México podría tener muy pronto una ley que regule el fintech. Mientras el sector se dirige hacia la conciliación con los bancos y las autoridades, el mercado se refuerza. En 2016 cuatro empresas fintech mexicanas consiguieron levantar casi 60 millones de dólares: Kueski, Kubo Financiero, Clip y Konfío. Para ellas y para las demás empresas del sector, el panorama pinta prometedor.
De acuerdo con el Banco Mundial, de 2011 a 2014 la inclusión en servicios financieros creció del 51 al 62% en el mundo, pero algunos países de América Latina se mantienen debajo del promedio global como Argentina (50%), Colombia y México (ambos 39%). Las cifras de la banca móvil también continúan siendo muy bajas: según el Banco Mundial, en 2014 sólo 2% de la población global tenía dinero móvil.
Sin embargo, en América Latina han sabido aprovechar el gran nicho que ha dejado la exclusión bancaria. Hasta finales del 2016 existían 730 empresas del ramo en la región, distribuidas en Brasil (289), México (168), Colombia (75) y Argentina (65), todas ellas con menos de 6 años de edad.
Los smartphones se han convertido en una pieza clave para el ecosistema financiero. En un país donde el 55% de sus municipios no cuentan con sucursal alguna de servicios financieros, la respuesta podría estar en estos dispositivos y en crear interfaces que sobrepongan la experiencia de usuario, uno de los principios del fintech. De acuerdo con cifras de la Competitive Intelligence Unit, 7 de cada 10 mexicanos ya posee un móvil inteligente, por lo que el fintech tiene potencial de llegar donde los bancos tradicionales no lo han hecho.
Algunos bancos saben que la inclusión financiera en países en desarrollo es inevitable, pero también los fondos de inversión, de los cuales 75 han apostado en empresas que resuelvan algún problema de las distintas ramas del fintech: pagos, remesas, préstamos, gestión de inversión, gestión de finanzas empresariales y personales, crowdfunding, seguros, ahorro, educación financiera, fraude y ciberseguridad.
NXTP Labs ha invertido en el 20% de las fintechs latinoamericanas desde 2011. Marta Cruz, una de sus fundadoras, explica que invertir en ellas podría permitir que los sectores que históricamente han sido marginados de los servicios financieros podrían entrar en ellos por medio de sus móviles: “Se trata de la respuesta a las oportunidades coyunturales que resultan del acceso y democratización del desarrollo en tecnología y la posibilidad de probar el modelo de negocios en medios digitales”.
El siguiente paso a concretar es la regulación. En las próximas semanas se espera que México tenga la primera regulación fintech de la región, algo que la industria lleva persiguiendo desde 2012, pero los demás países que han incubado empresas fintech también persiguen la institucionalización.
El resto de América Latina busca también su propia regulación fintech. Marta Cruz, presidenta de la Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla (ARCAP) –el grupo argentino que aboga por la regulación de las plataformas financieras- cree que el marco jurídico es tan importante como lo es el apoyo de las instituciones financieras, sobretodo una regulación que “beneficie a los consumidores” y permita “entregar valor a los clientes y llegar a la base de la pirámide que todavía no tiene acceso a productos financieros por los canales tradicionales”.