La guerra entre los sistema de entretenimiento, asistencia y multimedia en los coche lleva tiempo fraguándose. A pesar de que parece que la convivencia ha sido más o menos sensata tras la irrupción de Android Auto y CarPlay, dos sistema que los fabricantes suelen integrar al mismo tiempo en convivencia con sus sistemas propietarios, cuenta con dos sistema de asistencia: Siri y Google, ambos con su flaquezas y sus riquezas.

No obstante, hay un nuevo contendiendo, especialmente potente en este aspecto, que se está haciendo un hueco en la automoción y para el que no cabe convivencia con los otros dos sistemas (que despliegan la inteligencia en nuestro propio móvil). Alexa, el asistente Amazon, llega pisando fuerte al coche con una alianza especial con varios fabricantes, entre los que se incluyen algunos de los más importantes del mundo: Ford y BMW.

Es un movimiento interesante porque la inteligencia de Alexa vive en la nube y en el coche, y no depende del móvil que llevemos en el bolsillo como CarPlay y Android Auto, a pesar de que es capaz de integrarse en los servicios de los fabricantes y ofrecer las mismas posibilidades que los sistemas de Apple y Google, lo que complica enormemente la convivencia.

Amazon y Microsoft integran Cortana y Alexa en un extraño movimiento

Y es que a diferencia de los sistemas de Apple y Google, Alexa no está tan enfocada al entretenimiento, sino a ser un asistente virtual de todo lo que hacemos en el coche, de lo que necesitamos, pero en convivencia con los sistemas de entretenimiento que ofrece vía los servicios satélite de Amazon, como Prime Music. Esto deja la puerta abierta a que los fabricantes desplacen sus sistemas hacía Alexa: ya ha triunfado en el hogar, y el usuarios poco a poco se ha ido acostumbrado a ello, y en cierto sencillo forma un ecosistema formidable bajo el paraguas de Amazon.

Este es un movimiento interesante: por un lado, Alexa ofrece a los fabricantes inteligencia en la nube que solo depende de una conexión a internet que al final termina recayendo en el bolsillo de los usuarios, además es extensible a servicios multimedia satélites, no entra en conflicto con otras soluciones y está integrado con un ecosistema que ya ha demostrado ser un éxito en casa.

A día de hoy, Amazon tiene más de 5000 personas trabajando en Alexa y en los servicios adyacentes del asistente, por lo que no debería ser ninguna sorpresa si la próxima vez que hables a tu coche sea el asistente del Amazon el que te conteste. Al fin y al cabo, es más barato para los fabricantes que desarrollar y mantener sus propias soluciones, es más eficiente que estas y funciona mucho mejor que el 99% de los servicios propietarios de los fabricantes de coches, o al menos todos los que han integrado antes de la llegada de las soluciones de Apple y Google.

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El camino por delante es aún largo, puesto que Alexa tiene limitaciones a la hora de ir más allá del ecosistema Amazon y, aunque se haya convertido en el asistente favorito del hogar las tareas que ofrece en este segmento no son las mismas que en el coche. Con todo, una cosa está clara: con la proliferación de cabinas cada vez con menos botones (como la del Tesla Model 3), el asistente más inteligente y más potente será el ganador de la carrera, y Alexa ya tiene buenos aliados.