noveno planeta

Caltech

Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Esta es la lista de vecinos de nuestro barrio solar. Más allá de Neptuno, donde la luz llega débil y fría, existen unos extraños cuerpos conocidos como objetos transneptunianos extremos (o ETNOs, por sus siglas en inglés). Están tan, tan lejos que cuesta muchísimo observarlos. Pero lo más extraordinario es que al hacerlo podemos ver comportamientos asombrosos. De esto se percataron ya en el 2000. Pero no fue hasta el año pasado cuando Brown y Batygin propusieron una explicación para algunos de estos fenómenos: la existencia del Planeta Nueve.

¿Dónde está el Planeta Nueve?

Neptuno, el planeta más alejado del Sol, se encuentra a unas cuarenta unidades astronómicas (o UA). Es decir, cuarenta veces 150 millones de kilómetros. Esto, que puede parecer lejano, no es nada si lo comparamos con las 150 unidades astronómicas a las que se encuentran los primeros ETNOs. A tanta distancia es muy difícil observar nada con la misma precisión que el resto de nuestros vecinos. Pero vayamos más allá. Según los investigadores del Caltech, Phattie, o el mítico Planeta Nueve, podría situarse a unas 700 UA. Este planeta extremadamente lejano sería unas diez veces más grande (en masa) que la Tierra y tardaría entre 10.000 y 20.000 años terrestres en dar la vuelta al sol.

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Para que nos hagamos una idea, esto quiere decir que un sólo año en el Planeta Nueve equivaldría a casi el doble de la historia entera de la humanidad. Según todos estos datos, el Planeta Nueve sería eso, un planeta y no un enorme asteroide u otro tipo de cuerpo celeste, con una masa 5.000 veces mayor que la de Plutón. Su existencia ayudaría a explicar, por ejemplo, algunas de las extraordinarias órbitas observadas en el cinturón de Kuiper. El Planeta Nueve sería el objeto más importante de los ETNOs descubiertos hasta al fecha. Pero todavía no estamos seguros de que esté ahí.

Encontrando el cuerpo perdido

Sin embargo, un grupo de investigación liderado por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, ha arrojado nueva luz en el descubrimiento de este planeta. Ya que no hemos podido observarlo directamente, lo único que podemos hacer es caracterizar físicamente estos cuerpos y confirmar o refutar dicha hipótesis mediante su estudio. Los científicos han llevado a cabo las primeras observaciones espectroscópicas de 2004 VN112 y 2013 RF98, dos cuerpos muy interesantes cuyas órbitas son casi idénticas con polos orbitales que presentan una separación angular extremadamente pequeña.

Esto se traduce en que su origen podría ser común y sus órbitas actuales resultado de una interacción en el pasado con el hipotético Planeta Nueve. Las primeras observaciones espectroscópicas hasta la fecha se realizaron usando el espectrógrafo OSIRIS del Gran Telescopio de Canarias (GTC) y no fueron nada fáciles. En primer lugar, identificar los asteroides fue muy complicado debido a su lejanía y su desplazamiento aparente en el cielo, que es terriblemente lento. En segundo lugar, determinar sus magnitudes aparentes, es decir, su brillo intrínseco observado desde la Tierra, también es algo complejo y sutil. Gracias estas observaciones y gracias a la aplicación de un modelo matemático, ahora sabemos mucho más sobre el Planeta Nueve.

Un poco más sobre nuestro lejano vecino

Por su observación en el rango visible, los investigadores creen que 2004 VN112 y 2013 RF98 tienen varias características que confirman su origen común y similar al de otros ETNOs observados. En su conjunto, los datos hacen pensar que estos dos asteroides fueron en su momento un mismo objeto que se separaría por culpa de otro mayor: el Planeta Nueve. Esto ha sido avalado por las miles de simulaciones realizadas en el laboratorio. Los resultados de las mismas sugieren que un posible planeta con una masa de entre 10 y 20 masas terrestres orbitando el Sol a una distancia media de entre 300 y 600 UA, podría haber desviado el par 2004 VN112 – 2013 RF98. Esto habría ocurrido hace unos 5 a 10 millones de años.

Esto explicaría cómo estos dos asteroides, en un principio girando uno alrededor del otro, fueron separando sus órbitas poco a poco al haberse acercado a un objeto mucho más masivo (el Planeta Nueve, claro). Aunque cada vez sabemos más y más sobre este hipotético vecino, todavía estamos muy lejos de detectarlo o tan siquiera estar seguros de que está ahí. Sin embargo, antes de haberlo visto, gracias al trabajo concienzudo de los astrónomos, conocemos datos cada vez más certeros y precisos. Datos sobre el misterioso Planeta Nueve, nuestro lejano y perdido vecino, que podremos comprobar algún día.