La economía digital está marcada, entre otras cosas, por las grandes empresas que acaban haciendo pedazos las aspiraciones de las pequeñas. Un ejemplo es Snapchat, que tras rechazar 3.000 millones de dólares para ser comprada por Facebook ha acabado viéndose plagiada (y en buena medida, mejorada) por Instagram. Y de paso, con réplicas en Facebook, Messenger, y próximamente WhatsApp. Zuckerberg no deja títere con cabeza. A mediados de 2015, cuando Apple anunció su servicio de música en streaming, los temores se encaminaron a Spotify, cuyos orígenes no dejaban de estar en una pequeña startup sueca que buscaba transformar la industria de la música desde, básicamente, la nada. Y lo consiguió. ¿Cómo iba a enfrentarse después a la empresa más valiosa del mundo? ¿Cómo iba a pelear contra un servicio preinstalado en los terminales más exitosos del mercado, y mediante los que más dinero gastan los usuarios?

Estamos cerca de llegar a los dos años desde el anuncio de Apple Music y Spotify sigue mostrando un estado de salud más que envidiable, al menos en cuanto a número de usuarios de pago. Sus últimas cifras le sitúan en cuarenta millones de usuarios de pago, además de otros sesenta millones que utilizan el servicio gratuito. Esto supone que Spotify ha doblado prácticamente sus cifras en un año, con datos de finales de 2015 y de 2016. Para lo bueno y para lo malo, sigue.

Mientras tanto, Apple Music ha crecido de una forma notable, pero sigue lejos del objetivo. Tim Cook se propuso alcanzar los cien millones de usuarios de pago, y de momento se sitúa en "algo más de veinte millones". Lo cual, ante la falta de precisión, situaremos en veinte exactamente. Apple, mientras tanto, ha incluido en el servicio su nueva serie de televisión, que no tiene pinta de ser un vendeservicios ni mucho menos, pero habrá que estar atento a las próximas producciones propias. De momento, teniendo en cuenta que Apple vende cada año unos 220 millones de iPhone (amén de los iPad), más la base que ya posee uno, donde Apple Music viene preinstalado, parece que el bagaje no es tan positivo como se podría haber esperado.

Tidal, Deezer, Google Play Music y Pandora. Son servicios que siguen sin conseguir una posición relevante en el mercado de la música en streaming, mientras Spotify está impulsando este mercado como nadie y ha conseguido que cien millones de personas se acostumbren o bien a pagar por escuchar música, o bien a poder escucharla de forma reglada a cambio de anuncios publicitarios. Algo insuficiente, esto último, para la industria musical, pero a lo que se tienen que resignar si no quieren que esta masa de usuarios escape a cierto control y regrese a la piratería o a un servicio también bastante descontrolado, como YouTube. Susto o muerte.