Los nuevos Galaxy S8 ya están aquí. Han aterrizado con muchas novedades, y una de ellas, la más anecdótica quizás, es que rompe con lo que es casi una tradición en la telefonía móvil, especialmente en la gama alta: solo tiene una opción de almacenamiento, 64 GB. Ni variantes de 32, 128 o 256 con las que jugar en precio. Únicamente 64 GB. Veamos las razones.
La logística
En el mundo del comercio, un SKU es el número de referencia de cada producto, de cada modelo. Por ejemplo, un S7 negro de 32 GB tiene un SKU, un S7 Edge negro de 32 GB tiene otro, un S7 Edge plateado de 64 GB tiene otro, etc. Es lo que identifica a cada modelo único. Cuanto más personalizable sea un producto en el momento de su compra (sin contemplar añadidos post-compra), más SKUs habrá, y por lo tanto más compleja será su gestión entre fabricante y vendedor.
En el caso de los Galaxy S8, estos vendedores son principalmente retailers y operadoras de telefonía. En el caso de los retailers, piden ante todo simplicidad logística, y esto pasa por simplificar el número de opciones disponible. Es una constante a la que se ha enfrentado Samsung (y no solo Samsung) en los últimos años, y finalmente se ha abogado por un único modelo en cuanto a almacenamiento.
La guerra de precios
El mundo de la telefonía móvil es duro. La guerra de precios es real, y cada año baja más y más el precio de venta promedio de smartphones en el mundo. Si quitamos de la ecuación a Apple y dejamos únicamente a los fabricantes de Android, ese precio medio está acercándose a los 200 dólares y en un par de años podría ir incluso más abajo.
Los operadores, quienes siguen manejando un buen porcentaje del negocio móvil, también en dispositivos, no son ajenos a esto y durante los últimos años han sido homogéneos en sus peticiones a Samsung (como a otras marcas): quieren el modelo de menor almacenamiento, ya que se le da salida más rápido al ser más demandado por su precio inferior.
La microSD
Los Galaxy S6 tenían tres opciones de almacenamiento (32, 64 y 128 GB), sin ranura para una tarjeta microSD. El S7 rebajó las opciones (32, 64 GB, lo cual nos puede dar una idea del bajo nivel de ventas del modelo de 128 GB), y reincorporó la ranura microSD. El S8 consolida la tendencia: un único modelo más que generoso (64 GB en un contexto en que 32 GB habiendo tarjeta hubiese sido aceptable), y la mencionada tarjeta microSD de hasta 256 GB adicionales.
Los saltos de memoria suelen costar a los fabricantes entre cinco y quince dólares, pero en la gama alta de la telefonía los suelen cobrar a unos cien por cada ampliación. Con la nueva fórmula de Samsung para los S8, se recortan gastos en etiquetado, logística y empaquetado, se facilita la distribución y se evitan problemas de stock que no logra ser colocado en el mercado.