ola de calor

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El pasado 13 de julio, la localidad cordobesa de Montoro batió el récord histórico de temperatura en España. Según confirmó la Agencia Estatal de Meteorología, el municipio alcanzó los 47,3ºC, superando la anterior marca de 47,2ºC registrada en Murcia en 1994. Fue en plena ola de calor, un episodio provocado por la intensa insolación y la entrada de una masa de aire caliente en la Península Ibérica. Estos fenómenos se recrudecerán en el futuro, cuando viviremos olas de calor más prolongadas cada vez con mayor frecuencia e intensidad.

Comprender los efectos que tienen estos episodios sobre la salud es fundamental para mejorar la prevención y la atención médica. Un trabajo publicado en la revista Environmental Health Perspectives ha analizado la relación entre las olas de calor y la mortalidad asociada en 400 comunidades diferentes de todo el mundo, incluidas 31 ciudades en España. El estudio apunta que los diferentes episodios registrados en los últimos meses no son anécdoticos, sino que nuestro país es una de las regiones donde más olas de calor se detectan anualmente.

Importan las altas temperaturas, no tanto la duración

La Agencia Estatal de Meteorología explica que una ola de calor es "aquel episodio que dura al menos tres días consecutivos, en el que como mínimo el 10% de las estaciones registran temperaturas máximas por encima del percentil del 95% de la serie de temperaturas máximas diarias anotadas entre los meses de julio y agosto del período comprendido entre 1971 y 2000". Sin embargo, no existe una definición consensuada a nivel internacional desde el punto de vista de la salud.

La investigación presentada hoy es uno de los primeros estudios realizados en el mundo en evaluar los episodios de calor en países diferentes para comprender sus efectos. En particular, los científicos han querido evaluar los fenómenos ocurridos en 400 ciudades de 18 países distintos entre 1972 y 2012, aplicando una metodología común para entender los efectos sobre la salud y el impacto en la mortalidad. Según las conclusiones del artículo, las cifras muestran un aumento de entre el 10 y el 20% de riesgo de fallecer durante una ola de calor.

El incremento de las temperaturas afecta al sistema de termorregulación que tiene el organismo. Nuestro cuerpo cuenta con mecanismos para aumentar la dilatación de los vasos sanguíneos e incrementar la sudoración con el fin de evaporar el calor. Cuanto más altas sean las temperaturas o más tiempo dure el episodio, más trabajo tendrá que realizar el sistema cardiovascular para mantener una temperatura corporal normal. Este sobreesfuerzo puede causar problemas en nuestra salud, lo que explica el incremento del riesgo de muerte que se da durante el tiempo que dure una ola de calor.

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Localización de las regiones estudiadas y duración media de las olas de calor anuales. Cedida por el CSIC.

La probabilidad de morir como consecuencia de un episodio de ola de calor se incrementa cuanto mayores sean las temperaturas, pero no afecta la duración de estos eventos. Es decir, el riesgo de mortalidad es similar cuando se registran altas temperaturas, tanto si ocurre en una única jornada como si se extiende durante varios días. Por otro lado, la investigación sostiene que los efectos de una ola de calor se prolongan entre 3-4 días después de que el episodio haya finalizado, aunque en países como España e Italia este impacto negativo puede durar hasta una semana.

"También hemos comprobado que aquellas personas que viven en zonas relativamente frías o cálidas son más sensibles a las olas de calor que quienes vienen en regiones más extremas. Esto sugiere que hay cierta aclimatación a los extremos térmicos", cuenta Aurelio Tobías, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC). Según el trabajo, los mayores efectos sobre la salud de las olas de calor se han observado en Italia, Moldavia y Vietnam. Los científicos puntualizan que la falta de aire acondicionado en los dos primeros países y los bajos niveles socioeconómicos en los dos últimos casos pueden explicar la mayor mortalidad asociada a estos eventos extremos, que aumentarán por culpa del cambio climático.