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Es una noticia de esas que, por fecha, podría parecer una inocentada, pero nada más lejos de la realidad. Carlsberg y Microsoft han unido fuerzas para darle una vuelta a los usos de la inteligencia artificial y ponerla a trabajar al servicio de una de las bebidas más antiguas del mundo: la cerveza. Y no solo para desarrollar la cerveza del futuro, también para acortar los plazos de las bebidas del presente.

El problema a día de hoy, o al menos el más importante para los cerveceros, es el tiempo necesario para el desarrollo de una nueva cerveza o bebida, puesto que tienen se depende durante todo el proceso de humanos y su técnica (algo escaso dadas las necesidades del mercado) y técnicas como la cromatografía y la espectrometría para analizar líquidos y detectar sabores y aromas que puedan funcionar en el mercado y que le pegue a la cerveza; esto es para lo que se quiere usar la IA: simplificar los procesos en el desarrollo de nuevas cervezas.

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Carlsberg, con la ayuda de investigadores de la Universidad de Aarhus, ha desarrollado una serie de sensores que son capaces de detectar diferencias en el sabor de la cerveza, y aprovechando esta nueva tecnología ha llegado a un acuerdo con Microsoft para ayudar utilizando IA ayude a los investigadores a interpretar esos datos y agilizar el largo proceso de fabricación de cerveza.

Este "proyecto de huellas dactilares de cervezas", que así se llama de forma interna, durará, en un principio, tres meses en y comenzará en enero, con la esperanza de que Carlsberg lleve un producto comercial al mercado que salga directamente de la mente de esta IA y que encaje con la seña de identidad de la marca con la idea de conquistar el mercado.

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