocidad máxima (en modo Sport) y unas dimensiones tan reducidas, volar el Mavic Air resulta una auténtica locura. Es súper divertido, responde a las mil maravillas en todo momento y muestra una agilidad que pocos drones de consumo pueden ofrecer a sus pilotos. Con el modo Sport activo, la diversión es incluso mayor.
Más tranquilidad en el vuelo. El Mavic Air tiene 7 cámaras alrededor de todo el cuerpo. Tres delante, dos hacia abajo y dos hacia atrás. Ni el Mavic Pro ni el Spark son capaces de ver hacia atrás, lo cual supone una gran ventaja a favor del Air. Si planeas usar el dron para algo más que hacerte selfies, esto supone un gran punto a favor en pro de la seguridad y la integridad de la aeronave.
- Puertos USB-C y memoria interna. ¿Te quedas sin memoria? ¿Necesitas conectar el dron? No hay problema. El Mavic Air cuenta con un puerto USB-C y una memoria interna de 8 GB que le da un extra de versatilidad para esas situaciones más adversas.
Pese a la menor apertura, la cámara es una auténtica maravilla. La cámara del Mavic Air capta una imagen mucho más rica y con mejores colores que el Spark y el Mavic Pro. ¿Por qué? Por el nuevo procesador de señales de imagen y los nuevos 100Mbps a los que graba el contenido.
- Su-su-suave y resistente. El nuevo Air también monta un nuevo estabilizador de tres ejes que también mejora tanto al Spark como al Pro. Está mejor “amortiguado” y, además, es más resistente gracias a su integración en el interior del chasis.
¿Cómo puede ser tan estable? A pesar de su reducido tamaño y ligereza, el Mavic Air es un dron extremadamente estable. En la costa de Mónaco, donde DJI nos llevó para probarlo, había un viento bastante notorio, pero el dron no se inmutó lo más mínimo. Este comportamiento sorprende muchísimo considerando lo pequeño que es.
- Mejor preparado para el vuelo amateur. Además de alertar de los obstáculos cercanos en nuevas direcciones, el nuevo Mavic Air es más inteligente y esquiva objetos de una forma más eficiente. Por ejemplo: si te aproximas hacia una esquina, el dron detecta que hay un hueco libre y toma esa ruta incluso si el piloto no cambia la dirección del joystick de control. En otros modelos, el dron simplemente se detendría o comenzaría a ascender hasta poder sortear el obstáculo.
Gestos e inteligencia para grabar sin preocupaciones. El nuevo Mavic Air se nutre de modelos anteriores y mejora características clave para ofrecer una experiencia redonda. Hace un mejor seguimiento de personas, detecta gestos mucho mejor que el Spark (que también se podía controlar así) y ofrece nuevos modos de grabación para que, hasta la persona más inexperta, pueda grabar vídeos de gran calidad.
- Sigue ciego por arriba y los laterales. El Air no tiene sensores arriba ni en los laterales, algo muy necesario para los más inexpertos. Imagina que activas el modo boomerang, no calculas bien y, de repente, el dron impacta lateralmente con la rama de un árbol. Con un sensor en el lateral no ocurriría eso.
Autonomía mejorable. La batería del Mavic Air es del mismo tamaño que la del Mavic Pro (2.970 mAh), pero la circuitería interna (rotores, procesadores, sensores, etc.) parecen consumir mucho más que en modelo Pro. ¿El resultado? Que el Air ve su autonomía limitada a unos “justos” 21 minutos. El Mavic Pro, en cambio, alcanza los 30 minutos de autonomía.
Streaming de vídeo con inferferencias. He de reconocer que la señal de vídeo que el dron transmite a la pantalla del teléfono sufrió, en más de una ocasión, de cortes intermitentes y bajadas de calidad. No estoy seguro de la razón que lo causó. Podrían ser las interferencias causadas por los otros Mavic Air que volaban cerca o, simplemente, que este nuevo producto tiene esa debilidad.
Un ejercicio de democratización y acercamiento
Más allá de las excelentes prestaciones o de los posibles puntos débiles que presenta respecto a modelos próximos, lo más destacable del Mavic Air es el ejercicio de democratización y estandarización tan maravilloso que hace en la industria del dron.
Cualquier persona con el capital disponible (849 euros) puede adquirir este producto y obtener una experiencia excelente y controlada. Está preparado para divertir, para esquivar obstáculos de forma autónoma, para seguir a personas, para ser controlado por gestos, para volar a gran velocidad, para grabar a una calidad increíble y, cómo no, para acompañar a su propietario a cualquier lugar del mundo.
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