Después del gran fiasco que supuso su penúltima aportación al mundo de los xenomorfos para bastantes seguidores de la saga, Ridley Scott regresa al mismo con una sexta película sobre ellos. Y no será la última.Desde que el director estadounidense saltó a la fama aterrorizando al público con su segundo filme, el atmosférico Alien (1979), no volvió a verse implicado en nuevas entregas hasta veintitrés años más tarde. Encabezando la decente secuela, Aliens (1986)**, estuvo nada menos que James Cameron (Titanic, Avatar); y de Alien 3 (1992) se ocupó David Fincher (Seven, Fight Club, The Curious Case of Benjamin Button), quien supera a los otros dos indiscutiblemente en planificación visual y que, de todos modos, llevó a imágenes en movimiento el guion con mayores limitaciones. **Alien Resurrection (1997) fue bastante grotesca y desastrosa, así que podemos decir que al realizador francés Jean-Pierre Jeunet (Le fabuleux destin d’Amélie Poulain, Un long dimanche de fiançailles) le sentó como un tiro su salto a Hollywood, a donde tardó casi dos décadas en regresar.

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De ese infame crossover cinematográfico que constituyeron **las dos partes de Alien vs. Predator (2004, 2007), dirigidas por Paul W. S. Anderson (Event Horizon, Resident Evil) la una, y por Colin y Greg Strause (Skyline), la otra, nos podemos olvidar sin escrúpulo alguno, no sólo porque sean algo aberrante en todos los sentidos de análisis fílmico, sino también porque lo que narran contradice lo que Scott nos ha contado después sobre el origen de los xenoformos y su cronología, así que es imposible que puedan formar parte de la historia canónica por mucho que haya quienes las incluyan tan alegremente. Con este panorama último respecto a una de sus obras más celebradas, no resulta extraño de ninguna manera que a Scott le apeteciese volver a la saga, dar un puñetazo en la mesa con **Prometheus (2012)* e intentar subir el listón de nuevo.

Y, digan lo que digan, no cabe duda de que lo subió, pero no tanto como podría haberlo subido sin las inconsistencias del libreto escrito por Jon Spaihts y Damon Lindelof, cuya presencia dio pie a los que desprecian la asombrosa serie que es Lost (J. J. Abrams, Jeffrey Lieber y Lindelof, 2004-2010) para que le volviesen a atizar por lo que consideran guiones con multitud de cabos sueltos, sin explicaciones, lo que no indica más que la incomprensión de estos televidentes ante lo que contemplaban en cada episodio y en el conjunto; que no lo pillaban, vamos. Pero parece que Scott ha aprendido de las piedras que también le lanzaron entonces por lo mismo, y en Alien: Covenant (2017) nos ofrece algo intermedio entre la propuesta de Prometheus, que sigue desarrollando aquí, y las tramas que conocemos bien por los filmes de Alien de toda la vida*. Lo que estaba bien claro es que la saga no podía continuar repitiendo simplemente el esquema de la sangrienta amenaza alienígena, porque sonaría a ya visto, algo inaceptable a estas alturas. alien: covenant

Así que los misterios en torno a las procedencias y a los viajes interplanetarios se agradece de veras, sin descuidar en ningún momento las características de la terrorífica aventura: las oscuras señales captadas en el espacio infinito, la hibridación genética y las monstruosidades que produce su descontrol o un tratamiento alarmante, los virulentos parásitos, las persecuciones asesinas, un ataque concreto como mejor defensa, el androide temible, el peligro para la humanidad.

El director ha ido a lo seguro en este asunto, tanto como en lo que refiere al estilo y al planteamiento visual, que no sobresale de ningún modo pero se puede defender por su funcionalidad y eficacia. De esta forma, no se arriesga ni un ápice en sentido alguno y nos ofrece una película casi intachable pero limitada por su pobreza de ambición, con la que los espectadores sin un cariño especial por Alien pueden tomarse de la mano con sus acérrimos y asentir de conformidad, pero nunca exhibir ningún entusiasmo. ¿Era esto lo que querían los amantes del xenoformo? Pues enhorabuena, porque aquí lo tenéis, vivito y masacrando, y un poco más que eso.

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Al protagonismo femenino reincidente con Katherine Waterston (Steve Jobs, Fantastic Beasts and Where to Find Them) al frente como Daniels hay que añadir, además, el de un androide interpretado por Michael Fassbender, que se marca un doblete prometedor, con una esencia de una mayor complejidad y motivaciones menos simplonas.

Entre otros miembros del reparto, Billy Crudup y Danny McBride cumplen con su cometido como Christopher Oram y Tennessee, respectivamente; David Giler y Walter Hill, autores de libretos de las entregas precedentes, se limitan a producir; y la elección de Jed Kurzel y sus composiciones atmosféricas resulta de lo más acertada. Pero no caben vacilaciones al señalar el punto más débil de Alien: Covenant, un giro capital en la trama, pretendidamente sorpresivo, que se ve venir a la legua; tanto que dan verdaderas ganas de burlarse con hipérboles sobre el instante en que uno comenzó a verlo.

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Conclusión

Así las cosas, decepcionarse con la sexta entrega sobre el universo de Alien parece algo difícil por su pulcritud, pero tampoco es posible echar las campanas al vuelo, pues la falta de verdadera ambición y el terreno conocido presiden cada una de sus escenas.

Pros

  • Que avanza pero no descuida en ningún momento las características de siempre de la terrorífica aventura.
  • La eficacia de su planificación visual funcional.
  • La acertada elección de Jed Kurzel y sus composiciones atmosféricas.

Contras

  • Que carece de ambición narrativa y estilística.
  • Que no sobresale de ningún modo en su guion ni en su planteamiento visual.
  • El giro capital en la trama que se ve venir desde muy lejos.

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