El matrimonio entre Microsoft y Qualcomm está viviendo una segunda luna de miel en este 2017. Desde que se anunciara que Windows 10 soportaría los procesadores ARM de Qualcomm, ambas compañías han articulado innumerables acciones a favor de este tipo de ordenadores, que muchos ya empiezan a considerar como el futuro de la industria.
Los argumentos tras ese optimismo son muy variados, aunque los más destacados son la conectividad celular permanente y el abrupto incremento de autonomía que estos chips brindarán a los ordenadores que los monten.
A lo largo del Snapdragon Tech Summit hemos podido ver algunos ejemplos de HP y ASUS, que desvelaron sus dos primeros equipos bajo la plataforma Snapdragon 835 durante este evento. Ambos son económicos y cumplen las tres premisas que Qualcomm establece, lo que cerraría el círculo y redondearía la apuesta que Qualcomm, Microsoft y los OEMs llevaban esperando varios años.
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No obstante, en esta teórica y fantástica ecuación queda una gran incógnita pendiente: la compatibilidad con aplicaciones y el software. Algunos datos clave sobre ello:
- El escepticismo proviene de la época de Windows RT, la versión "b" de Windows 8 que Microsoft diseñó única y exclusivamente para equipos con unidades de procesamiento ARM. Esta versión "recortada" de la plataforma solo era compatible con un número determinado de aplicaciones, lo que limitó su utilidad real y acabó condenando el proyecto. Por aquel entonces, Microsoft, Qualcomm y el resto de compañías involucradas defendían la progresiva adaptación de aplicaciones (que se harían compatibles con esta plataforma "b" en algún momento) y la validez de este sistema para los usuarios más básicos del mercado. No obstante, los esfuerzos de todas las partes nunca resultaron suficientes, y el idílico sueño de trabajar con equipos ARM se fue finalmente al traste.
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Con esta segunda aventura juntos, Microsoft y Qualcomm aseguran haber aprendido de los errores del pasado. Ahora, cualquier aplicación diseñada para chips x86 (Intel y AMD, por ejemplo) puede funcionar en equipos con procesador de Qualcomm gracias a un emulador integrado en el propio sistema operativo. Este es totalmente invisible para el usuario, y, teóricamente, elimina esa discriminación que condenó hace años a la plataforma Windows RT.
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Ejecutar una aplicación de forma "emulada", no obstante, puede afectar al rendimiento del equipo, pues la unidad de procesamiento central se ve obligada a trabajar con más información para desarrollar una única tarea. Queda por ver cuán perceptible es la penalización asociada al emulador. Si es despreciable, será una buena noticia para el proyecto que Qualcomm tiene entre manos; si es muy notoria, en cambio, toda la propuesta se derrumba ipso facto.
¿Qué pasaría con Intel?
El mayor fabricante de procesadores móviles podría dificultar el camino de Qualcomm hacia el éxito, aunque su posición actual no es ciertamente idílica. En breves puntos:
- Intel abandonó el desarrollo de la línea Atom tras varios años de escasa tracción y ciertos fracasos. Con este abandono se cerró la puerta, casi de forma definitiva, al teléfono móvil. Qualcomm, Apple y Samsung se reparten la porción del pastel.
Uno de los pilares de la propuesta de Qualcomm es la conectividad, donde han logrado un gran expertise. Intel, a día de hoy, es inferior a Qualcomm en ese terreno. Lo mismo sucede con el tamaño de los chips, el consumo energético y la eficiencia térmica. Qualcomm es, a día de hoy, superior en esos aspectos.
Pese a la inferioridad actual, Intel tiene los recursos y la capacidad para poder combatir con Qualcomm, por lo que resultaría imprudente tacharles de la lista. Qualcomm, a pesar de todo, debe rezar y continuar trabajando para que el mayor fabricante de procesadores del mundo no contraprograme su estrategia.
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