Siempre he dicho que los que afirman que el cine español es nefasto son, precisamente, los que no ven cine español —generalmente por cuestiones muy alejadas de las cinematográficas— y, por tanto, su opinión tiene tanto fundamento como la mía sobre inversiones bursátiles, acerca de lo que ignoro casi todo: ninguno. Las películas que se producen en España, como en buena parte de aquellos países que poseen una industria del cine o algo parecido a la misma, nos lanzan muchos desperdicios cada año y nos brindan unas cuantas que no están mal o que son interesantes y algunas claramente extraordinarias; bueno, estas últimas, quizá cada varios años. Pero con las series españolas, hoy por hoy, no ocurre lo mismo: encontrar una que realmente merezca la pena ver parece una aspiración utópica. Una lástima.
La adopción de la perspectiva cinematográfica
Hemos de tener claro, en primer lugar, que las series de televisión también forman parte del cine como arte audiovisual, pero en un formato distinto al de las películas que se suelen estrenar en los cines comerciales, por entregas, que además se asemeja al de las sagas cinematográficas.
Por otro lado, lo cierto es que no se equivocan los que hablan de la cacareada “edad de oro de las series de televisión anglosajonas” , porque estas no destacaron realmente como buen cine hasta que a alguien se le ocurrió trasladar la perspectiva cinematográfica en la realización de las mismas, sus virguerías, con pioneras como Twin Peaks (David Lynch y Mark Frost, 1990-2017) y *The X-Files (Chris Carter, 1993-2016), y hasta que se las dotó verdaderamente de los medios y del talento para ello; sin menospreciar nunca, digámoslo, el formato de sitcom de las más geniales pese al condescendiente sonido de las risas enlatadas, como Seinfeld (Jerry ídem y Larry David, 1989-1998), Friends (David Crane y Marta Kauffman, 1994-2004), Frasier (David Lee, Peter Casey y David Angell, 1993-2004), Just Shoot Me! (Steven Levitan, 1997-2003) y The Big Bang Theory (desde 2007 a la actualidad), los buenos tiempos de The Simpsons (Matt Groening, Sam Simon y James L. Brooks, desde 1989 a la actualidad), que debería haber acabado hace años, y Futurama (Matt Groening, 1999-2013), o maravillas documentales como la primera Cosmos* (Carl Sagan, 1980).'Twin Peaks' y 'The X-Files' fueron las pioneras que adoptaron la perspectiva cinematográfica de "la edad de oro de las series"
De no ser por este cambio, no habríamos visto la grandeza de series como Six Feet Under (Alan Ball, 2001-2005), The Wire (David Simon, 2002-2008), *Lost (J.J. Abrams, Jeffrey Lieber y Damon Lindelof, 2004-2010) o House MD (David Shore, 2004-2012), Dexter (James Manos Jr., 2006-2013) y American Horror Story: Asylum (Ryan Murphy y Brad Falchuk, 2012-2013). Y disculpadme que no incluya aquí otras como The Sopranos (David Chase, 1999-2007), Deadwood (David Milch, 2004-2006), Mad Men (Matthew Weiner, 2007-2015) o Breaking Bad* (Vince Gilligan, 2008-2013), pero las tres primeras aún las tengo imperdonablemente pendientes, y la última, a medias ahora mismo: hay mucho que ver a pesar de las prioridades.
Ni sería posible engancharse a unas series tan sustanciales como *The Walking Dead (Robert Kirkman, desde 2010 a la actualidad), Hannibal (2013-2015), Broadchurch (Chris Chibnall, desde 2013 a la actualidad), The Leftovers (Damon Lindelof y Tom Perrotta, desde 2014 a la actualidad) o The Knick (Jack Amiel y Michael Begler, desde 2014 a la actualidad), o directamente sensacionales, como Game of Thrones (David Benioff y D.B. Weiss, desde 2011 a la actualidad) y House of Cards* (Beau Willimon, desde 2013 a la actualidad).Las cinco temporadas de la olvidada 'Camera Café' puede que sean las mejores de una serie española que he encontrado
Por el contrario, en España existen muy pocas series de alguna calidad, y sobresalientes, ninguna que yo haya visto. Las cinco temporadas de la olvidada Camera Café (Luis Guridi, 2005-2009) puede que sea lo mejor que he encontrado. Siete vidas (Nacho G. Velilla, 1999-2006) destacó pero ha envejecido mal, lo opuesto a la ‘sitcom’ estadounidense en cuyo estilo se fijaron sus realizadores, *Friends; y lo mismo le ocurrirá con toda probabilidad a su chabacano spin-off, Aída (Nacho G. Velilla, 2005-2014). Algo decente es Cuéntame cómo pasó (Miguel Ángel Bernardeau, desde 2001 a la actualidad), pero no brilla nada, como gustosa es la demencial vivacidad de La que se avecina (Laura y Alberto Caballero y Daniel Deorador, desde 2007 a la actualidad), que ha superado claramente a su serie madre, Aquí no hay quien viva* (Iñaki Ariztimuño y Alberto Caballero, 2003-2006), y sin risas enlatadas; aunque no pocas veces se le va la mano.
Pero uno ve intentos como Águila Roja (Daniel Écija, Ernesto Pozuelo, Carmen Ortiz y Pilar Nadal, desde 2009 a la actualidad), El tiempo entre costuras (Susana López Rubio, 2012), Isabel (Jordi Calafí y José Luis Martín, 2012-2014) y, ahora, Carlos, rey emperador (José Luis Martín, 2015), Velvet (Ramón Campos y Gema R. Neira, desde 2013 a la actualidad) o Mar de plástico (Juan Carlos Cueto, Alberto Manzano, Rocío Martínez Llano y Pablo Tébar, 2015) y asombra el estilo tan planísimo y tan trasnochado que lucen; parece que sus realizadores están haciendo la digestión de las series menos destacadas de los años ochenta y noventa del siglo pasado. No obstante, debo confesar que aún tengo pendientes también Historias para no dormir (Narciso Ibáñez Serrador, 1964-1982) y El hombre y la Tierra (Félix Rodríguez de la Fuente, 1974-1980), Crematorio (Alberto y Jorge Sánchez-Cabezudo, 2011), El Ministerio del Tiempo (Javier y Pablo Olivares, 2015). Y no sé si darle una oportunidad a Malviviendo (David Sainz, 2008-2013).Parece que los realizadores españoles están haciendo la digestión de las series menos destacadas de los 80 y los 90 del siglo pasado
Si las series españolas se pareciesen a las buenas británicas ya nos podríamos dar con un canto en los dientes; o incluso a la francesa *Les Revenants* (Fabrice Gobert, desde 2012 a la actualidad); pero la calidad de las mejores estadounidenses me parece inalcanzable para la televisión española ahora mismo. Tres cosas fundamentales les faltan a las nuestras: unas escuelas de cine potentes para formar a sus realizadores, unos medios generosos y verdadero talento en sus responsables; o al menos esto último y unos medios dignos, porque no hay nadie al frente de una serie española ni involucrado en ella en la actualidad capaz de sobrecogernos con unos sencillos primeros planos y cámara en mano como nos sobrecogen, por ejemplo, en The Leftovers así; todo son planos generales, plano, contraplano y santas pascuas, guiones mediocres e interpretaciones solventes por lo general pero nunca espléndidas.
No hay gran imaginación ni creatividad en lo que se hace; yo no sé si es que los que logran los puestos de realizadores en televisión no son los verdaderamente talentosos y a estos últimos no se les da la oportunidad o se les da en pocas ocasiones. Pero me resulta incomprensible por qué no se fijan en las series extranjeras más satisfactorias y se percatan, por lo menos, de que deben trasladar la perspectiva cinematográfica a la televisión y elaborar una verdadera y rica planificación visual y mover un poco más la cámara, y que los productores se lo permitan.Hay que apostar por el verdadero talento y adoptar la perspectiva cinematográfica en nuestras series, con lo que implica
Pero los guiones portentosos son más difíciles de encontrar; para escribirlos hace falta verdadero ingenio, con el que desde luego cuentan los showrunners que obtienen un merecido reconocimiento en el mundo anglosajón, tanto de la crítica como de la audiencia, con tristes excepciones como la absurdamente maltratada *Hannibal*. En España, en cambio, lo que ocurre no es que las series no reciban el reconocimiento que merecen, sino que las que lo reciben normalmente no lo ameritan. Y no lo harán hasta que no se apueste por el verdadero talento y por adoptar la perspectiva cinematográfica en nuestras series, con todo lo que ello requiere e implica.