Dicen que el Big Data es el empleo del futuro y, para ello, se necesita una gran cantidad de expertos en la materia. ¿Cómo gestionar datos? ¿Cómo entenderlos? O lo que es más importante, ¿cómo sacar provecho de ellos? Hasta ahora, los ingenieros o matemáticos habían estado a la cabeza de los que se postulaban con éxito a este tipo de puestos. El número de estos es, a todas luces, insuficiente para la demanda que el creciente número de tecnológicas a nivel mundial está exigiendo.
Para ello, Airbnb, que está controlando todas las verticales del sector del turismo, ha decidido ponerse manos a la obra y crear su propia Universidad de los Datos. Si las instituciones tradicionales no te proveen de los profesionales que necesitas, quizá el recurso sea invertir en las fases de formación de aquellos que, si todo va bien, algún día entrarán a trabajar en las filas de la compañía turística más grande del mundo. Los cursos están también enfocados a los actuales empleados de la compañía que, aún trabajando en tema de datos, las carencias en algunas áreas siguen siendo muy grandes. De esta forma, podrán dejar de acudir a Coursera y entrenarse en las necesidades propias de la compañía.
Dirigidos a todos los departamentos, la lista de más de 100 cursos está enfocada a cubrir todas las necesidades. Desde las más básicas que afecten a la división de recursos humanos, hasta los más sofisticados para programadores de alto nivel.
No es la primera experiencia a nivel mundial en la que grandes compañías invierten en la formación de sus propios empleados. Google, sin ir más lejos, lleva años ofertando todo tipo de cursos para que sus empleados sigan formándose en todo tipo de tareas: ya sea de ocio o de aplicación profesional.
El problema de todo esto, y que ya se viene barruntando desde hace años, es el de cómo afectará el hecho de que las propias compañías controlen la formación de sus empleados. Algunos apuntan a que supondría una pérdida en la neutralidad de la educación: empleados entrenados desde el minuto uno a trabajar a imagen y semejanza de Google o la compañía en cuestión.
Un síntoma común después de cada revolución, y ya vamos por la cuarta, es el miedo a la pérdida de puestos de trabajo que, por una mejora de los sistemas productivos, elimina ciertas posiciones profesionales. En este caso, el miedo se enfoca a esa tecnología, mucho más eficiente, que hace más por mucho menos. El lado bueno de esta perspectiva es que de esa destrucción viene otro tipo de creación. Nuevas necesidades hasta antes desconocidas. Hasta la fecha, el profesional del Big Data ya es uno de los perfiles más demandados desde las grandes hasta las pequeñas empresas; una corriente procesional que alcanzará su pico en 2020 con millones de dólares en ingresos para las compañías. El problema: saber cómo gestionarlos.