Las elecciones narrativas que toma cualquier autor, sea literato o guionista de cine, sólo deben depender de lo que más convenga para el mejor desarrollo de la historia que nos está contando. Pero, como el séptimo arte es una labor de equipo en la que intervienen decenas de personas, estas elecciones no dependen solamente del director y los guionistas, sino que están sujetas a las exigencias de los productores y a las circunstancias del reparto. No obstante, unas cosas y otras no sirven de excusa para no hilar las tramas como es debido aprovechando todos los elementos disponibles, y es precisamente lo que no les sirve a los guionistas de la serie *Fear the Walking Dead* (Dave Erickson y Robert Kirkman, desde 2015) para justificar lo que han hecho nada más empezar en “The New Frontier” (3x02) con Travis Manawa, el personaje al que interpreta Cliff Curtis.
Por lo visto, el actor ha firmado para un papel protagonista en las cuatro secuelas de la muy exitosa Avatars (James Cameron, 2009), y este compromiso le ha alejado del que adquirió con la serie: resulta difícil resistirse a una oferta relacionada con el mayor taquillazo de todos los tiempos en cuanto a recaudación, en especial si la película revoluciona el gallinero tecnológico del cine y lo hace superando ampliamente nuestras esperanzas de calidad artística. Aún no estamos seguros de que sea una lástima para este apocalipsis zombi, como lo es para los seres queridos de Travis, porque los personajes no nos mueven mucho por dentro. Pero de lo que no cabe duda es la desfachatez con que le han sacado de escena, hiriéndole durante un vuelo en helicóptero y lanzándole desde las alturas así, por las malas, sin ningún sentido, propósito ni provecho.
*Al ser interrogado Erickson acerca de lo ocurrido por Entertainment Weekly, respondió con una claridad casi hiriente: “Travis está muerto. Creo que lo que era importante desde la perspectiva de la audiencia, así como para los personajes, fue algo peor por el hecho de que pensamos que hemos alcanzado un cierto nivel de seguridad. Pensamos que íbamos a estar bien, y luego, de la nada en la violencia aleatoria del apocalipsis, de repente nos arrebatan a Travis”. Habría que decirle al señor Erickson que lo que no puede ser aleatorio en absoluto, o poco elaborado, son las decisiones que se toman sobre los personajes principales de Fear the Walking Dead*, como sobre los de ninguna otra serie de televisión que se tenga por respetuosa con sus seguidores y su propio relato.
Tal vez hay cierta precipitación al decir que los guionistas no le van a sacar el partido correspondiente a la violenta desaparición de Travis, más que nada porque parece que existe algo oscuro, vil e intencionado en ella por cómo se comportaban piloto y copiloto en el vuelo. Y ya no solamente por cuanto se refiera al hilo argumental que puede seguirse de tal forma, con la búsqueda de las verdades, su revelación traumática, la posible ira venidera y los conflictos que pueda desatar en el digno nuevo refugio contra las hordas de muertos vivientes que es el Rancho de los Otto, además de su influencia en el drama personal y la evolución psicológica de los personajes principales que aún deambulan por este horroroso mundo apocalíptico.
Pero nada de todo eso justifica la manera en que han eliminado a Travis de la ecuación narrativa de la serie; de ningún modo puede respaldarse con beneficios futuribles para la historia en su conjunto la gratuidad de su muerte y la precipitación con que la han concebido y montado. A los protagonistas a los que se les han dedicado horas y horas de rodaje y de atención del público no se les puede echar así, como de un empujón por la portezuela de un coche en marcha, sin construir un buen arco argumental que conduzca a su sacrificio, asesinato o simple desaparición, y que nos podamos compungir al menos por lo que le sucede, en vez de desatar nuestra indignación como receptores del relato.
El pim-pam-pum resulta inaceptable aquí; lo bueno, si es breve, no es siempre dos veces bueno. La decisión sobre Travis es poco educada porque trasluce la carencia de modales narrativos honestos, los cuales suponen la mínima consideración que se les debe a estos seres ficticios y a los espectadores que, de entre la tremenda cantidad de series actuales que tenemos a nuestra disposición en la presente edad de oro televisiva, decidimos sentarnos a ver Fear the Walking Dead.