El Dorado para muchos y una tortura para la mayoría. Asia es uno de los mayores caramelos que se le puede presentar a cualquier tecnológica con ganas de enfrentarse a un reto y a millones de posibles clientes. 4.436 millones de compradores, de los cuales casi 1.357 están en China, tienen la culpa de que gran parte de los esfuerzos de esta o aquella empresa, una vez afianzadas en occidente, se destinen a triunfar en la región.

En el caso de Amazon ya se anunció en noviembre de 2016 que durante los primeros meses de este año abrirían operaciones y oficinas en Singapur; una puerta de entrada a otros mercados del continente mucho más suculentos e interesantes por su alta producción y consumo de tecnología. Pero es un mercado complejo en cuanto a negocio y costumbres: si hay algo que está claro es que no funcionan igual que occidente. Es por esta razón que Amazon quiere tomárselo con calma y ha decidido retrasar su estreno asiático a finales de año.

Los detalles de la entrada de Amazon en Singapur no se han hecho públicos, pero la razón para ir precisamente a esa zona nacen de un incremento del volumen de tarjetas de crédito, un sistema logístico muy establecido y un ambiente de negocio muy claro –especialmente en lo que a legislación se refiere–. Y muy posiblemente por la cuestión del gigante Alibaba, que tiene su sede centran en China y, prácticamente, nadie les quita cuota de mercado. Amazon ya se está enfrentando con ellos en India, por lo que a largo plazo, una estrategia meditada puede ser un acierto.

Amazon no es el único que tiene el ojo puesto en Asía. El más reciente de todos ha sido Airbnb que, después de conquistar el mercado de los alquileres vacaciones en América y Europa ha cerrado una ronda de financiación de 1.000 millones de dólares para, precisamente, entrar en China. Ya cuenta con más de 80.000 pisos registrados e incluso ha adaptado su nombre al idioma de la región para poder integrarse más en el entorno. Aunque muy probablemente se encuentre con un potente Xiaozhu –el clon chino de la estadounidense– haciéndole frente en un mercado aún muy proteccionista. Algo así como lo que ha sufrido Uber en sus propias carnes que ha sido precisamente China el único mercado que se le ha resistido; suponiéndole una pérdida de miles de millones de dólares en inversión. Finalmente, la californiana terminó plegando sus velas y se fusionó con el líder nativo: Didi. Google, Facebook o Twitter no sólo se han enfrentado a sus pares chinos, también luchan contra la censura instaurada en la región; algunos han llegado a acuerdos y otros siguen intentando operar.