Todo empezó en las ferias tecnológicas y en eventos donde habitualmente se enseñan productos o componentes que en el futuro posibilitarán innovación. Sí, las pantallas flexibles han copado desde entonces líneas de medios como este o aperturas de telediarios. No deja de sorprender que algo que se lleva toda la vida sujetando y visualizando de forma rígida, ahora pudiera doblarse, flexionarse y, en ese preoceso, no romperse. ¿Sus posibilidades? Todas las del mundo. ¿Su futuro más probable? Teléfonos y dispositivos plegables y flexibles.
Desde la llegada de los smartphones modernos, e incluso desde antes, pues muchos fabricantes ya avisaban sobre la forma futura, los smartphones han mantenido una forma similar. Y realmente tiene sentido. A diferencia de lo que ocurrió con los teléfonos de concha frente a los de cuerpo único, donde cabía ofrecer varios usos (por ejemplo en una pantalla secundaria en la parte delantera), y opciones de tamaño ocupado en el bolsillo, la era del smartphone moderno se ha caracterizado por una apuesta única, y si ha sido así es porque el mercado ha respondido a ello positivamente.
Se podría haber intentado con diversos enfoques, pero al final lo necesario para esta época era una pantalla grande, que permitiera teclear cómodamente sin que el teclado se comiera parte física del dispositivo. Y siendo ese un espacio mutable en pantalla, para posibilitar el dibujado de aplicaciones y una experiencia multimedia placentera. De las 3.5" pasamos a las 5.3", a la larga a las 5.7-6", y en perspectiva, todo el mundo lo aceptó.
Volviendo a la actualidad, la tecnología de pantallas ha dado avances inmensos desde las primeras muestras. Prueba de ello son las curvas presentes en los Galaxy desde el S6 Edge, un verdadero hito de la tecnología. El próximo paso pasa por emplear las ventajas que ofrece la tecnología OLED en un teléfono plegable, que según los rumores, parece estar más cerca que nunca. Pero, ¿por qué no ha sido hasta este momento, 2017, cuando este teléfono "del futuro" vuelve a coger fuerza?
Fuentes de peso como Sammobile llevan años mencionando proyectos sobre terminales flexibles que están listos o casi listos para salir, lo que da que pensar, como reza el título, sobre qué papel dar a estos dispositivos en el mercado. Como se ha escrito, la forma de los smartphones es poco modificable. El mercado podría valorar, sin embargo, que lo que ahora mismo es grande y asumido pero "incómodo", pueda doblarse y guardarse ocupando mucho menos espacio. Desde una visión mucho más futurista, podría hablarse de un dispositivo móvil que amplía su pantalla hasta convertirse en tablet.
Cabe esperar poco de un dispositivo así hasta conocer exactamente su enfoque, pero su existencia puede ser similar a la del Note Edge en su momento: experimento, para más tarde rematar la jugada con los S6 y S7. La gran diferencia es que las curvas no han modificado de manera fundamental la funcionalidad ofrecida y la forma del dispositivo. En el caso de los teléfonos plegables, sí se modificarían pilares esenciales del smartphone; al menos por la opción de poder utilizarlo de distintas formas. Por ejemplo, en las patentes que se han visto sobre teléfonos enrollables, se observa que en el estado "recogido", el smartphone podría informar de notificaciones en una forma similar a un pintalabios, pudiendo ser transportado mucho más cómodamente.
Los grandes cambios suelen venir en muchos casos sin que el público los demande. El statu quo se rompe con genialidad, no con meras iteraciones. Quizá los usuarios estén contentos con sus smartphones actuales como lo estaban en 2005 con sus dumbphones. Quizá no deseen lo próximo, como no deseaban necesariamente Internet en el móvil. O quizá no, y estén acomodados a disgusto, deseando que llegue lo próximo.
Si algo ha enseñado la historia de la tecnología es que no triunfan los grandes productos, aunque los que triunfan sí son grandes. Triunfan aquellos grandes que cubren o crean necesidades, y lo hacen integrándose en la vida de sus usuarios. Y para ello, primero hay que buscarles un hueco y saber venderlos. Cualquier tipo de prisa es mucha ante una nueva tecnología. No triunfa en la memoria quien llega primero, sino quien llega bien. Y el deseo es que sí, que ese cambio llegue pronto, y bien vendido.