Situada a 5.000 años luz de la Tierra, en la constelación de Acuario, la nebulosa Saturno continúa siendo un enigma para la comunidad científica. La estructura, denominada técnicamente como nebulosa planetaria NGC 7009, cuenta con una inusual apariencia que recuerda al planeta anillado que hasta hace unos días exploró la misión Cassini. Un equipo de astrónomos del Observatorio Europeo Austral ha utilizado el instrumento MUSE, situado en el Very Large Telescope, para explorar la forma y la composición de la extraña nebulosa.
Su estudio ha permitido caracterizar por primera vez el polvo que hay dentro de una nebulosa planetaria, un tipo de estructuras que se originan tras la muerte de un astro. En el caso de la nebulosa Saturno, los investigadores saben que procede de una pequeña estrella que se convirtió en una gigante roja al final de sus días, liberando una gran cantidad de materia de sus capas exteriores.
Fuertes vientos estelares y la radiación ultravioleta del núcleo afectaron a dicho material, creando una nebulosa de polvo y gas caliente que cuenta con una apariencia de diferentes tonalidades azules y rosas. En lo que es hoy el corazón de esta nebulosa planetaria, los científicos han descubiertos los restos de la estrella, que se puede apreciar en la fotografía destacada que acompaña estas líneas sobre la nebulosa Saturno, a punto de convertirse en una enana blanca.
El grupo de Jeremy Walsh, del Observatorio Europeo Austral, consiguió caracterizar la nebulosa Saturno mediante el desarrollo de los primeros mapas ópticos detallados del gas y del polvo que forman parte de su estructura. Gracias a este trabajo de cartografía, los investigadores han logrado revelar buena parte de la composición de la nebulosa planetaria, como la burbuja elíptica que se halla en su interior, el halo y la burbuja o capa exterior.
La imagen, obtenida a través del instrumento MUSE, desvela además dos corrientes —ya conocidas— que se extienden por el eje largo de la nebulosa y acaban en unas especies de 'asas' brillantes. El estudio analizó, por otro lado, la distribución de polvo en la nebulosa; los resultados del equipo de Walsh muestran que existe una zona en la nebulosa Saturno donde aparentemente dicho polvo se está destruyendo. Según los científicos, la misteriosa desaparición puede deberse a una onda expansiva o a un efecto de calentamiento extra que evapore las partículas.
El instrumento MUSE empleado en esta investigación también permitió en el pasado mapear la distribución de materia oscura en cúmulos de galaxias, fotografiar el choque de una galaxia próxima o saber más acerca de la formación de estrellas y galaxias en el universo temprano. La investigación presentada ahora nos permite comprender un poco mejor cómo se desarrollan nebulosas planetarias como la de Saturno y cómo adquieren sus inusuales formas y tonalidades. Así podremos saber nuevos secretos acerca de estas misteriosas estructuras cósmicas, que tienen una vida corta con una duración de apenas decenas de miles de años antes de poner fin a su existencia transformándose en enanas blancas calientes.