Todos lo hemos hecho, y que tire la primera piedra el que solo lo haya hecho alguna vez. Estás delante de tu smart TV o del dispositivo que prefieras y te zambulles en un maratón de tu serie favorita. Da igual si te lo tomas como un premio tras un largo día de trabajo -en ese caso será una fiesta- o si al día siguiente tienes que madrugar y quizá no debieras ver más de un capítulo para rendir al día siguiente: sabes que, irremediablemente, vas a ver varios episodios.

La afición por ver series en forma de maratón es algo ya insertado en nuestro día a día. Especialmente desde que plataformas como Netflix apostaran por lanzar algunas de sus producciones sirviéndolas con todos los capítulos a la vez, recién horneados y listos para que solo pulses 'play'. El mundo anglosajón llegó incluso a idear un término para referirse a ello; el binge-watching (de binge: atracón y watching: ver) que fue palabra del año para el Diccionario Collins en 2015.

Este nuevo modo de consumo ha traído muchas discusiones desde el punto de vista de las propias series. Algunos lo ven como el paradigma para evitar la piratería y dar más poder al espectador. Otros, como un método que aunque efectivo puede estar cambiando la propia narrativa de los capítulos, que ahora se escriben sabiendo que vas a ver el siguiente a continuación. Sin embargo, en los últimos años, estos maratones también han puesto de acuerdo a distintos investigadores para identificar qué los hace tan efectivos. Y sí, aunque la respuesta evidente sea que esto ocurre porque nos gustan las series, existen otros factores que conectan directamente con nuestra mente y nuestro entorno. En especial nuestro manejo del estrés y cómo ver series nos ayuda a sentirnos personas socialmente incluidas.

En 15 segundos comenzará el próximo episodio...

Como decimos, plataformas como Netflix, Amazon Video o Hulu están diseñadas especialmente para inducirnos a ver capítulos uno tras otro. En solo 15 segundos -un tiempo de espera que Netflix llegó a reducir a 5 en sus producciones propias- debes decidir qué hacer durante los próximos 20, 40 o 60 minutos. A ello se suma cómo las series actuales son además conscientes de este entorno, haciendo cada vez más común finalizar capítulos con unos cliffhangers que hacen imposible que el espectador más impertérrito aparte los ojos de la pantalla.

Ante estos estímulos, nuestro cuerpo reacciona influenciado por dos factores principales, según cuenta en su blog en la edición norteamericana del Huffpost la doctora en neuroendocrinología Catherine Franssen. El primer estímulo que nos hace dejar que haga su aparición el siguiente capítulo es precisamente el estrés que nos propician esos cliffhangers, los finales en los que nuestro protagonista favorito acaba pendiente de que un loco con un bate le sacuda la cabeza o de si su amor idílico le pide salir. "Cuando nos enfrentamos al estrés agudo de no saber lo que va a suceder a continuación, el cuerpo produce un exceso de CRH, una hormona que media la liberación de otras hormonas del estrés en el cuerpo", cuenta Franssen, que añade que esto activa nuestros mecanismos de 'lucha o huída', los mismos que activamos ante una situación de inseguridad, pero sin movernos del sofá.

El segundo factor en este sentido también tiene que ver con la liberación de hormonas y cómo están diseñadas las plataformas de vídeo en streaming. Sí, Netflix o HBO tienen una bonita barra que te permite ver en qué momento se quedó el capítulo y que te recuerda que lo dejaste inconcluso. Esto nos hace identificar en parte a las aplicaciones de forma similar a una lista de tareas, lo que contribuye a que al acabar un capítulo o una temporada podamos tener un ligera liberación de hormonas como la serotonina (relacionada con la saciedad) y dopamina (placer).

Mañana seguro que comentan en la oficina el nuevo capítulo

Pero más allá de nosotros mismos y del desasosiego que nos pueda dar las andanzas de Jon Snow o de los chicos de Stranger Things hay que poner también en la báscula cómo nos afecta el visionado de series continuado a nuestro entorno.

En el libro 'The Age of Netflix', elaborado por varios profesores del mundo de la comunicación, el profesor Emil Steiner de la Universidad de Temple, en Filadelfia, desgrana un cuadro de seis motivaciones que ha observado tras encuestar y analizar varios estudios enfocados en personas que se declaraban 'maratonianos' de series. Son las siguientes:

  • . Obsesión: Steiner habla de que las personas que aseguran ver los capítulos de forma seguida manifiestan cierta obsesión por querer terminar lo que han empezado. Es decir, prefieren acabar el capítulo antes que acostarse un poco antes y retomarlo al día siguiente.
  • . Conveniencia: que también podríamos traducir como flexibilidad. Aquí nos referimos en palabras de Steiner a la capacidad de "ver lo que sea, donde sea y cuando sea". Es el poder que las plataformas de vídeo en streaming han dado al usuario. Puedes empezar un capítulo en el sofá pero continuarlo si tienes que ir en metro. Si te llega internet claro, o incluso no, porque en algunas plataformas puedes descargarlo. Es, en definitiva, una razón más para que no encuentres motivos para dejarlo.
  • . Experiencia mejorada: los encuestados afirmaban que ver un capítulo tras otro ayuda a empatizar con los personajes y meterse en la historia, haciendo que la experiencia sea más inmersiva.
  • . Relajación: esto es simple, tener -o provocar- una tarde de un capítulo tras otro de nuestra serie favorita nos permite abstraernos, del mismo modo que una novela con cientos de página. Ese es precisamente otro de los motivos por los que muchos apuestan por las series en carrusel en lugar de servidas con un capítulo semanal.
  • . Ponerse al día con temporadas antiguas: tros encuestados también mencionaban que eran más proclives a estos atracones antes del estreno de una nueva temporada, como una forma de recordar lo que ha sucedido pero también de crearse expectación sobre ellos mismos.
  • . Y por último, y casi más importante, la inclusión social: Aquí Steiner menciona lugares comunes que a todos nos han sucedido, como cenar con un grupo de amigos que mencionan una serie que tú no has visto (y que después correrás a ver). Estar al día, además de evitar el miedo a los spoilers, nos hace estar mejor preparados para participar en nuestras relaciones sociales, ya sea con esos amigos que han mencionado una serie cenando o en una conversación casual con alguien que acabamos de conocer. Esto, en términos prácticos, se vio muy bien cuando con el estreno de la séptima temporada de Juego de Tronos se incrementaron de forma notable las reproducciones en HBO de los primeros capítulos. Había muchas personas que querían ver aquello de lo que todo el mundo hablaba.

¿Son malos estos atracones de series?

Si al llegar hasta aquí piensas que realmente estás estresado porque no puedes parar de ver capítulos o que eres un esclavo de las apariencias sociales, no te preocupes, siempre encontrarás opiniones que te dirán que sí y otras que no.

Un estudio de 2015 realizado en la Universidad de Texas ligó estos atracones de capítulos a sentimientos de soledad y depresión, sugiriendo que podría existir cierta adicción a las series, un término con el que ahora quizá bromeemos pero no hay que olvidar que ya se lleva años estudiando tanto en relación a las adicciones a la TV, como a Internet.

Los investigadores de Texas encuestaron a 316 sujetos que aseguraban realizar habitualmente visionados de series de 2 a 5 horas en un solo día. Un 35% de ellos reconocía que en ocasiones veía demasiadas series incluso cuando tenía otras cosas que hacer, y lo que reveló el estudio es que eran precisamente estas personas que se autodefinían como 'adictos' los más propensos a reportar mayor estrés, ansiedad y depresión. ¿Qué extrajo el estudio como conclusión? Pues que sí, existía una ligazón entre los atracones y estados de apatía o depresivos, pero que estos no se podían ajustar a una causalidad. En otras palabras, no se podía concluir que estar varias horas viendo series de forma continua incidiera en la depresión o, si bien al revés, personas con tendencia a estar deprimidas veían en ello una vía de escape.

Steiner, el mismo autor que ha identificado las seis motivaciones principales para ver series sin detenernos, también deja una reflexión sobre esto en su libro. "Sentimos que las series y la televisión están ligadas a una forma baja de cultura", señala, poniendo el ejemplo de que si llegamos al trabajo un lunes y decimos que hemos pasado el fin de semana leyendo podremos sentir orgullo, pero quizá no lo digamos si lo que hemos hecho es ver nuestra serie favorita, que también puede ser un producto cultural valioso.