El instrumento ALMA, situado en el desierto chileno de Atacama, ha retratado una particular "versión cósmica" de fuegos artificiales en la constelación de Orión. El telescopio ha captado violentas erupciones procedentes de la Nube Molecular de Orión 1 (OMC 1, en inglés), localizada en la famosa nebulosa de Orión. Aunque generalmente estas explosiones tan llamativas suelen estar relacionadas con supernovas, o la espectacular muerte de las estrellas. ALMA, sin embargo, no ha fotografiado en esta ocasión sus últimos instantes, sino que más bien ha asistido como testigo de excepción a un evento mucho más festivo en el universo.
Los astrónomos han conseguido retratar los restos del nacimiento de diversas estrellas en la Nube Molecular de Orión 1, un acontecimiento que tuvo lugar hace más de 100.000 años. Hasta ahora los científicos pensaban que este tipo de explosiones tenían una duración muchísimo más corta. Cuando el telescopio ALMA apuntó a esta región del cosmos, los investigadores vieron los escombros de unos violentos estallidos, tan potentes como la energía que emitiría el Sol durante diez millones de años. Según sus cálculos, el acercamiento de varias protoestrellas durante su formación, como consecuencia de la gravedad, y su posterior choque, provocaron la liberación de violentas erupciones de polvo y gas a más de 150 kilómetros por segundo.
El equipo de investigadores, liderado por John Bally (Universidad de Colorado, Estados Unidos), empleó las antenas de ALMA para estudiar en detalle el interior de la Nube Molecular de Orión 1. Su trabajo se apoyaba en observaciones anteriores, realizadas por el Conjunto Submilimétrico (Submillimeter Array), en Hawái en 2009 y por el telescopio Gemini Sur de Chile. Así pudieron comprobar que, lejos de contar con una duración mucho más corta, las explosiones que se desencadenan en algunas regiones donde nacen estrellas pueden mantenerse a lo largo de unos pocos siglos. Estas explosiones protoestelares, según afirma el Observatorio Europeo Austral en un comunicado, son relativamente comunes.
Los científicos creen que este tipo de observaciones ayudan a comprender mejor "la naturaleza explosiva en alta resolución, revelando importantes detalles sobre la distribución y el movimiento a altas velocidades del gas de monóxido de carbono (CO) dentro de esas estructuras en forma de serpentinas". Como explica el Observatorio Europeo Austral, al destruir la nube parental, los falsos "fuegos artificiales" podrían ayudar a controlar el ritmo al cual nacen las estrellas en estas nubes moleculares gigantes. Este tipo de estallidos violentos, analizados ahora gracias al telescopio ALMA, permitirán entender mejor la fuerza de la explosión, y los efectos de estos fenómenos cósmicos en la formación de estrellas en toda la galaxia.