Al menos cien personas han muerto y otras cuatrocientas han sido víctimas de un ataque químico perpetrado en Jan Sheijun, una localidad situada en Idlib, una región controlada por las fuerzas rebeldes en Siria. Los médicos que ayudan en la zona han comunicado la existencia de problemas respiratorios y asfixia entre los afectados, entre los que se encuentran decenas de mujeres y niños. Por desgracia, no es la primera vez que se utilizan sustancias químicas en la guerra que asola el país desde 2011.
Estados Unidos acusó ayer a las fuerzas de Bashar al Assad del ataque químico en Siria. Nikki Haley, embajadora de EEUU ante Naciones Unidas, denunció "la barbarie" perpetrada en Idlib. Reino Unido, Francia o Alemania se han unido a la condena internacional, mientras Rusia ha defendido que se trató de un ataque de la aviación contra un almacén que escondía arsenal química, pero que sus aliados en la guerra no habían gaseado a la población. Por otro lado, la Unión Europea ha declarado que "la impunidad no es una opción".
Naciones Unidas, por su parte, ha comenzado una investigación para determinar el origen del ataque químico. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha señalado que está "profundamente turbado" por las noticias que llegaban sobre Siria. El Consejo de Seguridad ha afirmado además que el uso de armas químicas "constituye una violación del Derecho Internacional". Un ataque prohibido y condenado por todos, aunque aún no se haya podido verificar el agente utilizado en Idlib.
No es la primera vez
El 21 de agosto de 2013, un ataque químico en Ghouta sesgó la vida de más de 750 personas cerca de Damasco. La liberación de un tóxico en la zona no dejó rastro de olor ni de humo, según contaron dos periodistas de Le Monde que vivieron en directo la exposición a productos químicos. Semanas después, Naciones Unidas confirmó que existía "evidencia clara y convincente" del uso de gas sarín en el peor ataque químico de los últimos veinticinco años.
El Gobierno sirio, según informó Naciones Unidas, también había empleado el sarín como arma química en marzo de 2013. Las muestras ambientales, químicas y médicas estudiadas entonces por el equipo del sueco Åke Sellström eran inequívocas.
Más del 85% de las muestras de sangre eran positivas para el gas sarín, un agente neurotóxico muy utilizado como arma de destrucción masiva. Desarrollado en 1938 por los nazis, esta sustancia química es de las más rápidas y potentes que existen.
Además de ser utilizado en la guerra de Siria, el sarín también fue aplicado en dos ataques terroristas en Japón durante los años noventa. El envenenamiento causado por este agente depende de la concentración a la que las víctimas estén expuestas, a través del agua o el aire contaminados. Los síntomas de la intoxicación, que varían desde vómitos, diarrea, problemas respiratorios, parálisis o la muerte, pueden aparecer segundos después de entrar en contacto con el tóxico. Y, una vez que se ha producido el ataque químico, los expertos recomiendan retirar la ropa de las víctimas, con el fin de lavar con agua y jabón su cuerpo y limpiar cualquier resto de compuesto tóxico.
Químicamente, este líquido insípido, inodoro e incoloro es un compuesto organofosforado. El veneno es un inhibidor de la colinesterasa, una enzima que participa en la comunicación entre las neuronas, conocida como sinapsis. Al bloquear la acción de esta proteína, el sarín consigue que las células nerviosas no envíen correctamente los mensajes a otras neuronas, las células de los músculos o las glándulas. Si los médicos consiguen suministrar atropina a las víctimas, es posible contrarrestar en parte sus efectos. Por desgracia, no siempre es factible hacerlo con la suficiente celeridad o no hay antídoto disponible, especialmente en las zonas de guerra como la que azota Siria desde hace seis años.
¿Han utilizado sarín?
Tras el ataque en Idlib, la información inicial ha sido confusa. The Guardian, por ejemplo, recogía que era bastante probable que se hubiera utilizado gas sarín para envenenar a las víctimas. Otros periodistas, como Natalia Sancha, colaboradora de El País Internacional, sostenían que este agente químico no ha sido utilizado en esta ocasión. La razón, a su juicio, se debe a que los médicos que atendieron a los afectados en los primeros instantes no llevaban máscaras. Las fotografías difundidas sobre las víctimas muestran que tampoco se les había retirado la ropa al auxiliarles.
La Organización Mundial de la Salud ha condenado la utilización de agentes químicos "altamente tóxicos", al igual que había ocurrido en Siria en varias ocasiones desde 2012. Hipertextual se ha puesto en contacto con Tarik Jašarević, portavoz de la OMS, que ha comentado por correo electrónico que no pueden confirmar por el momento qué compuesto ha sido empleado en el ataque del martes. La Organización para la Prohibición de Armas Químicas también desconoce el tipo de tóxico utilizado en Jan Sheijun, según dice por escrito a este medio.
Las primeras autopsias realizadas por Turquía apuntan a que el agente químico utilizado fue gas sarín. El Ministerio de Salud turco afirmó en un comunicado que el gas prohibido es el culpable de la muerte de al menos cien personas y otros cientos de heridos, aunque todavía no hay confirmación oficial por parte de la ONU o la OMS.
Otra posibilidad es que las armas químicas usadas hayan consistido en atacar a la población con cloro. No es la primera vez que este tóxico ha sido empleado en Siria, ya que el propio régimen de Al-Assad ha sido acusado de gasear a sus oponentes al menos en tres ocasiones entre 2014 y 2015, cuando prometió ante la comunidad internacional que no usaría agentes químicos. Sin embargo, como apuntan desde la BBC o New York Times, el ataque parece haber sido provocado por gases nerviosos mucho más potentes.
La investigación sobre la sustancia química empleada tardará aún algunas semanas en determinar e identificar el tóxico que mató a decenas de personas en Siria. Las primeras sospechas apuntan que los afectados podrían haber estado expuestos a agentes como el tabún o el VX, aunque aún sea pronto para verificar este extremo. Menos de veinticuatro horas después del cruento ataque, la atención sanitaria de las víctimas es la prioridad principal para los médicos y activistas que trabajan sobre el terreno. Y es que, sea cual sea la estructura química del agente utilizado, el ser humano ha vuelto demostrar su lado más oscuro y terrible en un conflicto que ha provocado la muerte o la huida de millones de personas.