dimension 404

Hulu

La nueva ficción televisiva Dimension 404, creada por Desmond Dolly, Will Campos, Dan Johnson y David Welch este mismo 2017, sigue la estela del éxito rotundo que ha cosechado la antológica Black Mirror (Charlie Brooker, desde 2011) en los últimos años, no sólo por el formato de episodio autoconclusivo, sino también porque se centra en el lado oscuro de la tecnología y sus temporadas, según parece, son cortas. Pero ese lado oscuro no proviene de analizar nuestros comportamientos con perspicacia, sino de la arbitrariedad imaginativa, por lo que las historias que nos cuentan se alejan de lo posible. Carece de la potencia emocional y de la satírica lucidez de la serie de Brooker y, desde luego, los dramas, por su despreocupación, no tienen demasiada chicha.

Por ello, esta serie estadounidense de ciencia ficción, fantasía y misterio demuestra que también pretende parecerse a otras clásicas semejantes, como The Twilight Zone (Rod Serling, 1959-2003) en sus tres etapas o The Outer Limits (Leslie Stevens, 1963-2002) y su par de ellas, por la misma intro, que repite el recurso de dirigirse al espectador hablándole de lo le ocurre al aparato en que ve la serie, con la voz de un narrador, nada menos que Mark Hamill en este caso, que luego explica o adelanta aspectos de cada capítulo. Pero, al contrario que ambas, tampoco consigue que determinados episodios se acerquen siquiera a lo espeluznante tal como deberían.

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Estas similitudes conscientes por deliberadas indican que Dolly, Campos, Johnson y Welch intentan ofrecer una obra que una el pasado de este tipo de ficciones con su presente, sin demasiada fortuna: agarrar la esencia de Black Mirror y The Twilight Zone para convertirla en Dimension 404 es como tomar las grandes novelas de Stephen King y diluirlas hasta que sólo quede algo tan pueril como Goosebumps, de R. L. Stine. Y esta dilución comienza con “Matchmaker” (1x01) y sus claras referencias al Gran Hermano de 1984, la terrorífica novela de Orwell, pero sin terror totalitario ninguno, porque contiene más guasa y tibieza que otra cosa.

En el episodio siguiente, “Cinethrax” (1x02), tenemos a un pletórico Patton Oswalt (Agents of S.H.I.E.L.D.) como el tío Dusty, que forma una buena pareja interpretativa con Sarah Hyland (Modern Family). Lástima que esta especie de revisitación de Invasion of the Body Snatchers (Don Siegel, 1956) con los monstruos del escritor H. P. Lovecraft acabe resultando tan excesiva y hasta inverosímil. “Chronos” (1x03), por su parte, quizá sea el capítulo más decente en su homenaje a determinadas series de animación noventeras y viajes en el tiempo, pero no llega muy allá porque no se toma en serio y tampoco debería.

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Los ochenta pisan fuerte durante el desarrollo de “Polybius” (1x04) sobre el ámbito de los salones recreativos y los juegos arcade propios de la época, en un capítulo que acaba desquiciándose ridículamente. “Bob” (1x05) se ve lastrado por una premisa grotesca hasta el posible consumo de peyote, tácticas narrativas cuya llegada se ve a la legua y un irritante espíritu navideño capaz de darle la razón al Grinch. E “Impulse” (1x06), nuevamente con videojuegos en la trama, es el ejemplo perfecto de cómo convertir una idea con muchas posibilidades en algo trivial.

Está clarísimo para cualquier internauta medianamente experimentado que la serie debe su nombre al fastidioso código de error que surge en nuestros ordenadores cuando una página web no se encuentra y, así, no se carga en el navegador. Pues bien, lo que en verdad no le encontramos los espectadores es el ingenio, la chispa ni el interés a un gatillazo televisivo como Dimension 404, el cual desperdicia como pocas series a un reparto muy capaz en nonadas que no merecen continuación y se coloca más allá del límite de lo soportable.

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