"¿Ha pasado ya media hora?", recuerdo que le preguntaba a mi madre antes de correr al agua. Bajo la atenta mirada de mi abuela, nos bañábamos los primos tras una jornada playera. Porque el peligro estaba ahí: el corte de digestión podía sobrevenirte cuando menos lo espararas, sin previo aviso. La única manera de protegerte de él era esperar religiosamente el tiempo estipulado por la tradición tras la comida. Cada familia, por su parte, tiene su propio rito. Y su propio temor. Pero ahí va un secreto: el corte de digestión, en realidad, no existe.
Hidrocución, nada que ver con la digestión
Aclarémoslo bien. ¿Puede ocurrirte algo al meterte al agua? Sí, puede llegar a ocasionar la muerte incluso. Pero esto ni ocurre tras la comida, ni tiene nada que ver con la digestión, ni ocurre de manera sencilla. El mal llamado "corte de digestión" es lo que se confunde con la hidrocución, una expresión que hace referencia a los efectos clínicos que tiene este fenómeno, muy parecidos a los de la electrocución. Este término fue acuñado por el Dr. militar francés, G. Lartigue, quien habló del shock termodiferencial. Pero, ¿por qué? Veamos lo que ocurre realmente en el supuesto corte de digestión. Cuando nos ponemos en contacto directo y brusco con el agua muy fría puede darnos un síncope lo que desencadena un reflejo de inhibición de la respiración y la circulación generando una sobrecarga cardíaca. Esto puede terminar en un desmayo o, incluso, en una parada cardiorrespiratoria.
Si esto ocurre en el agua, mal vamos. El número de casos de ahogados por este tipo de síncopes es lo suficientemente alto como para tener su propia leyenda urbana, la del corte de digestión. Pero en realidad el proceso digestivo no tiene nada que ver. La hidrocución ocurre por los cambios de temperatura bruscos, lo que se traduce en una reacción fisiológica que trata de proteger el cuerpo con muy mala pata. Puede que uno de los resultados de dicho síncope, cuando este no desembocaba en una pérdida de conciencia letal, diese la idea general del fallo digestivo. Hablamos del malestar general, las náuseas y el dolor de cabeza como consecuencia de la parada. Pero lo cierto es que la hidrocución ocurre tanto si hemos como si no hemos comido antes de bañarnos. De hecho, esta puede ser la explicación de los supuestos casos de "muerte por beber agua fría" de los que el folclore está lleno.
Pero hazle caso a tu abuela
Aunque el corte de digestión como tal no tenga sentido, lo cierto es que algo de sabiduría sí que encierra. Cuando una persona mayor te dice "entra con cuidado, tranquilo y mojándote poco a poco", está dándote un consejo que podría salvarte la vida. Esperar a "hacer la digestión" no tiene demasiado sentido. Entre otras cosas porque este proceso puede durar hasta cuatro horas. Pero sí que permite estar más despejados y conscientes, menos somnolientos. Además, cuando dormimos tendemos a subir la temperatura corporal. Si encima, esa siesta la hemos echado bajo el influjo del sol playero, lo que influye aún más que la siesta, estamos comprando papeletas para que nos dé un síncope.
Normalmente, diferencias de temperatura de ocho o diez grados en el agua, hipertermia (alta temperatura corporal) o la presencia de fármacos que alteren la fisiología, especialmente los psicofármacos, empeoran o promueven los casos de hidrocución. La hipertermia puede darse tanto por el calor ambiental, como la larga exposición al sol o haber estado realizando ejercicio intenso justo antes del baño. Arrojarse al agua sin acostumbrarnos a la temperatura es siempre una mala idea. Las consecuencias, como decíamos, pueden desencadenar un desmayo o un síncope, y hasta una parada cardiorrespiratoria. Esto también puede ocurrir con un golpe inesperado al caer boca abajo, por inhibición nerviosa refleja. Así que, aunque el corte de digestión no exista, no está de más que le hagamos caso a nuestras abuelas y tengamos algo de respeto al agua. Así nos aseguraremos un baño plácido y tranquilo.