Sin honores, sin homenajes y sin aspavientos. Hace poco más de cinco años que sin llamar mucho la atención, a principios de 2012, ese año en el que según la iconografía maya mal entendida iba a acabar el mundo, se puso fin al que está considerado el primer intento de dar a los hogares franceses una red masiva, una suerte de webs primitivas interconectadas y un chat similar a lo que entendemos a día de hoy: el primer Internet sin Internet.
Minitel fue el abuelete de la WWW, el predecesor de la red del CERN basada en la propia de ARPANET que hoy conocemos por Internet. Desarrollado en 1978 por la compañía pública francesa PTT, que a día de hoy no existe fruto de su disolución en dos compañías separadas -La Poste y France Télécom-, Minitel permitía realizar compras en línea, buscar productos o recibir correo, antes de que su éxito, en pleno 1995, se convirtiese en un sonado fracaso. Antes de que Internet ganase la partida.
Para muchos, Minitel está considerada la segunda Revolución Francesa, tanto por importancia dentro del país galo como para lo que supuso en el desarrollo y masificación de la Internet de conocemos hoy en día. Su nacimiento, como suele suceder en estos casos, fue fruto de la evolución de un sistema telefónico, el francés, a mediados de los 60 estaba considerado el hazmerreír del mundo. La mitad de los franceses no tenía teléfono y las partidas presupuestarias nacionales para su desarrollo e implantación estaban muy abajo en la lista de prioridades.
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Así, a mediados de los 70, Francia quiso dar la vuelta a su maltrecho sistema telefónico. El Gobierno francés decidió poner en marcha un programa conocido como “teléfonos para todos”, que a finales de la década duplicó el número de abonados franceses que disponían de un sistema telefónico en casa. Fruto del auge de la implantación del teléfono, France Telecom puso en marcha un programa, a su vez, para reducir los costes que suponía la consulta masiva de números de teléfono que sus sistemas estaban experimentando: que sus clientes empezasen a consultar sus propios terminales telefónicos para acceder a números de teléfono sin tener que depender del personal y de la infraestructura humana de PTT, reduciendo así los costes y agilizando el acceso a la información, a la vez que reducirían, en un momento en el que número de abonados se multiplicaba, la necesidad de renovar, imprimir y distribuir la clásicas guías telefónicas.
El sistema ideado por France Telecom fue un éxito sin precedentes, superando todas las expectativas de la compañías. No solo ayudó a la reducción de los costes, tal como se pretendía, sino que convirtió a sus abonados en proactivos a la hora de acceder a información en una suerte de en línea primitiva. De esta forma, la compañía no quiso quedarse ahí, sino dar a sus abonado la posibilidad, que era el interés verdaderos de sus clientes, de comunicarse en línea con otras personas, más allá del teléfono. A mediados de los 70s, y fuera de las universidades, esto era un escollo especialmente difícil de salvar y ni siquiera en los Estados Unidos, cuna de ARPANET, los hogares tenían algo remotamente parecido a esto. El telefóno ya no era tanto un lujo, pero, ¿un sistema de comunicación que no funcionase a través de la voz y el teléfono? impensable.
De esta forma, nació Minitel. Se ideó un plan para digitalizar la red telefónica, añadir una capa de tecnología interactiva en forma de una suerte de teletexto y ofrecer a los empresarios y ciudadanos una plataforma abierta para la innovación. A principios de los 80s, una vez que el servicio telefónico de Francia superó el umbral de masificación -para la época-, los ingenieros informáticos dentro del Ministerio de Correos, Telégrafos y Telefonía (PTT) comenzaron a desplegar en toda Francia un sistema telemático utilizando la red TRANS-PAC, y un protocolo de comunicaciones conocido como CEPT2. Su nombre oficial, Teletel, aunque popularmente fue conocido como Minitel.
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Nadie había visto hasta el momento un servicio como ese: en poco tiempo llegó a alcanzar los 20.000 servicios disponibles en línea, mucho antes de que la WWW que conocemos hoy saliese al mundo. Y, pese a la creencia popular, no se trataba de un servicio cerrado y controlado: su concepto partía de un sistema híbrido construido sobre una plataforma pública para impulsar la innovación privada. Sí, fue ideado y desarrollado por el gobierno, pero en realidad fue la empresas privada la que impulsó su implantación y penetración.
Y funcionó bastante bien, tanto que su tasa de adopción en Francia superó a la de la WWW, debido principalmente a su funcionamiento a su sencillo funcionamiento. Para conectarse a la red, un usuario solo tenía que marcar manualmente una pasarela a través de un teléfono, de forma que se transmitía una llamada telefónica a través de una red pública conmutada, la cual devolvía una respuesta que era representada a través de un sistema que se ejecutaba en un conmutador. El más utilizado era el CIT-Alcatel E-10, que reproducía la señal de vuelta de la llamada a través de un tono audible, de forma que el usuario solo tenía que colocar el auricular en un terminal Minitel que sería el encargado de comunicarse con el conmutador.
De esta forma, se reproducía el contenido en un punto de acceso videotex o PAVI, una computadora que permitía representar una interfaz gráfica que albergaba los directorios de los servicios disponibles en Minitel, que a diferencia de las webs y dominios actuales, se identificaban a través de códigos mnemotécnicos cortos. Al igual que las URLs de hoy en día, estos códigos se imprimían en revistas o se mostraban en anuncios de televisión, de forma que un usuario solo tenía que marcar el código correspondiente en Minitel para que este le devolviese la respuesta. Comprar billetes de ferrocarril, noticias o incluso chat en tiempo real eran algunos de los más de 20.000 servicios que la red tenía a disposición de los usuarios. Así, cada vez que un usuarios escribía en la terminal un código específico, el conmutador creaba una suerte de un circuito virtual a través de una red pública de datos - la ya mencionada Transpac- y los datos empezaban a mostrarse en el terminal del cliente, en el host y viceversa.
La ventaja que tenía Minitel frente a otros sistemas, que PTT encargó millones de terminales Minitel y los puso a disposición de los ciudadanos de forma gratuita. De tal forma que si había algún interesado viendo un anuncio de televisión con código de Minitel, solo tenía que ir a cualquier oficina de correos y volver a casa con una sistema totalmente funcional que era muy fácil de configurar, puesto que todo lo que tenía que hacer el usuario era conectar el terminal a la pared, marcar el gateway local, y listo, a diferencia del los primeros años del Internet de hoy en día que dependía de equipos costosos, de ciertos conocimientos técnicos y de una infraestructura mucho más compleja. A cambio, eso sí, era mucho más potente y precisamente por ello se convirtió en el estándar.
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Y es que como comentábamos al principio, el primer servicio disponible en Minitel era una guía telefónica electrónica, el annuaire électronique, fruto de la necesidad inicial de reducir costes tras el crecimiento del servicio telefónico. Además representaba la forma fácil de explorar Minitel de forma gratuita, lo que sirvió de entrada para muchos usuarios en el sistema que no tenían un solo conocimiento informático. Además, para potenciar su uso, el gobierno comenzó a exigir que la gente usase Minitel para ciertas tareas administrativas, como matricularse en la universidad, de forma que en poco tiempo quien no tenía un terminal Minitel en casa tenía uno disponible en un biblioteca o espacio público, de forma que solo cinco años después, a finales de los 80s, todos los adultos que vivían en Francia tenían acceso a la red. Además, las facturas telefónicas de los consumidores no revelaban qué sitios habían visitado, por lo que este anonimato tambié contribuyó a su desarrollo.
Pero el verdadero boom de Minitel llegaría con Kiosk, un sistema implementado por PTT que permitía manejar la contabilidad, recaudar dinero de los usuarios a distancia, o generar servicio accesorios que permitían elevar la rentabilidad de los proveedores de servicio a la vez que facilitaba la vida a los ciudadanos. De hecho, el modelo de la App Store, de Steam y otro, no es más que una evolución de los sistema de paquetes y suscripción que integró Kiosk en Minitel. De esta forma y gracias a su expansión, el Gobierno francés permitió a los proveedores utilizar cualquier hardware o software que quisieran, siempre y cuando se cumpliera con las directrices publicadas por la compañía telefónica, lo que supuso un boom para el el mercado de hardware y el de servidores servidores se volvió ferozmente competitivo, al mismo tiempo que Francia experimentó una digitalización sin precedentes.
Se desarrolló una industria brutal alrededor de Minitel y de Kiosk, constantemente se publicaban informes sobre estándares de interfaz de usuario, terminales, PAVIs, protocolos, etc, lo que impulsó enormemente la innovación y desarrollo de la economía digital basada en Minitel, de forma que las empresas francesas ampliaron la plataforma con nuevos tipos de terminales y periféricos: memoria incorporada, lectores de chip de tarjetas y pantallas de color de alta resolución -para la época- comenzaron a inundar el mercado y los servicios disponibles se multiplicaron, convirtiendo a la Francia de los años ochenta en un lugar de tremenda experimentación digital.
Desde el principio, el Gobierno francés dio a los proveedores de servicios una gran libertad sobre sus sistemas, una característica que se convertiría en un elemento básico de Internet, y desde el primer momento, respetaran la neutralidad de la red aunque no todo fue tan bonito como parece. La red utilizó una implementación no estándar del protocolo X.25, que evitaba que los servidores de ejecución privada se conectaran directamente entre sí y todas las conexiones fueron enrutadas a través de la red de datos pública (necesario para la implementación del sistema Kiosk), lo que limitó enormemente su futuro, a diferencia del WWW.
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De esta forma, el techo de Minitel rozó su punto máximo en 1993, cuando los usuarios registraron más de 90 millones de horas en sus terminales utilizando servicios de Kiosk. Por esta época, los franceses poseían unos 9 millones de dispositivos Minitel, con 25 millones de usuarios conectados a más de 23.000 servicios. Uno de los mayores éxitos de Minitel fue el llamado "Minitel Rose", las primeras salas de chat electrónicas para adultos.
En los años siguientes, su uso disminuyó a medida que el PC y el acceso telefónico a Internet se extendía. Todos los usuarios podían seguir accediendo a Minitel utilizando un software de emulación de terminal a través de un “PC”, pero la mayoría se decantó por Internet.
Minitel era fácil de usar y su sencilla interfaz de videotex, una vez tan innovadora, en conjunción con los límites de la red, la centralización y la dependencia de la línea pública, cada vez menos flexible, obstaculizaron el desarrollo. Las terminales no eran computadores, y por tanto, no podían analizar ni almacenar información. Tampoco podían "buscar" aleatoriamente la red: solo podían llamar a las direcciones de los servicios que estaban oficialmente afiliados al sistema. Minitel tenía rivales en otros países, incluso antes de que Internet se extendiera por todo el mundo. Había Ceefax en Gran Bretaña y NAPLPS en los Estados Unidos. Pero ninguno de estos sistemas fue tan completo ni tan efectivo como Minitel.
En 2012, después de casi 30 años de funcionamiento continuo, los sistemas PAVIs echaron el cierre, y la era de Minitel llegó a su fin. Su cierre no fue un camino de rosas: había muchas personas que todavía lo usaban, desde agricultores y ancianos sin PCs hasta profesionales como floristas y estancos, que todavía lo utilizaban para hacer pedidos a los proveedores, y muchos usuarios mantenían antiguos equipos de Minitel como “seguro” en caso de que sus ordenadores no fucionasen. Incluso en 2007, todavía generaba grandes movimientos de dinero.