La lucha contra los ciberataques ha dado grandes pasos, con una colaboración más amplia entre el sector público y privado, y el incremento de los recursos que las empresas han destinado a la ciberseguridad se está intentando paliar de la forma más rápida posible los grandes ciberataques que han ocurrido recientemente. De hecho, se espera que el mercado global de la ciberseguridad llegue en 2020 a los 170.000 millones de dólares.
Según los expertos en ciberseguridad de CaixaBank, adoptar una actitud previsora y el sentido común es fundamental a la hora de enfrentarnos a las ciberamenazas. Acciones que parecen sencillas, como no clicar en enlaces si no estamos seguros de dónde llevan realmente, desconfiar de correos que parezcan traducidos automáticamente o no conectar dispositivos como USB de origen desconocido, son realmente importantes para poder defendernos ante un ciberataque. Buenos usos como la utilización del modo incógnito del navegador, evitando así el rastreo mediante cookies en muchos sitios web, mantener el sistema operativo actualizado, utilizar la verificación en dos pasos o cambiar de forma trimestral las contraseñas, nos ayudarán a estar más protegidos.
Los españoles pagan cada día más con sus tarjetas. El aumento en un 49%, según el Banco Central Europeo, del uso de estas herramientas está estrechamente vinculado al crecimiento del comercio online. Añadiendo, además, la limitación de los importes pagados en efectivo que ayudan a una mejor gestión de los servicios. La seguridad, la sencillez y las herramientas nativas para las compras online son las mayores preocupaciones de los consumidores. Por este motivo CaixaBank ha implementado un ecosistema de ciberseguridad que cuenta con equipos especializados y la infraestructura adecuada para proteger las transacciones digitales de las incidencias de seguridad.
A nivel corporativo, debido al alto contenido de información privada sobre la empresas, las redes corporativas se están convirtiendo en uno de los principales objetivos de los ciberdelincuentes a través de ataques de maladvertising -malware disfrazado de publicidad- o tráfico HTTPs malicioso con protocolos cifrados como señuelo. Pero sin duda alguna es el ransomware, el tipo de malware que en el 2016 ha batido todos los récords, convirtiéndose en uno de los ataques que más beneficios genera, y todo está apuntando que continuará su progresión en 2017, como estamos viendo en las últimas semanas con los ya conocidos ataques Wannacry y NoPetya. Este software malicioso se utiliza para bloquear el acceso a archivos o determinadas partes del dispositivo, con el objetivo de pedir un rescate a cambio de eliminar estas restricciones. Los ataques con ransomware siguen evolucionando y cada vez más se dirigirán hacia las grandes organizaciones, que tienen la capacidad de pagar rescates más altos para recuperar el acceso a sus datos.